¿Por qué aumentan los precios de los medicamentos?
Por Ramiro Bogado*
La actualidad económica argentina siempre se vio empapada de la discusión de los precios de los diferentes bienes y servicios que se comercializan día a día. No importa en qué momento leas la anterior afirmación, ya que debido a la memoria inflacionaria (e hiperinflacionaria para los más mayores), la cuestión relativa a los precios es un reflejo más en el imaginario colectivo. Y es por eso que los consumidores hemos buscado herramientas para aplacar el efecto inflacionario. Existen ciertos productos y servicios (desde ahora los denominaremos “los elásticos”) que ante aumentos de precios, tendemos a comprar menos cantidades (si aumenta la carne, tendemos a comprar menos cantidades), o comprar algún producto sustituto (siguiendo con el ejemplo de la carne, si los cortes de vaca están caros, nos volcamos al cerdo o al pollo), algunos podrán optar por buscar precios en eslabones inferiores de la cadena productiva (por ejemplo yendo a frigoríficos directamente, evitando el encarecimiento por intermediación) o si se tratase de un producto estacional, esperar que su precio baje (caso de las frutas y verduras mayormente).
En la economía no todos los productos tienen una demanda “elástica”. Hay productos y servicios que, ante incrementos de precios, no necesariamente tienen una respuesta mediante una disminución o sustitución del consumo. El ejemplo más claro son los medicamentos. Cuando uno padece cierta enfermedad, los profesionales de la salud tienden a recetarnos determinados medicamentos acordes a nuestra afección, de ser crónica, se extiende a lo largo del tiempo.
El consumidor de medicamentos ante eventuales estampidas para arriba de los precios, no puede dejar de consumir, porque ya no solo está en juego su bolsillo, sino su salud. Difícilmente pueda encontrar un sustituto, ya que aún existen en Argentina medicamentos que no son elaborados genéricamente, o puesto que los responsables de recetarnos los medicamentos no suelen recomendar los genéricos y si aquellos de marcas de grandes laboratorios. Es difícil pensar además que cualquier paciente pueda ir a un eslabón anterior de la cadena de comercialización para comprar remedios (difícilmente los laboratorios vendan al consumidor final). Ni pensar de la estrategia estacional, que no responde a este mercado en particular.
Desde que asumió la nueva gestión de gobierno a la fecha, los precios de los medicamentos en promedio se incrementaron un 78% (casos como los destinados al tratamiento de las tiroides un 152%, los ansiolíticos 135%, los broncodilatadores 124%, los antibióticos antiinflamatorios un 108%, los antidepresivos un 105%, etc.), muy por encima de la pauta inflacionaria para los 18 meses de gestión. Parte de éste aumento se explica por el arrastre del efecto devaluatorio desbordado en diciembre de 2015, con la quita de los controles cambiarios, ya que, para la elaboración de muchas monodrogas, los componentes utilizados son importados y se deben pagar a precio dólar. Otra parte se puede atribuir al aumento en los servicios públicos como la luz, el agua y el gas. Pero existen dos cuestiones menos debatidas: por un lado, la concentración que tiene la cadena en todos sus eslabones, permitiendo establecer márgenes de ganancias cuantiosos; y por el otro la inexistente presencia del Estado mediante políticas tendientes al control de los precios.
En nuestro país el sector farmacéutico se divide en cuatro eslabones: la investigación (la realizan mayormente las universidades y organismos públicos, que generalmente no fijan un precio que se traslade hacia adelante), la producción (acaparada por los laboratorios), la distribución (droguerías y visitadores médicos) y la comercialización (farmacias, obras sociales y hospitales). Según estadísticas de la Cámara Industrial de Laboratorios Farmacéuticos Argentinos (CILFA) y la UIA, existen aproximadamente 250 laboratorios en el país, de los cuales 180 son de capitales nacionales y 70 extranjeros (representan el 28% del total). Tomando datos de IMS Argentina, los primeros 15 laboratorios concentran el 67,2% del mercado en valores, de los cuales 7 son de capitales extranjeros: Glaxo, (5,9% del mercado), Bayer (3,8% de mercado), Pfizer (3,5% de mercado), Teva (3,2%), Sanofi Aventis (3,1%), Novartis (2,7%) y Boheringer (2,3%).
Es evidente como el proceso de extranjerización se agudiza cuando el Estado se retira del papel de contralor. Ya en marzo del año que corre, Macri se reunió con gerentes de Glaxo para firmar diferentes acuerdos de cooperación, donde entre otras cosas el laboratorio se comprometía a financiar investigaciones del Conicet, pero llamativamente no se especificaba que recibiría la empresa a cambio. Otro claro ejemplo de la alianza del sector con el gobierno fue la firma del “Compromiso Federal para la Modernización del Estado” (1) el pasado 18 de abril, donde el negocio farmacéutico se liberará de fastidiosos controles que defienden la salud pública y no la rentabilidad irresponsable de las grandes empresas trasnacionales.
No cabe duda que el camino de hacer más rentable aún el negocio de los medicamentos está plagado de ayudas y favores del gobierno nacional. Eliminar los controles y regulaciones en las investigaciones, dejar al libre mercado el mecanismo de fijación de precios, quitar la cobertura del PAMI a cientos de medicamentos, acuerdos de financiamiento del Estado por medio de compañías privadas, son algunas de las alarmas que ya se han encendido en el tema. La apertura importadora de medicamentos les permite tener mejores rentabilidades a los laboratorios extranjeros, en deterioro de los nacionales, el negocio en el sector externo ya está cerrado. El vaciamiento del PAMI y la reducción del ANMAT a un organismo controlado por sus propios dueños parecieran ser los próximos pasos.
(1) “Hemos tenido siempre una participación importante en investigación farmacológica-clínica que genera trabajo, mucho trabajo de calidad en nuestro país, y veníamos perdiendo peso relativo en la investigación mundial… Y ayer se nos planteó que, si nosotros mejorábamos el funcionamiento del Estado, en este caso el Anmat, ese nivel de inversión se podía triplicar, y estamos hablando de pasar de 3 mil, 4 mil millones de pesos, a más de 12 mil millones de pesos. Pero lo más importante es que podemos multiplicar por seis la generación de empleo, estamos hablando de miles de puestos de trabajo de altísima calidad ¿Y todo con qué? Con que el Anmat deje de tardar para aprobar un estudio clínico 160 días hábiles. Y trabajando en conjunto el Anmat se ha comprometido a tardar menos de 70 días hábiles, y si no logran esos 70 días tiene aprobación automática esta investigación clínica. Además de eso, muchas de estas investigaciones requieren de importaciones temporarias de equipos, de fármacos, y la Aduana tiene que simplificar ese trámite, cosa a lo que también está comprometida en esta tarea, y trabajando juntas dos dependencias del Estado nacional en este caso, insisto, generar algo muy bueno. Estamos hablando de miles de puestos de trabajo, y esto se repite en la vida diaria de todos nosotros todos los días, todo el tiempo”. (Mauricio Macri)
*Contador. Miembro de EPPA e investigador de la Universidad de Avellaneda (UNDAV).