La economía argentina y los fantasmas de la crisis de 2001
Por Martín Massad | Columna para APU RADIO
De aquí a octubre, el macrismo será incapaz de dar respuestas positivas a una economía que no explota por poco. Ocurre que el gobierno y en especial el ministerio de Hacienda, Nicolás Dujovne, están inmersos en una realidad que dista muchísimo de ser la ideal. Todos los indicadores le dan mal.
La última semana el dólar aumentó de manera considerable. Pasó de estar alrededor de los $41 para cerrar la semana arriba de los $44. Ni la suba de la tasa de interés pudo detener esa escalada. La suba del billete, como se lo denomina en la jerga financiera, trajo, como es costumbre en nuestro país, un aumento de los precios. La inflación de los últimos 12 meses está en el 50%.
Desde que asumió el Gobierno de Mauricio Macri, los alimentos esenciales duplicaron, triplicaron y hasta cuadruplicaron sus precios. Las mediciones que realiza la Dirección General de Estadísticas de la Ciudad de Buenos Aires muestran que, desde diciembre de 2015 a febrero de este año, el kilo de harina de trigo pasó de 7 a 29 pesos; el arroz, de 15 a 40 pesos; la carne picada, de 53 a 123 pesos y la leche, de 11 a 33 pesos. Son precios promedio por categoría y no incluyen las subas de marzo. Sus variaciones superan a la evolución de salarios y jubilaciones, lo cual explica en primer lugar el crecimiento de la pobreza.
Usted, estimado lector, se estará preguntado por qué habrá una nueva suba en abril. Es tan sencillo como decir que el aumento del dólar que se produjo en marzo será trasladado a precios cuando abril se inicie. Entonces los precios de los comestibles y demás artículos de primera necesidad para la población volverán a pegar un salto. El tiempo dirá hasta dónde…
Mientras tanto, la última jugada de Banco Central para contener al dólar ocurrió el último viernes. El Central apostó más fuerte que en otras jornadas y además de subir la tasa de interés a casi el 69 por ciento anual, anunció una medida para intentar contener la presión cambiaria. La norma de urgencia de la autoridad monetaria habilita a los bancos a usar el 100 por ciento de sus depósitos para la compra de Leliq.
El principal objetivo es que esto genere incentivos en las entidades financieras para aumentar la tasa que ofrecen por los plazos fijos y se limite la demanda de dólares de la población. Esta medida, desesperada, genera muchas dudas acerca del destino de los depósitos y las colocaciones a plazo. Los fantasmas del 2001 y la imaginería de un corralito, vuelven a sobrevolar por la realidad de nuestra sociedad que empieza a ver con dudas las tasas de interés tentadoras que ofrecen las entidades financieras al mejor inversor. Vale aquí un paréntesis, para el uso de una metáfora cuasi religiosa pero que viene al dedillo: “Cuando la limosna es grande hasta el santo desconfía”, decía mi abuela y bien que es así.
En realidad, lo novedoso de la decisión es la libertad de acción que el Central le dio a los bancos a cuento de poner el total de los encajes en Leliqs a tasas desorbitantes. No es novedad que el gobierno y su equipo económico han apostado a las Leliqs para frenar el dólar aunque siguen sin conseguirlo. Y no pueden o no quieren cambiar la estrategia de fondo.
Para cerrar es imprescindible volver a decir, aunque suene reiterativo, que estamos ante un gobierno que ha venido a favorecer la especulación y la renta financiera. Por oposición, destruyó la producción argentina y devaluó el empleo, las muestras están a la vista de cualquiera... El o la que no lo quiera ver, que no lo haga. Igualmente, octubre no queda tan lejos.