Pastor evangélico: "La legalización del aborto busca dar una alternativa más frente a un problema que puede ser sumamente grave"
Por Enrique de la Calle
Néstor Míguez es el presidente de la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas (FAIE), que es una organización con mucha historia dentro del evangelismo argentino, aunque hoy, el sector más representativo sea ACIERA, la Alianza Cristiana de las Iglesias Evangélicas de la República Argentina. En diálogo con AGENCIA PACO URONDO explicó la posición de la FAIE sobre el proyecto de legalización de la interrupción voluntaria del embarazo que se está discutiendo en el Congreso.
AGENCIA PACO URONDO: ¿Cuál es su postura sobre el proyecto de legalización del aborto?
Néstor Míguez: Creo que la interrupción voluntaria del embarazo es una solución no deseable para un problema no querido. Es decir, el problema empieza con el embarazo no deseado. Cuando esa situación es grave, se plantea entonces alguna alternativa para tratar de salir del problema, que no solamente viene de contactos sexuales casuales no cuidados, sino también de múltiples situaciones –descartemos la violación - incluso de situaciones en las cuales parejas estables, por distintas razones de tipo social, de salud, de edad, etc., no están en condiciones de afrontar un nuevo embarazo. Frente a esto, la interrupción del embarazo aparece como una alternativa. Desde mi punto de vista, no es la mejor, pero en muchos casos es la que queda. Por eso, la legalización del aborto busca dar una alternativa más frente a un problema que puede ser sumamente grave.
Lo que ciertamente no es una solución es la prohibición porque cierra cualquier alternativa y deja el problema tal cual se encuentra en la realidad de hoy. De manera que, en ese sentido, la legalización del aborto aparece como una salida no deseable pero posible, y la prohibición aparece como una no solución al problema.
APU: ¿Es su postura personal o es la postura de la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas?
N. M.: Con respecto a la postura de la Federación, esto quedó explícito en varios de nuestros documentos y también en la entrevista que tuvimos con el presidente Alberto Fernández. Básicamente, planteamos tres cosas: la primera es que el Estado tiene independencia, por lo que no tiene que atarse a las decisiones de las iglesias, porque creemos en la separación de la iglesia y el Estado. Esto es, el Estado debe resolver de acuerdo a las normas éticas que se establezcan mediante los mecanismos normales de la convivencia democrática, de manera que respetaremos sus decisiones. No pretendemos que el Estado sea evangélico, ni católico, ni de ninguna otra religión, tampoco que se atenga a la marca religiosa de ninguna de las distintas confesiones que viven en nuestro país.
En segundo lugar, entendemos que en ese contexto el aborto es una situación no deseada, la interrupción voluntaria del embarazo representa una decisión muy grave que no puede ser tomada a la ligera. La mujer gestante y su entorno deben ser claramente informados de todas las alternativas posibles, de tal manera que la decisión sea tomada con pleno conocimiento de las posibilidades y fuera de toda presión social. Es decir, debe ser una decisión madurada, obviamente en el corto tiempo en el cual es posible tomar una decisión de esta magnitud.
La tercera cuestión que plantea la FAIE es no abandonar a la mujer que desea tener un hijo, así como tampoco se permite abandonar a la mujer que ha tenido una interrupción del embarazo. No se la puede dejar sola, sin un seguimiento, asesoramiento y contención, porque la situación de aborto es traumática, cuyas secuelas se pueden extender en el tiempo a veces en forma inesperada. Es decir, se intenta prevenir la repetición de este hecho traumático. Para esto debe existir un programa de contención con participación del Gobierno y eventualmente de entidades civiles, inclusive de las iglesias si fuere el caso de una persona creyente que así lo especifica.
Por último, me gustaría subrayar que la FAIE no se pronuncia sobre temas doctrinales, sino que cada una de las iglesias federadas tiene la libertad de hacerlo desde su propia posición.
APU: ¿Cuántas iglesias evangélicas están representadas en la Federación?
N. M.: FAIE está compuesta por, aproximadamente, 20 denominaciones, algunas con gran extensión y representación múltiple en todo el país, otras más pequeñas. Reconocemos que frente a la otra federación (se refiere a ACIERA) es minoritaria, pero en cuanto a su significación histórica, es mucho más antigua y ha llevado la palabra de la convicción y fe evangélica durante mucho tiempo con total claridad al país.
