Fundación Eva Perón, patrimonio de nuestros hijos e hijas
Por Miguel Martinez Naón
Tal como lo ha expresado Leonardo Favio en su película Sinfonía de un sentimiento la Fundación Eva Perón ha sido el más colosal himno a la solidaridad que se conozca.
De ese memorable film aprendimos que durante las navidades y la noche de Reyes de la década peronista se repartieron alrededor de 36 millones de juguetes, lo que hizo felices no solo a los niños y niñas de Argentina sino también a nuestros países hermanos y otras latitudes.
Aprendimos que se enviaron más de un millón y medio de sidras y pan dulces a las familias más humildes en cada navidad y año nuevo.
La “Fundación de ayuda social Maria Eva Duarte de Perón” (como se llamó en sus comienzos) fue creada en 1948 por Evita desde el Ministerio de Trabajo, y en el año 1950 pasó a llamarse “Fundación Eva Perón”
Las Ciudades infantiles (en Buenos Aires, Córdoba y Mendoza) tenían su municipalidad, su Banco, su escuela y su Congreso, más sus aulas, sus dormitorios, sus comedores y salas de enfermería, más amplios jardines y piscinas. Allí se podían albergar alrededor de 300 pibes.
Roberto Baschetti nos cuenta que hubo 19 Hogares Escuela a lo ancho y a lo largo de nuestra patria. Esto resolvió el problema de miles de chicos que hasta ese momento no se podían educar porque las escuelas quedaban demasiado lejos de sus casas.
La construcción del Hogar Escuela Evita en los alrededores del barrio justicialista de Ezeiza, los hoteles de Chapadmalal y el Anfiteatro “Eva Perón” donde se entregaban los premios a los ganadores de los torneos infantiles, son algunos emblemas de esta Fundación.
Evita cuando les hablaba a los trabajadores les decía: “Nosotros prepararemos a los hijos para que sean conductores en la hora de los pueblos, cuya aurora comienza anunciando el mediodía brillante en que los pueblos tomarán las riendas de su propio destino”. Y agregaba: “Si alguien viese alguna grandeza en mis obras, yo declaro honradamente que no me pertenecen de ninguna manera, son obras de Perón porque yo no hubiera podido hacer nada, absolutamente nada sin él. Yo soy el pequeño gorrión de una bandada inmensa, a quien Perón, el Cóndor que domina las alturas enseñó a volar cerca del cielo”
Estas palabras, tan generosas por parte de Eva fueron retribuidas años después por el mismo Perón: “Yo tuve el mejor ministro sin cartera que fue Eva Perón”.
En la ciudad estudiantil se albergaba a miles de estudiantes. Contaban con bibliotecas, máquinas impresoras, salones de juego y centros artísticos y deportivos. Esta institución formó parte de la edificación de mil escuelas y la construcción de las ciudades universitarias.
En la localidad de Burzaco se construyó el primer gran Hogar de ancianos que ocupaba 32 hectáreas y brindaba ropa, comida, casa y terapia laboral a más de trescientos adultos mayores. Había talleres, enfermería, granja y establos, además de amplias y cómodas habitaciones. En poco tiempo se multiplicaron estos hogares hacia el resto del país.
Se creó la Escuela de Enfermeras, donde se especializaban en instrumentación quirúrgica, geriatría y pediatría. Luego de tres años de estudio eran enviadas a cumplir misiones hacia países como Colombia, Bolivia, Chile, Ecuador, Honduras, Paraguay, Uruguay, Austria, España, Francia, Israel, Turquía, Italia, Grecia, Hungría, Japón, Irlanda, Portugal, entre otros; donde recibieron ayuda solidaria de la Fundación. Se donaron camas ortopédicas, medicamentos, juguetes, alimentos y ropa entre otras cosas.
Se la puede ver a Evita llegando en Tren a Santiago del Estero, a Tucuman, a Córdoba, repartiendo juguetes a los niños y materiales para la construcción a los trabajadores, máquinas de coser, medicinas, y becas para los estudiantes.
Como bien explicó el mismo Perón la Fundación se llamó “de ayuda social” porque completaba la acción de la previsión social con ayuda a mucha gente que “no comprende la previsión social pero que tienen las mismas necesidades de los demás”
Fue un país solidario.
Ayer, hoy y mañana
En tiempos en que algunos portavoces del liberalismo desfilan por canales de televisión y apuestan a la destrucción del estado, la eliminación del gasto público y proponen “reformas” contra una supuesta “ineficiencia técnica del estado”; resulta imprescindible levantar las banderas de la Fundación Eva Perón, las obras iniciadas por Evita Perón, por Juan Domingo Perón y por el pueblo peronista.
No hay felicidad posible sin un estado presente, sin un estado que garantice la felicidad de los hijos e hijas de la clase trabajadora.
El país es un niño que tiene memoria, un niño que fue feliz durante esos diez años en que gobernó Perón, pero que luego fue censurado y proscripto durante 18 años. El país es un niño que tiene memoria, y recuerda, que en el año 76 fue apropiado por los milicos, que le cambiaron el nombre y le negaron la identidad.
El País es un niño que durante el gobierno de Alfonsín vio por televisión hombres con la cara pintada con corcho quemado, que vio llorar a su mamá porque no podía comprar ni una tira de pan y salió junto a su padre a saquear supermercados.
Estamos hablando del niño que se hizo grande y fogonero en los 90, a puro golpe, cagado a palos y con los bolsillos vacíos. Asesinado en el 2001, con su cabeza apoyada en el cordón de la vereda como una almohada demasiado dura.
¿Cuando fue que nos condenaron a la miseria, a la prisión, al exilio, a la desaparición, a la villa…así, de una, en un abrir y cerrar de ojos?
¿Cuando fue que comenzamos a deber miles de millones de dólares sin haber sentido en nuestros bolsillo un sólo billete?
Tal vez sea una buena ocasión para repensar la fundación Eva Perón, y mirarnos en los ojos de esos niños que ayer fueron campeones olímpicos y hoy viven arrojados a su suerte.