Murió Nelson Mandela, símbolo de la lucha contra el apartheid
Con 67 años de activismo político, 27 en prisión y cinco como primer presidente negro de Sudáfrica, la tenacidad y su compromiso con la justicia, su defensa de la democracia, la igualdad racial y su mensaje de reconciliación convirtieron a Mandela, premio Nobel de la Paz, en un admirado y respetado ícono global.
El carismático ex mandatario mantuvo viva hasta hoy su propia leyenda: la historia de un hombre que dedicó su vida entera a exigir respeto a los derechos humanos en un país castigado por el apartheid, un régimen de segregación racial impuesto por la minoría blanca en detrimento de negros, mestizos y originarios.
Nelson Rolihlahla Mandela nació el 18 de julio de 1918 en Mvezo, una pequeña aldea de Cabo Oriental, sudeste de Sudáfrica, y estaba destinado a ser un consejero del regente del reino Thembu, perteneciente a la tribu africana Xhosa.
Sin embargo, Mandela tuvo que trasladarse luego a Qunu, a 20 kilómetros de Mvezo, cuando su padre, un jefe tribal, fue expulsado por la autoridad colonial debido a una disputa, y más tarde a la localidad de Mqhekezweni tras la muerte de su progenitor.
De educación occidental, aprendió a rebelarse contra las leyes tribales antes que contra el Imperio Británico, que gobernaba Sudáfrica a principios del siglo XX.
Motivado por su conciencia nacionalista, ingresó en el Congreso Nacional Africano (CNA), partido con el alcanzó la presidencia de Sudáfrica décadas más tarde, convirtiendose en el primer presidente de ese país.
En Johannesburgo abrió el primer despacho de abogados negros y apoyó la estrategia de resistencia pacífica del líder indio Mahatma Gandhi contra las leyes cada vez más opresivas del apartheid.
La matanza de manifestantes en la ciudad sudafricana de Shaperville en 1960 fue el detonanate para que Mandela abrazara la lucha armada.
"Madiba" -nombre del clan de Mandela en lengua xhosa y con el que se le conoce popularmente en Sudáfrica-, viajó por Africa para recibir entrenamiento y recaudar fondos para el brazo militar del CNA, que él mismo dirigió.
Fue detenido en 1962 y procesado en el Juicio de Rivonia, en el que fue condenado a cadena perpetua en 1964, hasta su puesta en libertad en 1990.
Mandela fue la voz de uno de los mayores movimientos sociales en favor de los derechos humanos y logró atraer la mirada internacional hacia la Sudáfrica del apartheid, ejercido por los boers, los colonos originarios de Holanda, Flandes, Francia y Alemania.
Muchos de sus compatriotas no olvidan que sus palabras, tras su liberación el 11 de febrero de 1990, devolvieron la esperanza a una sociedad desangrada por las luchas étnicas en los guetos y la violencia de grupos paramilitares opuestos a un cambio de régimen.
"Los saludo a todos en nombre de la paz, la democracia y la justicia universal", afirmó entonces Mandela, ante miles de personas, desde el balcón del Ayuntamiento de Ciudad del Cabo.
Así fue como Mandela definió las pautas que hicieron posible una de las transiciones más pacíficas de Africa y que marcaron su labor de reconciliación junto al entonces presidente sudafricano, Frederik De Klerk, lo que les valió a ambos el premio Nobel de la Paz en 1993.
Desde su liberación, transcurrieron cuatro años para que llegara el fin del apartheid y para que Mandela se convirtiera, en las primeras elecciones multirraciales de Sudáfrica, en el primer presidente negro del país, cargo que ejerció hasta 1999.
Ese mismo año abandonó la política, aunque, a través de su Fundación -ahora el Centro de la Memoria Nelson Mandela-, el Fondo para la Infancia y el Fondo de la Lucha contra el Sida, entre otras causas solidarias, lo mantuvieron siempre presente en la vida política local e internacional.
Los sudafricanos, tanto negros como blancos, lo veneran y celebran con orgullo cada año el día de su cumpleaños -18 de julio-, efeméride que también celebra el mundo con el Día Internacional de Mandela, instaurado por la ONU en 2009.
El carismático dirigente se retiró de la vida pública en 2004, y entonces hizo una advertencia a todo aquel que quisiera invitarle a algún acto político: "No me llamen, ya los llamo yo".
Mandela, quien estuvo bajo vigilancia médica desde 2011, había sido operado en diciembre pasado de cálculos en la vesícula y asistido por complicaciones respiratorias durante las más de dos semanas en las que estuvo internado, hecho que generó rumores sobre su muerte.
Vivió sus últimos días entre Johannesburgo y Qunu, la localidad en este del país donde pasó su infancia.
Su última aparición pública fue en la ceremonia de clausura del Mundial de Fútbol de 2010 celebrado en Sudáfrica.
Padre de seis hijos fruto de dos matrimonios, vivió hasta su fallecimiento con su tercera esposa, Graca Machel, viuda del ex presidente mozambiqueño Samora Machel.
Fuente: Télam