Ragendorfer: de la Masacre de Pabellón Séptimo a las torturas en las cárceles en nuestros días
El periodista y escritor Ricardo Ragendorfer dialogó con AGENCIA PACO URONDO y recordó la Masacre del pabellón séptimo, en marzo de 1978. El jueves 14 de marzo pasado se cumplió un nuevo aniversario de los crímenes perpetrados. Además, el periodista reflexionó sobre la violencia penitenciaria en nuestros días.
AGENCIA PACO URONDO: ¿Qué fue Masacre del pabellón séptimo?
Ricardo Ragendorfer: El 22 de junio de 1992 yo publique en la revista Pagina 30 que editaba mensualmente el diario Página 12 un artículo que se llamó “El túnel de los huesos referido a una fuga que hubo en noviembre en el año anterior en la cárcel de Devoto. Siete muchachos de la denominada Súper Banda se escaparon por un túnel que iba desde un pabellón, por debajo de una calle interna del penal de Devoto y salía por una calle aledaña a la cárcel.
Según la confesión de uno de los prófugos que me narro en detalle toda la fuga, en el trayecto de dicho túnel encontraron un osario clandestino repleto de huesos que los impresiono muchísimo.
APU: Ahí se hizo publico el caso…
Deciden darlo a conocer. Le piden permiso, místicamente hablando, a esos muertos para poder pasar por allí y efectuar la fuga a cambio de contar la historia. Durante mucho tiempo creímos que esos huesos pertenecían a víctimas de terrorismo de Estado. Eran víctimas, pero no presos políticos detenido en Devoto sino presos comunes que habían sido asesinados en un motín.
De esa manera supimos que el 14 de marzo de 1978 ocurrió la masacre del pabellón séptimo. Dicho episodio fue el resultado de una represión llevada a cabo contra un grupo de presos que supuestamente se habían rebelado contra el mal trato ejercido por los guardias. La cifra oficial de víctimas fue de cerca de 70 muertos. Sin embargo, resulta que había muchos más y eran los huesos clandestinos enterrados.
APU: ¿Finalmente pudo catalogarse como crimen de lesa humanidad?
RR: El caso le interesó mucho a la abogada Claudia Cesaroni, a quien detallé oportunamente toda la historia. Ella amplio la investigación y por otra parte comenzó a litigar en la justicia la consideración de que ese hecho sea calificado como crimen de Lesa Humanidad.
APU: ¿Cómo analiza la violencia contra personas privadas de su libertad en las cárceles de la actualidad?
RR: En todas las latitudes y en todos los tiempos los presos sufrieron malos tratos. Las cárceles son un espacio de castigo y mal trato. La prisión es el lugar donde todos los seres humanos pierden todos sus derechos civiles y humanos. En nuestro país no solo sucedió en épocas de dictadura sino también en épocas de democracia.
Sin ir más lejos en nuestro país se vive una situación en Rosario caracterizada por un enorme mal trato en el penal de Piñero. Ese mal trato se caracteriza por requisas que incluyen torturas como la utilización de la picana, submarino seco y húmedo, golpizas crueles y otras prácticas aberrantes.
Morir en la cárcel
El 14 de marzo de 1978, cerca de 70 agentes penitenciarios realizaron una violenta requisa cuyo saldo fue la muerte de 65 personas privadas de la libertad que estaban en el Pabellón Séptimo de la Unidad 2 del penal de Devoto. Es considerada la peor masacre ocurrida dentro de una cárcel del país.
Aquella requisa fue en represalia por una discusión que habrían mantenido un detenido con un agente penitenciario por el horario en el que se debía apagar un televisor. El personal penitenciario reprimió brutalmente con palos, gases lacrimógenos y armas de fuego. Las personas privadas de la libertad respondieron lanzando objetos y usando sus camas para trabar las puertas y que los agentes no pudieran ingresar.
Por motivos que aún se desconocen, se produjo un incendio dentro del pabellón y las autoridades no sólo no actuaron para sofocarlo si no que cortaron el suministro de agua e impidieron el ingreso de los bomberos. Una vez que el fuego cesó, y a pesar de que muchos estaban asfixiados, la represión continuó.
La masacre fue inicialmente llamada como el “Motín de los Colchones” y se les atribuyó la responsabilidad a los detenidos, ignorando las heridas de bala que muchos de ellos sufrieron. La causa fue archivada en dos ocasiones, pero en 2014 se reabrió por iniciativa de la abogada Claudia Cesaroni junto a Hugo Cardozo, uno de los sobrevivientes.
La Sala I de la Cámara Criminal y Correccional Federal dispuso que los hechos se investiguen como delitos de lesa humanidad. En 2020 la causa fue elevada a juicio oral con cuatro agentes penitenciarios procesados.