“Foucault vivió las revueltas juveniles de 1968 en Túnez, no en Paris”
Por Enrique de la Calle
AGENCIA PACO URONDO: Foucault viajó por muchas partes del mundo, vivió en diferentes países. En varias ocasiones se refirió a sus experiencias en Brasil y Túnez, en este último país africano lo encuentra las revueltas juveniles del 68. Considerando además su relación con Irán después: ¿Cuál es la influencia del tercer mundo en Foucault?
Edgardo Castro: Él escribe “Las palabras y las cosas” en 1966, es un libro que es un éxito académico e intelectual. Es una obra muy importante. Después él viaja a Túnez. Muchas veces no se tiene en cuenta que buena parte de la vida académica (y la obra) de Foucault trascurre fuera de su Francia natal (Alemania, Suecia, Polonia, Túnez). En 1966, decía, viaja a Túnez. Es la primera vez que se va a ocupar de una cátedra de filosofía. Estaba impresionado por el entusiasmo de los estudiantes (algo similar le pasó en Brasil). Se queda hasta agosto del 68. Más allá de la mitología, Foucault no estuvo en París en el famoso mayo francés. Todo el cuestionamiento juvenil a las formas autoritarias de la sociedad, lo vivió en Túnez. Él apoyó esos movimientos estudiantiles, y fue una de las causas por las que debió volver a Francia.
APU: ¿Cree que ese viaje a Túnez influye sobre su obra, sobre las investigaciones que venía realizando?
EC: Siempre es difícil y es parcial establecer una relación directa entre una cosa y la otra. Pero ciertamente ese año hay una transformación en el pensamiento de Foucault. Es el momento en que su obra se vuelve mucho más política. Y eso se debe también a su estadía en Túnez y sus repetidos viajes a Brasil. De hecho, Henrique Cardoso (intelectual y expresidente brasileño) fue invitado por Foucault a dar conferencias en Francia. Sus grandes referencias en el tercer mundo son esas dos. Entre otras cosas, empieza a interesarse por el tema de las prisiones.
APU: Decía que adhiere a las revueltas juveniles en Túnez. ¿De qué modo? ¿Es un militante de esa causa?
EC: El término militante es muy amplio, vino a reemplazar la idea del intelectual comprometido. Uno tiene que hacer una distinción de este tipo: Foucault ha sido siempre un militante de luchas específicas. No es un militante de las causas globales. Es un militante de causas específicas y transversales.
APU: En el caso de Irán, ¿se da un cambio en su pensamiento? Pienso que ahí sí se interesa por transformaciones más macro, para plantearlo de algún modo. ¿Cómo lo interpreta usted?
EC: Creo que no. No es un militante de “la” revolución, aunque hay lecturas que van en ese sentido. Él se entusiasmó con Irán al principio, donde vio una revuelta diferente a otras ocurridas en sociedades occidentales. Después empezó a tener dudas y críticas.
APU: Acaba de publicar el libro “Introducción a Foucault”. ¿Cuál es el objetivo de la publicación?
EC: Quería un libro que pudiera evitar dos extremos: que no sea sólo para especialistas ni que banalice los temas. Busqué un equilibro. Quise presentar con claridad los temas más complejos, la primera parte de su obra. Después hay temas más conocidos que intenté problematizar. Me parece que el capítulo más logrado es el tercero, que está dedicado a la filosofía política de Foucault. Me interesaban sus aportes más allá del concepto de biopolítica, cómo trabaja la noción de gubernamentalidad, las relaciones entre gobierno y verdad. En Foucault hay una filosofía del Estado. Él critica la subordinación del Estado al mercado y también su subordinación al partido o al movimiento. Y después él se interesó por el derecho de los gobernados, volviendo a conceptos clásicos que siempre son reelaborados. Pensar las relaciones entre libertad e igualdad, que siguen definiendo el juego de la política. Me interesaba hacer un aporte al balance de su obra a 30 años de su muerte.