#NiUnaMenos: Córdoba se sumó a la histórica convocatoria
Por Florencia Gordillo
A las 17: 30 horas, cuando la marcha aún no había comenzado, desde el 4° piso de un edificio se veía gente desde la Plaza Colón hasta la esquina más céntrica de Córdoba: Colón y General Paz, 7 cuadras de distancia. Rocío Paulizzi, una de las organizadoras locales, dijo que estimaban 50 mil personas. Más de 100 ciudades argentinas se manifestaron.
Un grupo de artistas, periodistas y comunicadoras fueron las que coordinaron la convocatoria. Coincidieron en una lectura realizada en el MUMU (Museo de la Mujer) que fue una réplica de la acción en Buenos Aires con una consigna: Ni Una Menos. La iniciativa surgió luego de la muerte de Chiara Páez de 14 años, asesinada y enterrada por su novio de 16.
En la primera fila se ubicaron los familiares de las víctimas de femicidio. Estaba Soledad Cuello; su hermana, Yamila, está desaparecida desde octubre del 2009. En la otra punta, lloraba Olga. A su hija, Yohana Salguero, la mató su ex pareja que fue condenada a 9 años de prisión y ya le faltan solo dos para recuperar la libertad. La hija de Yohana había escrito en su casa un cartel que ahora sostenía con las dos manos al lado de su abuela: “Basta de quedarnos sin mamá como yo, Morena Fernández”. En lo alto se veía una cruz hecha con dos palos de un árbol y en el centro una foto de dos niños. El 5 de noviembre del 2013 Ariel Pedraza mató a sus dos hijos con el arma reglamentaria y se suicidó. Era teniente del ETER y la ex pareja de Paola Fernández. Su hija tenía 12 años; el varón 10.
La declaración de la Ley de Emergencia en territorio provincial y nacional y la revisión a través de audiencia pública de la Ley Provincial 9283 de Violencia Familiar fueron las exigencias que más se escucharon durante la marcha. Se cuestionó el accionar del Poder Judicial que aún no reglamentó la Ley Nacional 26485 de Protección Integral de las Mujeres para que se asigne un presupuesto con control social para garantizar su correcta aplicación. Pero también las víctimas de violencia de género deben tener garantizados refugios y centros donde puedan contar con centros de contención psicológica, jurídica y social gratuitos en todas las localidades de la provincia.
Dos jóvenes vestidas de negro tenían la cabeza envuelta en tul blanco. Se movían lentamente, parecían asfixiarse, desvanecerse, como muertas en vida. Siete casos de femicidio se cuentan en Córdoba en lo que va del año, más de 113 en todo el país. La Casa del Encuentro reveló que en el 2014 hubo 277 mujeres muertas por violencia de género, 21 casos ocurrieron en Córdoba.
Tres vecinas de barrio Jorge Newbery era la primera vez que iban a una marcha que reunió también a Kitty Quispe y Tamara Quiroga. Kitty se definió como militante barrial en la zona sur de la provincia y militante de su género, además candidata a legisladora por la Unión Cívica Radical.
“Lo que esta marcha representa es decir nunca más un femicidio, no solo de mujeres sino también de chicas trans. Soy una mujer transgénero y por eso la primer propuesta que tengo es la inclusión laboral porque no tenemos las mismas posibilidades que todo el mundo” dijo Kitty.
Tamara -14 años- es la vicepresidenta del centro de estudiantes del colegio República de Francia. Organizaron una reunión entre compañeros, acordaron participar de la convocatoria e hicieron afiches en los recreos para llevar a la marcha. La educación sexual es una materia pendiente en todos los niveles educativos que no solo permite concientizar a los jóvenes sino también profundizar la igualdad de géneros.
Marcas
Mientras la gente avanzaba sobre Colón, una joven se desnudaba, dejaba sus tetas al descubierto para que su compañera con un crayón negro le escribiera en el cuerpo “Mi cuerpo es mío. No es no”. Al costado, en un puesto de diarios el aerosol aún estaba fresco en dos palabras: aborto y legal. “Soy feminista autoconvocada. Escribí aborto legal porque no puede haber ni una menos sin todas las víctimas que mueren por los abortos clandestinos, es un derecho de la mujer elegir su propia sexualidad, elegir ser madre o no.” decía la autora del graffiti.
No sólo había mujeres en la marcha. Ignacio -10 años- fue con su mamá y estaba parado en el cordón de la vereda por General Paz con un cartel que decía: “Ninguna mujer que entre a mi vida será menos que yo, a mí me lo enseñaron”. Había hombres con pañuelos en el cuello de la campaña por la legalización del aborto. Mariano no usaba remera y tenía escrito en el pecho Puto pero no tuyo. “Yo también padezco la opresión del macho porque a los heterosexuales no les gusta que el puto salga a la calle. Ojo, no cualquier puto, uno pobre, ahí está la verdadera opresión” dijo Mariano.
Alicia estaba parada sobre las escaleras del Teatro San Martín. “La verdad es asombroso, es una congregación multitudinaria que me pone la piel de gallina. El común acuerdo de la gente hace que se pueda llegar a tomar en cuenta lo que se pide en esta marcha: que no haya más muertes por el solo hecho de considerarnos en una situación de minusvalía” dijo. Alicia es policía.
El escenario estaba en la Plaza Facundo Rivera Alegre -ex Plaza Vélez Sarsfield- y entre medio de las bandas que cantaron, se leyó el documento que previamente habían consensuado las organizadoras del #NiUnaMenos Córdoba. En la primer página decía: “La violencia contras las mujeres es una violación a los derechos humanos. No hablamos solo de la violencia física, sino también de la violencia laboral, judicial, psíquica, institucional, social, económica, patrimonial, simbólica y mediática. Instamos a los medios de comunicación a tomar conciencia de su rol y afrontar su papel social en el tratamiento del tema con ética, responsabilidad y respeto”.
Después de la lectura quedaron rastros de las pisadas del pueblo, papelitos, las cañas con las que alguien había levantado una bandera, un escenario vacío, alguien había vendido choripanes y aún quedaba encendido el fuego en el cordón de la vereda.
La marcha dejó una marca en nosotras, en todos.