Darío Charaf: "No sé si mejor o peor, pero no vamos a salir sin marcas de la pandemia"
Por Martín Massad
Darío Charaf es Licenciado en Psicología y Magister en Psicoanálisis. También ha desarrollado su trabajo como investigador en UBA, de donde surge su primer libro “Ética de lo imposible”, en el cual realiza un recorrido por discursos, fórmulas y nudos que se sitúan que el campo lacaniano. Actualmente, es docente en la Cátedra II de Psicopatología en la Facultad de Psicología (UBA).
AGENCIA PACO URONDO: ¿Cómo se desarrolla la teoría sobre el realismo capitalista de Mark Fisher?
Darío Charaf: Mark Fisher era un autor inglés que proponía que la ideología imperante en nuestro tiempo era el realismo capitalista, el cual considera que no existe alternativa al neoliberalismo. Esta es una postura que se replica cada vez que se menciona que hay que bajar el gasto público o que hay que ajustar, entre otras cosas. Lo último que escribe Fisher es que los movimientos como el de Trump parecieran responder a la insatisfacción con el realismo capitalista a un punto donde ese sistema se agotó y entró en crisis, sobre todo a partir del 2008, donde el sistema público salió a salvar a los bancos privados. Acá, la idea de que no existe alternativa al libre mercado cayó por su propio peso.
Fisher menciona que desde ese momento el realismo capitalista entró en crisis y desde entonces hubo muchos movimientos, especialmente de derecha, que canalizaron esa insatisfacción con las condiciones de vida existentes. Esto no lo hicieron impugnando el capitalismo neoliberal, es decir la desigualdad, la injusticia, la concentración económica, actualmente la concentración de vacunas, sino que impugnaron más bien el realismo, promoviendo un giro hacia lo fantasioso. Tal vez esto explique el auge del terraplanismo, el antivacunismo, el anticomunismo sin comunismo, es decir, un montón de cuestiones que responden más la fantasía que a lo que sucede en realidad.
APU: ¿La insatisfacción que causa el capitalismo en una parte de la población que padece las consecuencias de la crisis genera un esquema de negación de la misma realidad?
D. C.: Hay un chiste que comenta Freud que nos puede ayudar a comprender esto. Alguien le reclama a otro una indemnización porque el caldero que le había prestado tenía un agujero, entonces el otro responde: “En primer lugar, vos no me prestaste ningún caldero. En segundo lugar, el caldero ya estaba agujereado cuando me lo diste. En tercer lugar, yo te devolví el caldero completamente intacto”. Esto nos sirve para representar la cuestión sobre el virus: primero dicen que el virus no existe, después que el virus no mata y por último que genera más muertes que la Primera Guerra Mundial. Acá vemos, entonces, que cada argumento que sigue rechaza al anterior. Otro ejemplo que muestra este tipo de reacciones es cuando dijeron que la vacuna era veneno, luego que no conseguían ese veneno y, por último, que se roban el veneno; por lo tanto, si se lo roban es porque lo consiguieron. Frente a la falta y a las privaciones, surge el rechazo que nos impone la pandemia y la desigualdad económica. Esta lógica hace que la falta, a la vez, se niegue y se coloque afuera. Entonces se rechaza la falta o bien se la localiza en una causa exterior que el sujeto aleja de sí mismo, como, por ejemplo, el gobierno.
El rechazo a la pandemia surge como una reacción espontánea, pero existen sectores y dirigentes que lo promueven y aprovechan políticamente. Por ejemplo, el viernes pasado se vieron fotos del jefe del GCBA en distintas burbujas de escuelas de la ciudad. Claramente estaba rompiendo el aislamiento de esas burbujas y sin distancia respecto de niños, niñas y docentes. Sin embargo, esto lo hizo para demostrar que se cumplirían los protocolos en las escuelas. Por lo tanto, el mismo que impone esos protocolos los incumple. Un último ejemplo que podríamos tomar refiere a cuando Patricia Bullrich twitteó: “Nosotros no necesitamos construir un enemigo, no polarizamos”, e inmediatamente después dice: “hay una kirchnerización de la vacuna". Estas no son contradicciones espontáneas, sino que se sirven de esta insatisfacción y promueven esta contradicción permanente para, justamente, exacerbar esa lógica de argumentos que se oponen entre sí con el fin de rechazar mágicamente la realidad y las privaciones que lo real nos impone.
APU: Desde su punto de vista, ¿cómo funciona el miedo en la realidad de los argentinos en relación a la pandemia?
