Tomás Trape: “Al comprar aduladores, la política consolida un sistema en donde el que da una mala noticia termina cercado”

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APU ENTREVISTAS

Tomás Trape: “Al comprar aduladores, la política consolida un sistema en donde el que da una mala noticia termina cercado”

03 Noviembre 2023

En diálogo con AGENCIA PACO URONDO, el politólogo Tomás Trape, a cargo de Encuentro Itinerante y Cabaret Voltaire, dijo que “algunos pensaron que la militancia era romperle la cabeza a la gente; cambiarle la manera de pensar, hablar, comer, coger y hasta amar. A mí me parece que es más escuchar en silencio y hacer algo con eso”.

APU: Vamos a lo inmediato. ¿Qué creés que va a pasar en el ballotage?

Tomás Trape: No sé qué pasará en el ballotage, lo único que sé es que el 2024 va a ser un año complicado para los argentinos en general y para los humildes en particular. Por lo pronto Massa corre con ventaja, pero tiene que salir a pescar 3.5 millones de votos que le van a resultar muy hostiles, mientras que Milei paga cara su inexperiencia y precariedad conceptual; realmente, parece un emergente de Taringa más que una opción liberal seria para Argentina. Recomendaría moderar la jactancia porque ahora en este mano a mano la elección se reinicia y la realidad es demasiado cruda como para sonreírle a la cámara sin que parezca una provocación. Espero que pronto se configuren tiempos mejores, son más de 10 años de estancamiento económico, pero la política parece seguir en su propio reality poniéndose por delante de un pueblo que acumula frustraciones: por momentos lo arrinconan a la locura.

APU: Hace rato venimos charlando acerca de los distintos signos de época que, de alguna u otra manera, podían presagiar este vuelco -momentáneo o no- hacia expresiones terribles como las Milei y su gente. ¿Querés comentar un poco sobre esto?

TP: Sí, claro. Es una época narcisista, hay algo de la técnica de la época que conduce a esos lugares y uno espera de la política, por definición, una grandeza que no demuestra. En lo personal predomina un sentimiento de orfandad, no tengo ánimos para sostenerle la espalda a ningún político, pero sí veo los peligros que representan los falsos profetas que pueden conducirnos a crisis terminales. Si la política como corporación no empieza a dar signos de respuesta, al menos de ubicación, el trauma solo se va a postergar. Hay algo subterráneo, turbio, caliente, que tarde o temprano se va a manifestar si no encuentra canales de respuesta. Va a brotar de la tierra y las palabras no van a servir de nada.

APU: En ese sentido, me acuerdo de algo que escribió hace unos años el filósofo argentino Eduardo Rinesi en su libro “Política y tragedia: Hamlet, entre Maquiavelo y Hobbes (que recomiendo con énfasis). Decía que la política es siempre una lucha por la palabra, por la definición misma de qué cosa deba ser entendida como una palabra. ¿Cómo ves esa idea en relación a esto último que comentaste?

TP: No lo leí, pero Rinesi es un tipo sólido. Sin dudas la política transcurre y lucha por nominar aquello que sucede. Me hiciste acordar a algo que le escuche a Mayra (Arena) cuando dice, “una cosa es hablar del pueblo y otra hablarle al pueblo”. Nombrar eso que pasa pero sobre todo dirigir la palabra genera una interlocución porque le das lugar al otro, no para que diga o sea lo que uno quiera, sino para escuchar y contener la diferencia. Milei encarnó la anomia, por eso su “que explote” suena coherente para muchos y el kirchnerismo había quedado en un lugar demasiado “cool”, un poco disociado y snob, algo que Massa tuvo en cuenta a la hora de ajustar su campaña. Hace mucho que se habla de pobreza y marginalidad como un fenómeno distante, con frialdad teórica o romanticismo impostado. Realmente debe haber sido insoportable escucharnos discutir, con paciencia infinita, si la inflación era un fenómeno multicausal o no, mientras se distorsionaba la economía, el sistema de precios y peligraba el laburo de millones. Está claro que la política no es el ágora que pensó Platón porque a los filósofos cuando la practican se los exilia o se los obliga a tomar cicuta, pero sin desatender la realidad material, tal vez como decís, se trate de representar, y en eso las palabras tienen mucho que ver. Está por verse entonces quién encarna mejor lo que a la mayoría de los argentinos le está ocurriendo.

