Industria láctea: degradación de la sexta cadena agroalimentaria argentina
La brusca caída del consumo y la producción láctea, enciende las alarmas de una de las cadenas agroindustriales más relevantes del país por la cantidad de empleos que genera y por la importante contribución al arraigo rural.
Los diversos indicadores a la baja registrados durante el primer semestre del 2024, se deben en gran parte por la caída del consumo interno provocado por la consecuente pérdida del poder adquisitivo y el aumento de los costos operativos que afectan a la producción. También, por la decisión del gobierno nacional de abrir las importaciones de alimentos, sumado a la eliminación de los derechos de exportación para los productos lácteos.
¿Qué características tiene la industria láctea en nuestro país?
Argentina es uno de los países con mayor consumo de leche detrás de Estados Unidos, Nueva Zelanda y Uruguay. Sin embargo, en junio se produjeron 842 millones de litros, esto representó un 7,1% menos que en el mismo mes del año anterior y un 12,6% menos que en el mismo semestre de 2023.
Además, la cadena de valor láctea viene experimentando un declive en los últimos años. Según el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), el número de tambos en el país ha disminuido significativamente, pasando de 30.131 en 1988 a 9.735 a marzo de 2024. Esta reducción de unidades productivas, se debe en gran parte a la migración productiva de los campos, pasando de la producción lechera a la actividad agrícola.
Se debe destacar que la cadena de valor láctea presenta una distribución federal en todo el país, aunque hay regiones específicas con una notable concentración de productores. El volumen de producción y la conexión con el sector industrial contribuye a que su presencia se extienda prácticamente por todo el territorio nacional. La amplia distribución territorial, junto con la significativa cantidad de empleos que genera, sumado a la capacidad de generar arraigo en las zonas rurales, subraya la importancia de una de las cadenas agroindustriales más relevantes de nuestro país.
La generación de empleo en la industria láctea:
Como se mencionó, actualmente hay 9.735 tambos activos y 680 industrias procesadoras. Según estimaciones, la industria láctea genera un aproximado de 80 mil empleos directos y más de 100 mil indirectos. Estos más de 180.000 puestos de trabajo la posicionan como la sexta cadena agroalimentaria en volumen de empleos generados en Argentina.
Caída del consumo interno:
Argentina es uno de los países con mayor consumo de leche en el mundo, aunque ha experimentado variaciones significativas a lo largo de su historia:
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En el 2000, se alcanzó un pico de 227 litros/hab/año. Después de la crisis del 2001, el consumo cayó a 179 litros/hab/año en el 2003.
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Los últimos registros del 2023, indicaron que se consumieron 194 litros/hab/año.
El consumo de lts/hab/año en 2023 en comparación con otros países, estuvo en: Unión Europea consumió 280 (Suecia: 355 lts, Holanda: 330 lts.), Estados Unidos 278 lts., Nueva Zelanda 250 lts. y Uruguay 230 lts. Argentina se ubicó detrás de estos países con un consumo de 194 lts/hab/año.
Sin embargo pese a estar entre los de mayor consumo, el Instituto para el Desarrollo Agroindustrial Argentino (IDAA) afirmó que se evidenció una tendencia a la baja en el primer trimestre, comparado con el mismo período de 2023:
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Leches fluidas, caída del 19.6%
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Leches en polvo, cayó 30.4%
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Quesos, representan casi el 60% del consumo de lácteos. Caída del 10.4% en toneladas.
Estas cifras de caída del consumo, se explican en gran parte por la devaluación en diciembre de 2023 y por la consecuente pérdida del poder adquisitivo. El retroceso es notorio si se compara el salario mínimo, vital y móvil con el costo de la canasta básica de alimentos; ambas variables con registros a la baja, durante el primer semestre del 2024.
Por otra parte, a través del Decreto 697/2024, el gobierno nacional dispuso la eliminación definitiva de los derechos de exportación para los productos de la cadena láctea, un tributo que oscila entre 4,5% y 9% y que podría ayudar a amortiguar la caída que está sufriendo, principalmente, el sector industrial. Sin embargo, habría que observar el comportamiento de los precios en las góndolas nacionales, ya que estas disposiciones se enmarcan en un proceso más amplio de desregulación, baja de aranceles y apertura de mercados internacionales que no coinciden con una adecuada política agroindustrial.
Principales actores económicos de la industria láctea:
El nivel de concentración de la industria láctea en Argentina es significativamente menor si se la compara con el total mundial. Según OCLA, el top 5 de las empresas lácteas argentinas procesa el 36,2% de la producción total, en comparación con más del 80% que procesan las cinco mayores empresas a nivel global. La principal empresa en Argentina maneja el 12,5% de la leche, mientras que en otros países el rango está entre el 25% y el 90%.
En cambio, el sistema cooperativo industrial en materia de recepción de leche representa menos del 5%, cuando en el año 1994 recibía el 35% de la leche del país (casi el 50% de la leche en los principales países lecheros del mundo la manejan las cooperativas). Sin embargo, cabe aclarar que como sector primario, las cooperativas concentran en Argentina alrededor de un tercio de la producción total de leche.
Actualmente, más del 40% de la producción nacional está controlada por empresas multinacionales. En total, estas empresas procesan aproximadamente el 28% de la producción nacional.
Consideraciones finales:
El detrimento que viene atravesando la cadena de valor láctea en las últimas décadas no es solo una cuestión económica, sino un golpe profundo al tejido social de nuestros pueblos del interior argentino. Actualmente, tanto las unidades productivas como las industrias procesadoras, que generan cerca de 180.000 puestos de trabajo, brindan un sentido de pertenencia y arraigo a lo local. Siendo considerada la sexta cadena agroalimentaria en volumen de empleos generados, le aporta dinamismo y vitalidad a lugares que están a cientos de kilómetros de las grandes ciudades industriales.
El paisaje rural argentino sigue transformándose. De tener 30.131 tambos a finales de los ‘80, hemos pasado a tener 9.735 a mediados del 2024. Con esa metamorfosis territorial se desvanecen las esperanzas de todo símbolo de trabajo y progreso. La situación de la brusca caída del consumo interno, la apertura de importación de alimentos y la baja de retenciones a las exportaciones no son solo estadística fría; es la historia de comunidades enteras que luchan por sobrevivir en medio de una tormenta económica sin políticas de gobierno que protejan la industria nacional.
De continuar agravándose esta tendencia a la baja, una nueva ola de tambos y fábricas pasará a engrosar la lista de ruinas y taperas. Esta situación exige un llamado urgente a la acción, poniendo atención en cada eslabón de la cadena de valor. Es imperativo que se busquen soluciones que permitan revitalizar este sector crucial, devolviendo la vida y la esperanza a los pueblos que dependen de él.