Milagro de campaña: los cuadernos que volvieron de las cenizas
Por Nicolás Adet Larcher
Los cuadernos volvieron de las cenizas a pocas horas de las elecciones del domingo y desde Gloria seguramente ya estarán pensando en reforzar el marketing para vender cuadernos a prueba de fuego. Ahora retomaron la gira por los portales de noticias, los paneles televisivos histéricos y las mesas radiofónicas. Diego Cabot, el periodista que publicó la primera nota sobre el tema, volvió a escribir una columna en el diario La Nación para contar sus aventuras de cajas y bolsas que le llegan misteriosamente. Ahora dice que lo llamaron por teléfono, lo citaron en una esquina y le dejaron una bolsa blanca. “Canoso, de unos 60 años y alrededor de 1,60 metros de altura, vestido con un saco azul y con una mochila negra, apenas me hizo un comentario sobre el tránsito", describió Cabot sobre esta persona que se acercó y le dijo – según su versión – “me dijeron que te entregue esto” y “me tengo que ir porque tengo que regresar al centro”.
La aparición de los cuadernos se juega en otros terrenos por fuera de lo estrictamente judicial. En un contexto desfavorable para el macrismo, la denominada “causa de las fotocopias” se había desinflado simbólicamente por la ausencia de los originales. Su aparición, tampoco movió mucho la aguja de las interacciones. Entre ayer y hoy, en Google hubo más búsquedas con la palabra “asbesto” (en relación a los vagones comprados por el gobierno de CABA con sustancias cancerígenas) que búsquedas con la palabra “cuadernos”. Tampoco se metió en los trending topic en Twitter, aunque si apareció el fiscal Stornelli en comentarios que cuestionaron su legitimidad frente a la causa.
A partir de este regreso de los cuadernos, se empezaron a tejer dudas e interpretaciones en las redes sociales y en algunos medios. ¿Fueron reconocidos como los originales? Algunos medios se apuraron a decir que la justicia había convalidado la originalidad de los cuadernos, pero otros tomaron precauciones para advertir que hacían falta peritajes y que eso podía llevar un tiempo, aunque no mucho. Para algunas voces judiciales hasta alcanza con que Centeno diga que los cuadernos son de él sin la necesidad de un peritaje, pero eso sería fácilmente cuestionable. Sobre las dudas, la primera tiene que ver con la culpabilidad de Centeno en su declaración en condición de arrepentido. Si Centeno no los quemó, fue contradictorio de nuevo y debería tener consecuencias judiciales. En su primera declaración indagatoria, dijo que tenía los cuadernos en su ropero y en su segunda declaración reconoció que los había quemado y que no se acordaba porque no había dormido.
Para el Ministro de Justicia, Germán Garavano, los cuadernos originales “no tienen ninguna injerencia electoral”. Por su parte, para Morales Solá, la aparición de los cuadernos “no es una noticia que tendrá repercusión electoral” y que “la opinión pública ya absorbió eso, ya votó el 11 de agosto con el conocimiento de los cuadernos”. Las palabras del columnista se cruzan con una nota del editor de La Nación que afirma que la aparición de los cuadernos “podría tener un efecto electoral” y que ese había sido el dilema dentro de la redacción. La información vs el efecto que parece que no querían provocar. Algo parecido se le cuestionó al periodista Hugo Alconada Mon sobre la investigación de los Panamá Papers. Los documentos de las cuentas off-shore que involucraban al macrismo, ya estaban en sus manos antes del balotaje del 2015, pero recién se publicaron en abril de 2016 para no violar – según el periodista - “el pacto de confidencialidad” que tenían dentro del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación. Al final, la investigación fue publicada después de cumplirse los primeros 100 días de Macri, al final de la llamada “luna de miel” de cualquier gobierno que acaba de asumir.
Una foto que publicó La Nación muestra a Cabot junto al fiscal declarado en rebeldía, Carlos Stornelli, revisando los cuadernos. Stornelli está involucrado en una red de armado de causas judiciales escandalosa. Sin embargo, para Cabot no parece ser una persona cuestionable. Llama la atención el poco cuidado de parte de Cabot y Stornelli para sostener un elemento que se considera la base original de una causa que arrancó con unas fotocopias. ¿No pensaron en una prueba dactiloscópica para saber quién tuvo los cuadernos todo este tiempo? ¿Cabot no puede identificar el rostro de la persona que le dio la bolsa? ¿Hay servicios de inteligencia metiendo la cuchara? ¿Por qué el fiscal Carlos Rívolo se bajó de la causa hace una semana? ¿Cuáles son los cuadernos que faltan?, podrían ser preguntas válidas. Teniendo en cuenta que hay dos cuadernos que faltan, vale recordar que la causa tiene un recorte importante determinado por el juez Bonadío que, curiosamente, deja afuera cualquier chispazo que pudiera caer sobre el techo precario del rancho macrista, ¿Eso también se traduce en la aparición de los cuadernos?
Hace un año, la abogada Graciana Peñafort, escribía una excelente nota sobre los tropezones judiciales de los cuadernos. Ahí, sobre el final, dejaba flotando ciertas dudas sobre las intenciones dentro de la causa y mencionaba que había “un entramado dispuesto para dotar al círculo rojo de impunidad. Impunidad que solo pueden garantizar ciertos jueces y ciertos fiscales. Una nueva impunidad, blindada judicial y mediáticamente”, frente a un posible cambio de escenario político el domingo 27, habrá que pensar en que hay fantasmas que aparecen para mirar más allá de lo estrictamente electoral.