“Esperemos que la ley sea el inicio de un cambio estructural y necesario”

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“Esperemos que la ley sea el inicio de un cambio estructural y necesario”

20 Diciembre 2014

Por Luciana Sousa (texto y fotografías)

Característico por su patio y su comida casera, el lugar es escenario de obras de teatro, pequeños recitales y exposiciones de arte visual y fotografía, con precios populares e incluso a la gorra. En este espacio se dictan también talleres culturales anuales.

APU: ¿Cuál es el proyecto de La Vieja Guarida? ¿Cómo se pensó y se realizó el proceso de abrir un centro cultural? ¿Qué dificultades encontraron?

Horacio Nin Uría: La Vieja Guarida nace como un proyecto con un grupo de amigos, a partir de conseguir una vieja casona en el barrio del abasto que rápidamente se transformó en sala de ensayos de música y teatro para nuestros propios proyectos artísticos. Luego empezaron a acercarse amigos artistas de distintas disciplinas buscando un lugar para ensayar o para mostrar lo que hacían y luego amigos de amigos y así, el lugar fue tomando vida propia… A la par hicimos alguna que otra fiesta para juntar plata (había que pagar el alquiler y otros gastos), hasta que empezaron algunos roces con los vecinos por ruidos molestos y demás y hubo que dejar de hacerlas…Así que empezamos averiguar cómo hacer para conseguir un habilitación, nos contactamos con algún que otro gestor, nos recomendaron el grupo de Abogados Culturales que recién arrancaba y a ellos acudimos. Tuvimos que hacer reformas y adaptarnos a exigencias de las lógicas que tienen que ver con medidas de seguridad post Cromagnon (accesos, matafuegos, planos de evacuación, luces de emergencia) y de las otras, acaso más caprichosas que tienen quizás más sentido para lugares de otras características o dimensiones (como definir un espacio escénico inamovible donde se efectuarán siempre los shows o estipular la cantidad de horas de música y teatro que pueden haber ya que la habilitación otorgada en nuestro caso es como “café-bar y teatro independiente”, no como “club de música” y mucho menos como “milonga” por lo cual cualquier actividad que incluya la danza no está permitida, aún sean dos personas que se estén moviéndo al ritmo de la música y esto ya es motivo de clausura) para finalmente obtener la habilitación (la provisoria, la definitiva aún la esperamos como tantos otros espacios, por lo cual nunca terminamos de salir de cierta situación de precariedad o clandestinidad que se presta a la interpretación del inspector de turno).

APU: ¿Cómo evalúan la política cultural de la Ciudad? ¿En qué lugar quedan el artista y el público? ¿Se beneficia o se perjudica?

HNU: Hasta ahora la política cultural de la ciudad es nula o peor, hay un claro desinterés deliberado hacia aquello que no da visibilidad que no tiene valor en términos de marketing turístico y electoral aún sea en detrimento del desarrollo de cualquier tipo de patrimonio o de desarrollo de identidad. En este sentido es paradigmático lo que pasó con la sala Alberdi y lo que pasa día a día con el estado de las instalaciones del Complejo San Martín en contraposición al apoyo que reciben otros espacios que se convirtieron en verdaderas apuestas de la actual gestión como La Usina del Arte o el 25 de Mayo donde todo huele a nuevo, o en el propio Teatro Colón donde en pleno conflictos gremiales se despliega una alfombra roja para que la farándula ostente sus glamour berreta en nuestra versión de los Oscar, los Martín Fierro. Los centros culturales (grandes, chicos, medianos, con y sin fines de lucro) no están exentos de esta lógica, lo que puedan aportar en términos de identidad barrial, de entramado social y en el fomento del arte emergente parece importar poco y nada… Al menos Gobierno de la Ciudad, claro, porque por suerte (o mejor dicho, por convicción) surgen como respuesta organizaciones como MECA, Artei, Escena, Cultura Unida, Abogados Culturales, entre otras, que armaron un proyecto de Ley de Centros Culturales que entró por iniciativa popular y con el aval de 30 firmas a la legislatura porteña y que luego de tanta lucha y tanta espera, el 18 de diciembre fue aprobado por unanimidad. Sin que el optimismo nos nuble la vista, esperemos que sea el inicio de un cambio estructural y necesario, y es por lo tanto motivo para festejar.