D. C.: Tenemos distintas funciones del miedo. En principio, podría pensarse que el miedo es una función necesaria para el aparato psíquico o para la subjetividad. Entonces, puede tener una función útil al activarse ante una señal de peligro, por ejemplo, si me encuentro en el Polo Norte y aparece un oso polar. En cambio, si el miedo supera la capacidad del aparato psíquico del sujeto para poder responder al peligro, entonces lo paraliza.
Efectivamente, el bombardeo constante y la generalización del miedo y la angustia genuina, por ejemplo la realidad de las escuelas y toda la comunidad de padres y docentes, nos lleva a prácticas denegatorias como decir que los niños no se contagian o no contagian a otros, y la verdad es que como no se los hisopa a los niños más pequeños, no sabemos si esto es verdad. Entonces, el miedo puede ser útil o puede ser utilizado, y acá vemos que es utilizado para generar parálisis en la población y, además, hay gente que se aprovecha de eso.
APU: ¿Hasta dónde llega la realidad fantasiosa?
D. C.: La fantasía puede tener la función de relacionarse con la realidad. El campo de la fantasía es aquel del cual se nutren los artistas o aparece en el juego de los niños, por ejemplo. Esto puede servir para elaborar lo real y para intervenir en ella. A su vez, los sujetos pueden refugiarse en la fantasía para rechazar lo real. El tema es que lo rechazado siempre retorna de un modo más feroz y existe un límite de lo que uno puede rechazar.
Muchos adolescentes creían que no se iban a contagiar y durante un tiempo la incidencia de contagios era baja en esa población. Luego, al contagiarse, se señalan como culpables de haber rechazado la realidad existente. Hay un punto donde lo rechazado de alguna manera retorna. Hay que ver si el sujeto vuelve a rechazar aquello que está retornando, emancipándose todavía más de lo que rechazó, o si puede tener algún lugar para tratar de elaborarlo y tramitarlo psíquicamente.
APU: ¿Cómo analiza el rechazo a la muerte real que se observa en una parte de la población?
D. C.: Lacan señala que lo real es lo posible y la muerte lo imposible. Desde Freud no hay descripción de la muerte en el aparato psíquico, es decir, todos negamos, en algún sentido, nuestra propia muerte y esto luego se impone. Al hablar con colegas, en la primera ola de contagios todos conocíamos pacientes que se habían contagiado, y en esta segunda ola, con mucha angustia decimos que todos conocemos algún paciente que estuvo internado muy grave o tiene un conocido que se murió. Es decir, pasamos de un punto en donde lo que encontrábamos como generalizado era el contagio. En cambio, hoy, lo que encontramos como generalizado es la muerte. Los profesionales de salud mental tenemos que contener y acompañar a la gente que la está pasando muy mal a pesar de estar atravesados por la pandemia.
APU: ¿Cómo percibe la situación de angustia y de encierro de sus pacientes?
D. C.: Es complejo porque desde el psicoanálisis siempre tendemos a ir a la singularidad del caso y a cómo le afecta a cada quien, por eso generalizar tiene sus complicaciones. Personalmente, tengo la impresión de que en muchísimos casos la pandemia viene a profundizar problemáticas preexistentes o subyacentes, es decir, que uno ya traía anteriormente, y por otro lado, cómo genera dificultades propias. Lo complejo no está solo en el encierro sino también en el salir a un contexto donde hay un virus que amenaza, lo que resulta en una situación sumamente angustiante. También es complejo estar con los seres queridos todo el tiempo porque al elegir convivir con alguien, no se lo hizo sobre el fondo de vernos todo el tiempo y en todo momento.Por eso hay algunas problemáticas preexistentes y otras que surgen en este tiempo que nos toca vivir.
Esta semana escuché a padres y madres con hijos en situación de escolaridad con un ánimo muy desbordado, con mucha incertidumbre y ansiedad, sin saber lo que va a pasar al día siguiente. Por otro lado, un tema más tabú es la salud mental de los profesionales de esta área que tenemos la responsabilidad de cuidar y acompañar a otros, pero debemos hacerlo frente a algo que también nos atraviesa.
APU: ¿Considera que vamos a salir fortalecidos después de la pandemia?
D. C.: Creo que más allá de si salimos mejor o peor, lo cierto es que no vamos a salir sin marcas. Con esto me refiero a que no hay un retorno al estado anterior porque va a dejarnos una marca y es importante que esa marca esté inscripta y luego sea elaborada. Primero salgamos, y luego veremos retroactivamente de qué manera lo hicimos.