APU: ¿Cuál fue la postura histórica del evangelismo sobre el aborto?
N. M.: Yo no podría afirmar ninguna postura histórica. Sin embargo, puedo decir que las iglesias evangélicas, en su gran mayoría, incluso alguna de las conservadoras, tuvieron una clara postura a favor del control de la natalidad, de los métodos anticonceptivos no agresivos. En eso siempre hubo bastante claridad.
En cuanto al aborto, no ha habido una postura. Dado que las iglesias evangélicas no tienen una autoridad doctrinal única que decida (a diferencia de la Iglesia Católica), no se puede hablar de esto. Hubo teólogos que han opinado en algún sentido u otro, ya desde Agustín en adelante. El problema teológico en este caso, básicamente, fue la dificultad en poder determinar cuál es el momento en el que el embrión se transforma en vida humana. De hecho, la postura que actualmente tiene la Iglesia Católica y algunas iglesias evangélicas de que el embrión es ya una criatura humana, no es una postura histórica tradicional. De hecho, San Agustín decía que recién había concepción humana en el momento en que se percibía el movimiento del feto, o en una forma un poco más científica, en otro momento se planteó a partir de que se desarrolla un aparato neurológico independiente, lo cual es más o menos lo mismo. De manera que no hubo posturas doctrinales oficiales, sino que ha habido opiniones de teólogos.
APU: A pesar de que diferentes pastores evangelistas se han manifestado a favor del proyecto de legalización (con diferencias y matices), predomina la idea de que es el evangelismo quien hegemoniza a los sectores que más se movilizan contra el proyecto oficial. ¿Por qué cree que pasa eso?
N. M.: Esto tiene que ver con que ciertos sectores han logrado convertirse en una voz muy fuerte en los medios porque concuerdan con el interés de estos medios y por la alianza que han tenido con los sectores católicos que están en la misma posición. De manera que allí se ponen en juego ciertos mecanismos de construcción de hegemonía comunicativa y política. Hay que recordar que estos sectores más conservadores están fuertemente apoyados en lo económico, lo político y lo comunicacional por una fuerte derecha norteamericana muy poderosa. Esto se ha visto en el caso de Trump y sus voceros, lo que fuera Billy Graham y su hijo Franklin Graham, Luis Palau y muchos otros que tienen una gran influencia porque, además, tienen los recursos económicos para hacerlo. Quienes tenemos una postura más progresista, en cambio, generalmente tenemos que comunicarnos cuando tenemos suerte, y desde ese punto de vista estamos más en las líneas no preponderantes, es decir, que tienen menos incidencia comunicacional y cultural.
APU: El evangelismo tiene una historia en el país marcada por el acompañamiento de diferentes causas progresistas ¿Por qué hoy pareciera que predominan las voces más reaccionarias?
N. M.: Siempre hubo sectores conservadores y bastante reaccionarios dentro del mundo evangélico, así como también hubo posturas sumamente progresistas. Esto siempre ocurrió en el país, especialmente a partir del siglo XX, donde ingresan más fuertemente misiones de origen pentecostal norteamericano, bautistas, ingleses y demás con posiciones más conservadoras. Estas posturas conservadoras tenían un rechazo a todo lo social y político, y por lo tanto era menos visible su posición reaccionaria. Por otro lado, con una posición claramente anticatólica, evitaban quedar pegados con cualquier instancia conservadora que planteara la Iglesia Católica. En otras palabras, existían sectores conservadores, pero se limitaban al ámbito interno de sus propias comunidades y su propia teología.
Sin embargo, a partir de la década de 1970 hubo una fuerte presión proveniente de afuera, especialmente de Norteamérica, para que hicieran mucho más visible su postura y combatieran socialmente alguna de las cuestiones. Por otro lado, las causas eran menos debatibles porque todos los evangélicos obviamente estaban a favor de, por ejemplo, el matrimonio civil, la ley de cementerios o la educación laica, que eran medidas progresistas y no traían problemas doctrinales internos. En cambio, temas como la homosexualidad y el aborto, que representan problemas donde no entra en juego solamente la relación iglesia y Estado, sino también los problemas de doctrina y dogmática interna de las iglesias, entonces ahí sí se manifiestan más claramente hacia afuera posturas que están arraigadas en teologías conservadoras.