APU: Hace rato venís pensando que el diálogo entre la política y sus comunicadores está viciado y aporta poco y nada. ¿Cómo lo ves el tema, en efecto?

TP: Creo que la política compra sus propios aduladores, se fabrican ficciones de las que cuesta salir y se generan dogmas que terminan cristalizados en identidades. Al comprar sus propios aduladores, la política va consolidando un sistema donde nadie da malas noticias porque los que las dan terminan cercados o cuando pueden hacerlo es demasiado tarde. Es un sistema que exacerba el cortoplacismo. Si la política no puede ver más allá de su propio algoritmo va a estar en problemas. Ni hablar de consolidar un proyecto de país. Tal vez intelectuales y comunicadores tengan que alumbrar por donde no se ve en vez de sostener el espejo de la autocomplacencia. Un intelectual deshonesto es el burgués más inútil de todos, no le veo sentido.

APU: ¿Cómo pensás actualmente a la militancia? Al menos la más cercana a lugares de poder, de decisión.

TP: Algunos pensaron que la militancia era romperle la cabeza a la gente; cambiarle la manera de pensar, hablar, comer, coger y hasta amar. A mí me parece que es más escuchar en silencio y hacer algo con eso. Mizzi y Paulinovich lo escribieron en una nota de Revista Uganda, el peronismo es más un movimiento de mujeres y hombres buenos que de revolucionarios. Lamentablemente hubo mucha confusión, mucho compañero que pensaba que por subirse a un tacho y decirle “facho” al conductor estaban haciendo un mayo francés… Igual, si lo pienso bien, el mayo francés fue eso, un fracaso. Tal vez la formación fue algo pospuesto porque no era necesaria con conducciones infalibles o porque también por izquierda se pensó que este era un país de mierda. Existe una tradición de pensamiento nacional que es necesario retomar sobre todo en este contexto donde el mundo se está desacoplando y Argentina tiene que encontrar su lugar en ese desorden. Las reflexiones sobre este país no empezaron hace 20 años y en esa conversación hay grandes aportes de peronistas, pero también de radicales y liberales, solo hay que leerlos para dejar de perder tiempo.

APU: ¿De qué va el streaming Cabaret Voltaire?

TP: Cabaret Voltaire surge de los space de Twitter como antídoto a todas las fracturas y malentendidos que generó esa red social. Fue una función nueva que apareció de la nada y nos puso a todos a hablar, en principio por aburrimiento porque fue durante la pandemia, pero que rápidamente tendió puentes. Ahí me reencontré con Otaku (Mauricio Vera) y se empezó a formar una proto-comunidad diversa en lo ideológico pero sobre todo muy federal con la que nos quedábamos conversando después de comer hasta la madrugada. Fue una manera muy linda de hacerse compañía cuando encontrarse con el otro era algo prohibido. Finalmente, a finales de agosto de este año llegó una propuesta de Brindis, el nuevo canal de streaming de La Capital, para armar un programa los domingos de 22 a 00 hs. Nos han recibido muy bien y el programa crece. Lo nuestro no es una carrera de velocidad, sino de resistencia. Por lo pronto estamos contentos de trasladar algo de ese espíritu de los space a este formato. No hay plan maestro, pero tenemos ganas de recibir a mucha gente, en definitiva de conversar. Por suerte en el camino hemos hecho grandes amigos, algunos ya pasaron, como Mayra Arena, Pablo Borda, Juan Ruocco, Ignacio Tesón, Rosca y Tinto, y otros estoy seguro que vendrán más adelante. Somos gente que cree en la palabra, en un país federal y sobre todo en el futuro. Nos estamos divirtiendo.