Desarrollo pesquero en Argentina: ni tan mal como suponemos ni tan bien como podemos
Por Elizabeth Pontoriero
El sector pesquero en Argentina representa un gran potencial para la generación de divisas. Durante los últimos años, los niveles de exportación se han incrementado de manera notoria, con la comercialización de la merluza y los crustáceos, especialmente, el langostino. Sin embargo, de acuerdo con un informe del Centro de Estudios para la Producción XXI (CEP XXI), desde hace dos décadas se evidencia un estancamiento en la producción total debido a cuestiones biológicas y ambientales que inciden sobre las reservas.
Según un informe sobre el sector de CEP XXI, que depende del Ministerio de Desarrollo Productivo, el comercio internacional de los productos pesqueros se incrementó durante las últimas décadas gracias a la integración en la economía global. Hoy Argentina está en el puesto 13 entre los mayores proveedores de pescado y crustáceos, por lo que, sin llegar a ser un actor central, dado que Noruega y China lideran con un 13,6% y 10,5%, respectivamente, su participación es muy prometedora.
La exportación pesquera argentina se caracteriza por la predominancia de ciertos grupos de especies, entre los que sobresalen, en el grupo de los peces, la merluza hubbisi con una representación del 69,7%; entre los crustáceos, el langostino con el 99% y dentro del grupo de los moluscos, el calamar illex, con una participación del 96,4%. Tanto el langostino como el calamar representan un alto porcentaje de las capturas de sus grupos y no suelen bajar del 95%. Asimismo, la centolla es la única otra especie que supera las mil toneladas anuales.
Sin embrago, si bien el sector pesquero argentino es superavitario en términos de intercambio con el mundo, a pesar de ser una característica de casi todas las especies, Argentina no exporta conservas y productos industriales, por lo que debe importarlos para satisfacer la demanda interna. Tan solo en 2019, llegó a alcanzar un valor de importación que superó los 96 millones de dólares.
Entre los principales destinos de exportación de pescado se encuentran España, que ha ido creciendo en sus compras desde 1997, China, que se convirtió en uno de nuestros grandes compradores desde 2012, y Estados Unidos. A su vez, otros países, aunque con menores niveles de compra, también, están incluidos en la lista de las relaciones comerciales con nuestro país, entre ellos, Brasil, Corea, Tailandia, Perú y Rusia.
De acuerdo con el informe citado, “la pesca en el Mar Argentino está compuesta principalmente por peces, con una participación promedio del 69% en el tonelaje de las capturas totales desde el inicio de los 2000 a 2019”. La principal especie capturada es, históricamente, la merluza hubbsi, que representa, aproximadamente, el 52% de los peces en las últimas dos décadas, mientras que las otras especies de importancia son la merluza de cola (14%), la corvina blanca (4%), la anchoíta (2%) y la caballa (2%).
Preservar las reservas
Precisamente, fue la merluza hubbsi (merluza argentina) la que impulsó el crecimiento de la actividad pesquera en la década de 1990. Por esta razón, desde ese momento comenzaron a tomarse medidas para lograr una explotación más racional y así evitar problemas de renovabilidad.
En esta línea, según detalla el informe, y siguiendo las medidas que se adoptaban en el mundo, en diciembre de 1997 se sancionó la Ley Nº 24.922, conocida como Régimen Federal de Pesca que, con el fin de desarrollar una captura más racional estableció la administración de la pesca por cuotas individuales transferibles de captura “que supuso la transformación del sistema de administración, fiscalización y control de los permisos de pesca vigentes” y permitió que los peces que eran considerados bienes de uso común debido al medio en el que se encuentran, pasaran a ser considerados “bienes con derecho restringido de explotación”.
Por su parte, el langostino, que tiene un gran valor comercial, demostró un importante crecimiento en grandes volúmenes de desembarco durante la última década y, también, impulsó el crecimiento en las exportaciones. De este modo, mientras que en 2008 se capturaron 50 mil toneladas, en 2018 se superaron las 250 mil, lo que significa que en 10 años las capturas se quintuplicaron.
Durante 2019, aproximadamente el 80% de la pesca de langostino se dio, específicamente, en tres puertos. Dos de ellos se ubican en Chubut: Rawson en primer lugar con casi 74 mil toneladas, 34% del total, y luego Puerto Madryn con un poco más de 72 mil toneladas; en tercer lugar, Puerto Deseado, en Santa Cruz, con un aporte del 11% del total. Asimismo, aunque en menor porcentaje, Mar del Plata con un 5% y Caleta Paula y Comodoro Rivadavia con un 4% cada uno.
