Gustavo Lamas: “Nunca pensé demasiado en las etiquetas o estilos dentro de la música electrónica”
Por Gito Minore
Publicado originalmente en 1999 por Frágil discos, Plural sintetiza un momento de libertad y experimentación electrónica, en medio de un contexto bastante desolador, como fue el fin de siglo XX en la Argentina. La indagación en los distintos estilos, la búsqueda de un sonido propio y un uso preciso de la tecnología disponible en el momento, conviven en un álbum que hoy, a más de dos décadas de su aparición, sigue resultando novedoso.
En febrero de este año el sello discográfico Amplio Espectro reeditó el disco Plural del músico Gustavo Lamas. APU conversó con él acerca de este lanzamiento.
AGENCIA PACO URONDO: ¿Qué te llevó a reeditar este disco? ¿Cómo surgió la idea?
Gustavo Lamas: La idea fue de Carolina Stegmayer y de Ismael Pinkler, del dúo Carisma para su sello Amplio Espectro. El sello que hicieron tiene artistas nuevos y además rescata discos de otras épocas, inéditos o que no habían sido reeditados, de artistas de los 90 como Acum 23, Trineo, Carola Bony y el mío. Me lo propusieron y me pareció genial porque hoy en día es fundamental que la música esté disponible en todas las plataformas posibles, y del catálogo de Frágil Disco quedan pocas copias en formato físico y es muy difícil de acceder fuera de Argentina. Así que no tuve más que aceptar esta gran idea de amigos.
(Tapa: Alejandro Ros)
APU: En la placa sobresale el uso del sampler. Justamente, acerca de ello, Pablo Schanton en las palabras preliminares señala que este “más que un instrumento era un principio constructivo” ¿Cómo era en ese entonces tu dinámica compositiva?
G.L.: Para mí la aparición del sampler, con su posibilidad de poder componer a través de fragmentos de otras músicas, fue revolucionaria y desde que supe de su existencia siempre quise tener uno. Recién eso pasó en el año 93, cuando tuve mi primer sampler que es el que usé en este disco de 1999. Como tenía secuenciador, yo hacía todo con este instrumento que era un ASR 10 de Ensoniq. Así que la dinámica era estar horas y horas “sampleando” distintas cosas de vinilos, más algunos sonidos que venían de fábrica, y algunas cosas que podía hacer con un sintetizador Casio al que también “sampleaba”. Era un proceso muy experimental.
Esos primeros años fue aprender a usar el instrumento hasta animarme a mostrar mis primeras cosas en un CDR que se llamaba Disperso, del 97, que me permitió comenzar a tocar en el circuito de centros culturales o espacios como Oval, donde nos convocaban a los músicos electrónicos. Todo eso fue de mucho aprendizaje, porque salí un poco del encierro de hacer música en mi cuarto, a mostrarla y empezar a recibir cierto feedback. En ese proceso fue muy importante ir asimilando todas esas experiencias que tuvieron un impacto en mi música. El apoyo de gente como Pablo Schanton con sus conceptos o de Leo García, que fue quien me enseñó a realizar mis primeros temas, fueron clave para llegar a Plural.
APU: A lo largo de los temas se pueden escuchar paisajes sonoros que deambulan por distintos estilos de la electrónica (chill, trance, noise, etc) ¿Cuáles eran las influencias que operaban de fondo en el disco?
G.L: Sí, hay algo de todo. Pero nunca pensé demasiado en las etiquetas o los estilos dentro de la electrónica. Mi idea siempre fue tratar de tener un sonido propio. En esa época yo escuchaba desde al ambient de Aphex Twin hasta la electrónica que llegaba de Alemania con los sellos Mille Plateaux, Force Inc, A Musik. En este disco hay cierta estética del dub con cierto uso y abuso del eco. Esa música jamaiquina que venía siendo reivindicada desde el post punk y que está muy presente en la electrónica también. Todavía no había descubierto tanto a sellos como Chain Reation que, ahora en perspectiva, podría parecer casi influencia directa, pero fue algo que estaba surgiendo cuando yo edité este disco. Además, si bien siempre me gustó estar informado y escuchar todo lo nuevo que aparecía, en ese momento (de una enorme recesión en Argentina) compraba más bien discos de oferta en vinilo que se liquidaban porque estaba en auge el CD. Así que de pronto podía estar escuchando a Sergio Méndez, Burt Bucharach, Soul o los discos de Steely Dan que se conseguían fácilmente en las bateas de usados.
APU: Desde 1998 a esta parte se vivió un salto tecnológico considerable ¿Cuáles eran las máquinas que tenías entonces y de qué manera las incluías en tu música?
