Milei, el héroe cipayo

La fotografía oficial en política tiene sus particularidades que la distingue de otro tipo de labor fotográfico. Como elemento fundamental, a la imagen oficial la determina (o la debería determinar) la política de un gobierno, figura pública o institución. Entonces, lo que comunique ese equipo de prensa deberá transmitir de la mejor manera el objetivo político de alguna de esas 3 figuras.

En las imágenes oficiales de Javier Milei, la búsqueda está en un aspecto transgresor que se presenta a través de él mismo. El pelo largo y despeinado, la campera de cuero en días de calor, los pulgares arriba en fotos protocolares, son algunos ejemplos. Pero también encontramos, en las fotos más premeditadas, una búsqueda hacia lo heróico y la perfección. 

La imagen del héroe/prócer va en línea con su plataforma política en la que prometió liberar al país de lo que él considera el enemigo, el populismo. Milei como héroe puede verse en imágenes creadas con inteligencia artificial en las que su alter ego, el león, libera a los argentinos. Pareciera que los libera pero si vemos con atención la imagen, las personas entran a la jaula en vez de salir. Milei se presenta a sí mismo como un ser superior en tamaño que orienta a las personas hacia su destino.

También es el héroe de la motosierra que libera los dólares cortando algo que no está en la imagen. Este elemento ausente debería ser tangible porque las motosierras cortan cosas, no reducen presupuestos. La metáfora de la motosierra alude directamente a un corte de algo o de alguien. No dice pero insinúa, sugiere. ¿Serán las manos de los que le roban los dólares a los argentinos? ¿serán las cabezas de los trabajadores del Estado que se llenan de plata a costa de la “gente de bien”?

En la tercera imágen vemos a su alter ego dispuesto a matar ratas. El método (asesinar) pasa a ser lo literal y la metáfora se ubica en los personajes. En este caso, las ratas representan a la casta, a los ladrones del Estado. Cora Gamarnik recordó hace poco en una exposición en el instituto Gino Germani, que la comparación entre ratas y personas ya la había hecho el nazismo en su propaganda. Se buscaba la deshumanización del judío para justificar su asesinato. En las imágenes de Milei, la casta no suele tener cara ni referirse a nadie en particular. En los pocos casos en los que decide señalar a algún político o política los representa como zombies. También los deshumaniza.

El problema o el dilema que debería resolver el héroe Milei está en su contradicción. El presidente y su comunicación insisten en el uso de elementos patrióticos (la bandera argentina, los edificios gubernamentales) pero defenestran al Estado y enaltecen todo lo relacionado con Estados Unidos, nuestro principal colonizador cultural y económico. Otro acto poco patriótico es incluir dólares en las imágenes como elementos anhelados, como objetos de deseo. 

Hay una serie de fotografías publicadas en sus redes sociales que buscan la comparación con imágenes históricas nacionales. Una de ellas es la foto del Pacto de Mayo que compara con el cuadro “La Revolución de Mayo” pintado por Francisco Fortuny en 1910. En ese cuadro se representa la declaración de independencia de Argentina que establece la ruptura de los vínculos de dependencia política de las Provincias Unidas del Río de la Plata con la monarquía española. En la firma del Pacto de Mayo se establecen diez cláusulas que lejos de promover una independencia económica y política buscan flexibilizar normativas del país dejando la puerta abierta al ingreso desmedido de los capitales extranjeros.

Milei, el héroe cipayo, le suma otro condimento a su imagen oficial, la inteligencia artificial ¿Por qué usa y abusa de la IA? Crea imágenes que no existen, representando sus promesas de gobierno en ilustraciones irreales pero también retoca fotos existentes. Un ejemplo es la imagen de la firma individual del Pacto de Mayo donde trata de perfeccionar una foto correcta y real, agregándole un halo de luz que cae desde el cielo y retocándola para que parezca un cuadro. Prioriza la irrealidad de la imagen por sobre su anclaje con la realidad. El presidente imagina un futuro en el que esa imagen será reconocida como un hito en la historia del país y necesita que sea perfecta, es decir, irreal. 

Javier Milei sabe que algún día su presidencia va a ser estudiada en los colegios secundarios y en las facultades. Desde ahora, el héroe cipayo imagina su página en los libros (o en wikipedia) y quiere que sea como la de los próceres del siglo XIX que tanto admira. Proyecta un cuadro ficcional donde se lo vea salvando seres irreales de un destino inventado.