Frente al inminente colapso sanitario local, el gobierno nacional decidió un retroceso de fase para Bahía Blanca
Por Diego Kenis
El gobierno nacional plasmó en un decreto, publicado en el Boletín Oficial en la noche del domingo 20, la decisión de implementar un retroceso de fase en la prevención de contagios de coronavirus en el distrito bonaerense de Bahía Blanca.
El sureño partido abandonará así el incumplido distanciamiento y volverá a transitar el aislamiento social preventivo y obligatorio, quedando en la misma situación que los municipios del Área Metropolitana de Buenos Aires, Tandil y General Pueyrredón, cuya ciudad más importante es Mar del Plata.
En sus considerandos, el decreto señala como factor determinante de la decisión presidencial que “en muchas localidades ha disminuido el nivel de alerta y la percepción del riesgo de la comunidad, lo que facilita la transmisión del virus”.
La prevención, agrega, implica “no solo la responsabilidad individual sino también la colectiva, para lograr el objetivo de disminuir la transmisión del virus y evitar la saturación del sistema de salud”, que –enfatiza- “podría conllevar un aumento exponencial de la mortalidad, tal como se ha verificado en otros países del mundo”.
Crónica de una crisis anunciada
El caso bahiense es, en ese sentido, ilustrativo. Con escaso acatamiento del distanciamiento social en espacios públicos y aumento sostenido de positivos detectados, el gobierno municipal optó por el negacionismo.
El intendente Héctor Gay (en la foto, junto a su secretario de Gobierno, Adrián Jouglard), de Juntos por el Cambio, realizó el viernes 11 un tour mediático en que calificó como “una locura” a los pronósticos de una inminente saturación del sistema sanitario local.
Horas más tarde, ya en la mañana sabatina del 12 de septiembre, se confirmó que mientras el oficialismo local negaba la realidad se producía el récord diario de diagnósticos positivos en la ciudad. Durante el fin de semana, los propios informes municipales graficaron la alta ocupación de camas en unidades de terapia intensiva (UTI) en el sistema de salud bahiense, que además debe atender a una amplia región.
Como anticipó AGENCIA PACO URONDO el lunes 14, con un ritmo de más de cien casos detectados por día como el que ya para entonces mostraba Bahía Blanca, la saturación de las UTI llegaría durante esa misma semana, dado que se estima que un 5% de pacientes requiere cuidados intensivos. Sólo una eventual liberación de algunas plazas podría evitar que el sudoeste bonaerense comenzara a mostrar escenas como las que se vieron en España o Italia.
Hacia el cierre de la semana, en efecto, una mujer reveló a los medios que cuatro nosocomios privados habían rechazado la internación de su padre, cuyo estado se había agravado tras contagiarse de COVID-19. Tampoco pudieron recibirlos en el Hospital Municipal, que ya había cerrado ingresos incluso antes de que el intendente que lo administra recorriera los medios negando riesgos de saturación. El paciente recibió finalmente atención en el Penna, que depende del gobierno provincial.
Fue una primera constatación de lo previsible. Pocas horas antes lo había advertido la Universidad Nacional del Sur, cuyo Consejo Superior aprobó el miércoles 16 una declaración en que manifestó su “preocupación sobre la situación sanitaria en Bahía Blanca y su impacto en la región” y solicitó a las autoridades que “arbitren los medios necesarios” para evitar “la consecuente posibilidad de saturación del sistema de salud”. Similar alarma compartían los intendentes de distinto signo político de toda la región ante el cuadro bahiense y la posición de su gobierno, dado que el sistema sanitario con sede en la ciudad debe atender a las necesidades de todo el sudoeste de la provincia.
Para entonces, resultaba ya ostensible que el principal obstáculo para diluir el incumplimiento social de medidas preventivas en Bahía Blanca era el negacionismo oficial expresado públicamente días antes por su propio intendente.
El viernes 18, una semana después de sus dichos, Gay debió retractarse y admitió que “la situación es límite y tiende a agravarse”. El jefe comunal también reconoció el trabajo del personal de la salud, al que pocos días antes fuentes oficiales pero anónimas hacían responsables de la crisis que al mismo tiempo negaban.
La madrugada del sábado 19 acercó la noticia del fallecimiento del médico Claudio Gaspari, víctima del COVID-19. “Pese a su minuciosidad y el seguimiento al pie de la letra de los protocolos, por estar en la primera línea de batalla contra la pandemia se terminó contagiando de coronavirus”, informaron sus colegas del servicio de emergencias SIEmPRE al despedirlo.
La frase conllevaba una respuesta a una publicación del diario La Nueva Provincia del viernes 11, que reproducía dichos de un funcionario municipal al que no identificaba. Las anónimas declaraciones calificaban como una “mentira” a las advertencias acerca del riesgo de un colapso sanitario local y adjudicaban la responsabilidad por la crítica situación a un presunto mal manejo de los protocolos por parte del personal de la salud, que en realidad venía alertando de la gravedad del problema que atendía sin descanso desde marzo.
Cuando Gay rectificó su discurso, en la mañana del viernes 18, faltaban menos de 72 horas para este 21 de septiembre y los temores pasaban por grandes aglomeraciones de jóvenes en ocasión del Día de la Primavera. “Necesitamos que eviten realizar reuniones sociales tanto en espacios públicos como privados”, dijo el intendente, al tiempo que pidió por el cumplimiento de prácticas preventivas. Pero no realizó ningún anuncio, ni fijó posición sobre eventuales nuevas medidas.
La determinación debió tomarla el gobierno nacional, que decidió el retorno de Bahía Blanca a la tercera fase de aislamiento social preventivo y obligatorio desde el mediodía de este lunes. El ineludible retroceso significará la interrupción de muchas actividades económicas y laborales, a las que el municipio bahiense no preservó con su discurso negacionista.
Al cierre de esta nota, en una conferencia de prensa ofrecida para explicar los alcances del retroceso de fase, Gay puso en duda los resultados de la medida. “Lamentablemente, las experiencias de cambios de fase no han dado resultado, sobre todo en ciudades grandes. Aunque sí en algunas más chicas, como Bragado. Pero en Mar del Plata, no”, señaló en la mañana de este lunes 21, al tiempo que dejó librado el éxito de lo dispuesto al comportamiento ciudadano.
En una ciudad con los antecedentes recientes de incumplimiento que tiene Bahía Blanca, poner en duda la eficacia de una medida preventiva no parece ser el mejor discurso para asegurarla.
(Foto: Prensa Municipalidad de Bahía Blanca)