G.L.: Este disco está compuesto y grabado con un sampler ASR 10 y grabado en un datman Sony. Hay algunos sonidos que saqué de un Casio HT 6000 y nada más. Era la posibilidad que tenía en ese momento de poder componer todo en una workstation. Nunca me llevé bien con las computadoras para hacer música. He usado luego para hacer algunas cosas, pero siempre he trabajado con samplers. Es cierto que en esa época dependía de la cantidad de memoria en las máquinas, para poner un loop a tempo había que hacerlo a pura maña y oído. Todas cosas que hoy los softwares hacen solos. Pero soy bastante poco nerd. Casi que disfruto más hacer música acompañado por gente que maneje mejor el estudio, como cuando hice el dúo Mezcla con Ismael Pinkler. La electrónica es un medio para hacer música y nada más. Los avances le dan la posibilidad de estar mutando todo el tiempo y siempre siendo accesible para que un chico pueda componer en su cuarto. Quizás en este tiempo me fascina más la posibilidad de tener casi toda la música al alcance de un click.
APU: ¿En qué varía esta edición de la original de 1999?
G.L.: En esta edición hay un nuevo orden sugerido por Isma y Caro; el mastering nuevo que realizó Ismael, el cual me encantó porque le da un sonido nuevo y reaparecen cosas que estaban ocultas; la tapa que replanteó Ale Ros y el texto que escribió Pablo Schanton, que pone en perspectiva esta reedición. Son todos amigos muy queridos con los que hemos compartido hermosos momentos y en esta época de distanciamiento pandémico fue una manera de hacer algo juntos. El parate nos permitió mirar un poco para atrás y rescatar este momento.
APU: Tu primer disco Disperso era un CD-R editado por tu cuenta. En esa época aparecen también sellos independientes como Frágil o Sonoridades Amapola. ¿Cómo era el trabajo de difusión y distribución de la música electrónica en la Argentina en los 90?
G.L.: Era una época en la que uno se mandaba y no esperaba demasiado nada para editar un disco. Algo que parecía bastante inalcanzable. Pero claro, cuando aparecieron sellos, como Sonaridades Amapola de los Estupendo, había un cierto faro al que seguir. Disperso lo hice porque en el ICI, que así se llamaba el Centro de Cultura España, Jorge Haro abrió una sonoteca. Entonces hice el disco para que quede ahí, y Jorge me invitó a presentarlo el día que se inauguraba la audioteca. Lo de Frágil fue muy excepcional y maravilloso porque Diana Ruibal, dueña de Morocco decidió armar un sello discográfico y convocó a Pablo Schanton, Ale Ros y a Dani Nijensohn para darle un marco estético, conceptual y acercar a los artistas.
Mi disco Plural y Clap Beat de Leo García fueron las primeras ediciones, y luego vendría Invernal de Leandro Fresco. La verdad fue una jugada muy arriesgada porque no era una música comercial en absoluto, pero pasan los años y todo ese catálogo sigue siendo atesorado entrañablemente por mucha gente. En cuanto a la difusión no había tanto espacio, estaba todavía la radio NRG que nos podía hacer alguna nota. Las revistas de rock como Inrocks y los suplementos jóvenes de la época también se hacían eco, pero era todo bastante pequeño y a la sombra de los grandes sellos y la repercusión de los artistas mainstream de la época. Incluso era algo más pequeño que a la escena de DJs que en ese momento comenzaba a tener mucho auge con las primeras raves y clubes más masivos.
APU: Volviendo a las palabras de presentación, Pablo Schanton hace mucho hincapié en la experiencia vivencial que tuvo con tu música en esos años contemporáneos a las primeras raves, donde se daban fiestas en terrazas o sótanos ¿Podrías reconstruir un poco ese circuito?
G.L.: En realidad esto es post y mientras ocurren las raves en Buenos Aires. Las primeras acá se dan entre 1997 y 1998. Pero esto era algo mucho menos masivo y experiencias más acotadas. Había lugares como la terraza de Proa, obviamente el Morocco y por esta época surge Agencia de Viajes, que es un colectivo que cranearon Pablo Schanton con Alejandro Ros y nos convocaron a Leo García, Dany Nijenasohn y a mí. El plan era más conceptual y se buscaban situaciones particulares para escuchar y disfrutar música de manera colectiva. Podía ser el Centro de Cultural España con un piso lleno de paja en el que la gente podía tirarse a escuchar música, música para bebés en una galería de arte, inspirarnos en sonidos del folk y tocar en un museo étnico, homenajear a la poeta Marosa Di Giorgio y trabajar con sus lecturas o también reuniones en casas donde se podía disfrutar de una música menos estridente que la de las raves, en un plan más viajero y volador. Todo se retroalimentaba porque al final uno terminaba haciendo una música ideal para esas situaciones.
Se puede escuchar el disco Plural en el siguiente link