La barrera linguística

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La barrera linguística

13 Septiembre 2014

Por Santiago Gómez

La construcción de la identidad latinoamericana, tiene una particularidad muy importante: el actor político y económico más fuerte de la región no habla el idioma de la mayoría. Si a esto agregamos que en Brasil “americano” significa estadounidense, nos damos cuenta que al hablar los brasileros ya se ponen no solo por fuera de América Latina, sino del continente. No pierdo oportunidad de conversar al respecto cuando escucho a un brasilero decir “americano”. Esto me recuerda, que acá en Brasil, las instituciones públicas no enseñan el descubrimiento de América, sino que la fecha histórica que las escuelas difunden es el 22 de abril del 1500, el día del “descubrimiento de Brasil”.

Hace unas semanas, conversaba al respecto con un amigo historiador, (votante de Dilma), y un colega de él que está haciendo un doctorado (trosko que va a votar a Marina). Estábamos en un bar barato de la Ciudad Baja, barrio que es punto de reunión de las noches de Porto Alegre. Conversábamos sobre la necesidad de fortalecer la integración latinoamericana, sobre la injerencia de Estados Unidos en la región y otra vez escuché decir “los americanos”. Como siempre hago, les señalé que al decir así se posicionan fuera de América y que eso dificulta la integración.  “Es que Brasil es un continente”, me respondieron, como tantas veces escuché. Pero no lo son, dije, y el doctorando respondió “qué tamaño hay que tener para ser un continente”. Contener a más de uno, respondí, me retrucó que Brasil son muchos países, y solo recordarle que Brasil no está rodeado por océanos puso fin a la discusión.

Cuando me levanté para ir al baño, se me acerca un treintañero disfrazado de jipster, señala la cara de Kirchner que llevo en la remera y me dice “a ese lo conozco, yo viví unos meses en Argentina, pero ahora no me sale el nombre ¿Es un actor, no?”. Vuelvo a la mesa dolido, cuento la anécdota, mi amigo ríe y el otro me pregunta quién es. Qué difícil va a ser, pensé si un tipo de treinta y cinco años, historiador, haciendo un doctorado en una universidad federal no conoce la cara de Kirchner. Qué están mirando en Brasil, les pregunté molesto. El trosko me preguntó si en Buenos Aires cualquiera reconoce a Lula. Le contesté con una pregunta. Le pregunté si me creía si le digo que en una Plaza de Mayo repleta cuando Cristina pronunció el nombre de Lula el pueblo aplaudió y me respondió que no.

La diferencia idiomática colabora con el cerco informativo que vive Brasil respecto a lo que sucede en la región. Solo quienes consiguen leer en español y tienen acceso a internet pueden estar al tanto de las particularidades que vivimos. Es frecuente escuchar a Lula repetir que para informarse de lo que sucede en América Latina tiene que ver Telesur, fuera de Brasil porque acá no lo transmiten, y propone la creación de una cadena de noticias similar. Sería más interesante que así como Brasil dobla programas de Estados Unidos, que hiciera lo mismo con Telesur u otra programación en castellano. De hecho, hasta ahora nunca encontré ni en San Pablo, Río de Janeiro, Salvador o Porto Alegre un canal en castellano en la televisión por cable, pero la CNN siempre está disponible en todos.

“Nosotros somos diferentes”

La influencia de los medios de comunicación en la imagen que tenemos de nuestros pueblos, se palpa con solo pasar de un país al otro y escuchar repetir los mismos argumentos. Así como escuchamos argentinos decir que el problema de nuestro país son “los argentinos”, acá dicen que el problema es que “son brasileros”. “El problema es que somos brasileros, no somos como ustedes que son nacionalistas, ustedes son una nación, sus empresarios piensan en el país”, me dijo otro amigo mientras conversábamos de política y se sorprendió cuando con mi mujer comenzamos a reírnos. Alguna vez yo también repetí lo mismo de Brasil. Él no me creyó cuando le dije que en Argentina eso dicen los medios de Brasil y me contó que acá dicen eso de nosotros. Basta con ver el Parlamento brasilero para responderse cuánto hay de cierto en que sus empresarios piensan en el país.

Tenemos por delante el desafío de construir una identidad latinoamericana y para eso es necesario que nos reconozcamos como iguales. Que nos reconozcamos primero, porque la imagen que nuestros pueblos tienen de los otros está distorsionada por la construcción imaginaria que las elites hicieron a través de la academia y los medios de comunicación. Hasta ahora no encontré un solo petista que no me dijera que Perón era fascista, cuando no, nazi. Necesitamos reconocer y combatir los efectos que el colonialismo ha tenido en nuestros pueblos y dirigentes, que nos llevan a repetir imágenes que no fue el pueblo quien las creó. Reconocer que somos parte de la misma historia que comenzó con la llegada de los colonizadores y las divisiones entre nuestros pueblos fueron producto de interese ajenos.

Para finalizar, con el objetivo de fortalecer la necesaria unión, porque nosotros también tenemos la dificultad de que la mayoría no habla portugués, y Brasil tiene grandes artistas, quiero compartir con ustedes un documental, “Onibus174”, de Jose Padilha, autor de Tropa de Elite, y otro llamado “Noticias de una guerra particular”, que dio origen a la película, a partir de la declaración del verdadero “Capitán Nacimento”, que se llama Rodrigo Pimentel y fue parte del comando especial BOPE. El BOPE es una fuerza de seguridad especial, que actúa en las favelas, y a la que el macrismo contrató para capacitar a la Metropolitana sobre cómo ingresar en las villas porteñas. Para terminar, uno de los grupos de música más poderoso que escuché hasta el momento. Nação Zumbi.

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