Dado que por el incremento en el volumen de las exportaciones se han puesto en juego las reservas de langostino, se dispusieron “autorizaciones de captura para la especie y en límites por buque, la aplicación de vedas con límites móviles dinámicos en aguas adyacentes al Golfo San Jorge, y el establecimiento de uso obligatorio de dispositivos de selectividad y de condiciones de la maniobra de arrastre”, según se detalló en el informe el Ministerio de Desarrollo Productivo.
En este contexto, en 2019 y por pedido de Mar del Plata, las provincias con costa marítima integrantes del Consejo Federal Pesquero, entre ellas, Buenos Aires, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego, debieron reunirse para definir el modo de explotación del langostino. En estas reuniones se solicitó extender la zona de captura del langostino en las costas patagónicas para embarcaciones con asiento en esos puertos, sin embargo, las provincias del Sur se opusieron al pedido para poder preservar el recurso.
Futuro de las exportaciones
De acuerdo con el informe del CEP XXI, desde 2003 el crecimiento de la exportación se aceleró de una manera significativa con periodos de alternancia de altas y bajas, hasta lograr alcanzar un saldo positivo. De este modo, el sector de la pesca ha mostrado un aumento sostenido en los desembarques totales desde 2006, aunque en 2019, se produjo una baja con 214.769 toneladas, lo que significó un 15% menos con respecto a 2018, cuando el desembarco total había sido de 252.691 toneladas, situación que evidenció un estancamiento en el aumento sostenido del recurso.
El estancamiento en la producción está relacionado, específicamente, con razones biológicas y ambientales, lo que obligó a tomar medidas, como la implementación de límites en la captura para evitar que se agoten los recursos.
Según se citó en el documento, los investigadores afirmaron que el langostino, que es uno de los productos de mayor valor exportador, “es una especie altamente dinámica con cambios importantes en cuanto a la distribución de las concentraciones económicas rentables, cambios en la estrategia reproductiva, entre otros. Los resultados de las últimas temporadas de pesca, en cuanto a los rendimientos de langostino, el esfuerzo pesquero aplicado y los resultados de las campañas de evaluación realizadas desde marzo de 2017 indicarían que se habría alcanzado el límite máximo de extracción, con una pesquería que podría rondar en las 200.000 toneladas si se administra de manera precautoria”.
En esta línea, en la evaluación se demostró que se observan fallas en la regulación y el control en la captura de este crustáceo, las que deberán analizarse con urgencia para poder garantizar un manejo sustentable del recurso.
Con respecto al consumo de pescado en Argentina, el informe indicó que, según datos del Mercado Central de Buenos Aires, “aproximadamente el 82% del consumo doméstico de productos pesqueros corresponde a peces. Dentro de ese grupo, se destacan la merluza (de origen nacional) y el salmón rosado (proveniente de Chile). En segundo lugar, se ubican los moluscos, que representan algo más del 12%. Entre ellos se destaca el calamar. Los crustáceos explican algo más del 5% del consumo total, con predominio del langostino”.
En consecuencia, si bien es necesario potenciar las exportaciones pesqueras para generar más divisas, las estrategias que se tomen para eso deberán tener en cuenta los límites naturales de los recursos con el fin de garantizar la sostenibilidad.
El análisis expresado en el documento del CEP XXI, indicó que existen distintas alternativas para conciliar el comercio con la sostenibilidad. Por un lado, se podrían incrementar las exportaciones de langostinos, que tienen un mayor valor, en detrimento del resto de las especies, pero esto requeriría una evaluación previa de “la sostenibilidad de la explotación del recurso”. Otra de las estrategias, se relaciona con el aumento de la oferta exportable, por medio de la sustitución de especies para el consumo interno, especialmente, reemplazando la merluza por otras especies con menor valor exportador, de esta manera, habría más volúmenes de merluza para exportar. Sin embargo, para apoyar esta medida, además de impulsar un cambio en los gustos del consumidor local, sería indispensable comenzar a desarrollar la producción acuícola, que en nuestro país no se encuentra muy explotada hasta el momento.