A las puertas del Foro Social Mundial 2018 de Salvador de Bahía
Por Sergio Ferrari (*)
Diecisiete años después de su primera edición del 2001, el Foro Social Mundial (FSM) regresa a su país de nacimiento: la próxima edición se realizará entre el 13 y el 17 de marzo del 2018 en Salvador de Bahía, al noreste de Brasil.
Una corta vida en la cual la dinámica de desarrollo y crecimiento no fue ni lineal ni aritmética. El Foro, como principal espacio internacional de encuentro y reflexión de actores sociales, confronta hoy el desafío de su propia redefinición, reinvención y reconceptualización. Y su “adolescencia altermundialista” se muestra aún más compleja en el marco del intrincado contexto latinoamericano y mundial.
En la cuna del primer FSM en 2001 en el Porto Alegre del presupuesto participativo, no hubo receta alguna. Todo fue intuición, convocatoria amplia en la diversidad y un momento internacional favorable de contestación y protestas globales. De ese primer encuentro surgió la Carta de Principios que constituye su marco de referencia conceptual y funcional.
En las dos ediciones siguientes (2002 y 2003) en la misma ciudad del sur de Brasil, la capacidad de convocatoria del FSM desbordó todas las expectativas.
Un rápido tránsito a Mumbai, India, en 2004, para lo que constituyó el Foro de los “dalits” (sin casta) y que se convirtió en uno de los más logrados, con cerca de cien mil participantes. Y, luego, el retorno nuevamente a Porto Alegre en el 2005. Ediciones todas, hasta entonces, que experimentaron un crecimiento rápido que desbordó las expectativas más optimistas, incluso la de sus propios organizadores.
En 2006, la fórmula inventiva de un FSM descentralizado en tres continentes, realizado en Caracas (Venezuela), Karachi (Pakistán) y Bamako (Malí) lanzó señales de alerta. No era ya posible para los movimientos sociales y sus redes internacionales estar presentes cada año en estas convocatorias internacionales: argumentaban que debían tener en cuenta sus propias prioridades de organización y movilización local y nacional. El FSM corría así el riesgo de una presencia protagónica de ONG y redes internacionales, con más recursos financieros y menos presiones de combates frontales cotidianos.
La necesidad de ratificar su perfil “mundial”, lo llevó en 2007 a Nairobi, Kenia, poniendo no sólo las temáticas africanas en primera línea sino también tensiones organizativas de diverso tipo que alertaron sobre un debilitamiento progresivo de este espacio.
Dos años más tarde, la vuelta a Brasil, en este caso a la amazónica Belem do Pará, aseguró una nueva bocanada de oxígeno a este proceso en marcha integrando como hilo rojo la problemática de los pueblos indígenas y su lucha por la tierra y territorio.
La nueva edición africana de 2011 en Dakar, Senegal, fue menos multitudinaria que la precedente, aunque con contenidos civilizatorios esenciales, como racismo, colonialismo, esclavismo y migraciones.
La primavera árabe y la nueva experiencia de movilización ciudadana supra-sahariana revitalizaron al FSM y alimentaron con contenidos regionales sus ediciones del 2013 y 2015 en la capital de Túnez. Las mismas, sin embargo, no dieron respuestas organizativas de futuro a los interrogantes de fondo que se planteaba el Foro. El Consejo Internacional, en tanto principal instancia facilitadora, se mostró superado por la propia dinámica de la convocatoria. Algunos movimientos sociales lanzaron nuevos gritos de advertencia, en forma de ultimátum, sobre la naturaleza y la forma de funcionar del FSM.
La fuerza juvenil protagónica de Quebec legitimó su derecho a convocar en agosto del 2016 el primer FSM que se realizó en un país del Norte. Los organizadores habían madurado al calor de la lucha de la “primavera estudiantil” de Quebec (2012), de las huelgas contra los recortes de 2015, así como de la intensa y extendida movilización del movimiento “occupy” y otras dinámicas anti-globalización. El FSM de Montreal si bien aportó aire fresco conceptual y metodológico a este proceso en marcha, no pudo resolver ciertos dilemas como la participación de representantes de países del Sur, sancionados por exclusiones migratorias y la denegación de visas. La crisis del Consejo Internacional alcanzó niveles preocupantes y públicos durante y luego del encuentro de Montreal.
Y fue en ese marco de preguntas existenciales y de fondo sobre el sentido mismo del FSM y su capacidad de auto-convocarse, que un Colectivo brasilero y bahiano lanzó ya a inicios del 2017 la propuesta de Salvador de Bahía para marzo 2018.
“Resistir es crear, resistir es transformar”, constituye la consigna de esta convocatoria que será de vital importancia para el Foro en plena y desafiante adolescencia. En una coyuntura internacional de crisis, de riesgos crecientes para la paz y la sobrevivencia misma del planeta. Y de una brutal ofensiva “conservadora-neoliberal” en diversas regiones sensitivas del planeta contra los movimientos sociales y todo lo que suene a democracia de base, participación ciudadana y gobiernos progresistas.
(*) En colaboración con E-CHANGER, y la FEDEVACO, plataforma de organizaciones de cooperación del Cantón de Vaud, Suiza.