“La poesía tiene una búsqueda”

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“La poesía tiene una búsqueda”

31 Octubre 2014

Por Juan Ciucci

APU: ¿Cómo surge Turbantes?

Victoria Palacios: El proyecto inicial era un libro acerca de las distintas etimologías de las flores. De hecho, se iba a llamar: “La florería” (risas). Cuando empecé a investigar sobre distintas flores, trabajé con Historia de las flores, un viejo librito editado por Eudeba, con el que abro el libro, una cita que retoma la idea de la antología como colección de flores, cada poeta asociado a una flor, de ahí que en lo minúsculo pueda leerse cada poema como un pétalo. Investigando llegué a la etimología de la palabra “tulipán” que comparte la raíz de la palabra “turbante”, lo que me llevó a un lugar totalmente diferente. Comencé a trabajar con la cuestión velada de la femineidad, su construcción desde el lado oriental. Empecé a trabajar con un libro documental, Dῑwān, que recopila especies de diarios íntimos de las poetizas andaluzas. En la antigüedad, las poetas andaluzas para sobrevivir tenían que ser protegidas, odaliscas, maestras o directamente escribir para poetas hombres, generalmente integrantes de la nobleza por lo que sus nombres no trascendieron. Por otro lado, otro libro importante que me llegó ya para las últimas correcciones, fue otro libro de la evolución histórica de la flor nacional de China, el ciruelo, que pasa a Japón como la flor del cerezo. Estos libros me permitieron pulir cada poema y trabajar con otros costados que se cruzan. Al comienzo del libro está la cuestión de la etimología, pero al final vuelve de otra manera. Por otra parte, hay un poema central, que define la voz poética que me interesa resaltar, una voz colectiva que todavía aparece fragmentada, que remite a un paisaje incendiado, esto ya lo había trabajado en otra oportunidad, y vino con muchísima más fuerza, ese triste año 2007 con la multiplicación de casos de feminicidios.

APU: Hay poemas muy breves y otros muy extensos, ¿cómo resolviste esto?

VP: El libro tiene una base que luego se completó con otras lecturas y surgió de distintas líneas. Cada poema breve abre una serie. Esos poemas están hablando de la poesía en sí. Por ejemplo: por debajo de la flor del desierto como una estética, está la lectura de Leonidas Escudero. También trabajo con la idea del poema como mercancía de la poesía: la flor en una vidriera, algo que es muy sintético. La poesía, cuando se transforma en mercancía, pierde la contextualización, se transforma en universal. Lo que me preocupa, que probablemente se relaciona con esta mezcla, es que es un libro de difícil lectura. Yo no considero que mi escritura sea críptica,  tampoco mi comunicación, y sin embargo, el libro tiene esa traba, es difícil su lectura.

APU: ¿Cómo te diste cuenta de eso?

VP: Por mis amigos (risas). Es muy raro que alguien complete el libro, en el final está el poema que remite a la famosa imagen del puño y la ola. Llegar a ese poema resignifica lo anterior, si no se llega a leer eso no tiene sentido el libro.

APU: Vamos a recomendar la lectura completa, entonces (risas). ¿Con qué poesía contemporánea sentís hermanada tu escritura?

VP: Trabajo con el grupo de la Clínica de la poesía de la Biblioteca Nacional; el libro es parte de una colección. En el grupo no hay poetas de los que tienen mucha difusión, pero sin dudas escriben mejor que muchos de ellos: Alejandro Castro, Alejandra Aguirre, María Victoria Ramos, Tania García Olmedo, Jorge Alarcón, María Kril, Lucas Serra, William, y me estoy olvidando de alguno, cada libro es una joya. Siempre compartimos lecturas y ciertos modos de ver al poema. La Clínica la dirige Liliana Lukin, que nos trae del más rico material, en el marco de una lectura política que piensa la estética como una ética, en este sentido, un poema debería ser o por lo menos debería intentar ser autosuficiente.

APU: ¿Qué te interesa de las citas que incluiste en el libro?

VP: Cada vez que leo acompaño la lectura con comentarios que dejo en el libro. La cita es un disparador de una forma de ver; se desarrolla algo que te convoca y así surge el poema. No hay una idea tan conceptual en el poema, no es que pienso el poema y después lo trabajo, surgen y luego los trabajo. Las citas pueden ser el disparador, o también abrir, como en este caso, un mapa de lecturas posibles.

APU: Mencionaste a las mujeres reprimidas, ¿sentís que hay algo de la cuestión de género en tus poemas?

VP: Sí, Turbantes es lo velado, lo oscuro, tiene una estética detrás. Dudé de la palabra turbante porque me parecía cursi, pero claramente lo turbante es lo perturbante, lo siniestro. El libro tiene una carga oscura. Quizás lo que le falta al libro, que tiene que ver con las lecturas que lo atraviesan, es una voz activa que comienza a aparecer en los últimos poemas. Lamentablemente, está lo dramático de la pasividad; podría trabajarse desde una voz que interpele más. Su ausencia, tiene que ver con el trabajo de escritura, es parte de una búsqueda, todavía no encuentro esa voz que me parezca poética.  A la hora de hacer el pasaje a la poesía, me parece bruta, esa voz que interpela termina siendo violenta. Me pasa lo mismo cuando lo leo en otras poesías. Mi objetivo es que el poema no pierda belleza.

APU: ¿Cómo te acercaste al universo poético?

VP: Desde la canción popular, luego comencé a leer poesía. Desde Spinetta, Charly García, hasta algo más folklórico, quizás mi camino por diferenciarme de la música fue el primer paso en la conciencia del trabajo poético.

APU: ¿Eso te llevó a tener un trabajo sobre la escritura?

VP: Y después el estudio: leer mucho. La poesía no fue el primer intento de escritura, fue la narrativa, casi como un juego, pero la música quedó como latiendo ahí, y eso ya es parte de los roles que cada uno asume en una familia, el músico en mi familia, siempre fue mi hermano. Es un estado de fidelidad afectiva, eso también está en el libro.

APU:  ¿Qué opinás sobre las propuestas creativas de los talleres?

VP: Mucha gente que escribe va a talleres. Cuando era muy chica no quise ir a talleres. A los 18 años me dije que quería escribir poesía. Yo quería estudiar Letras, a mí me interesaba la teoría, la filosofía, la historia. Desde ahí, la poesía era la forma (inmediata) de plasmar ese universo. Ahora hay un “boom” de talleres literarios, propuestas innovadoras, pero en ese momento los veía repetitivos, era aprender una forma de escribir sin una búsqueda personal. Para mí la poesía tiene que ver con una búsqueda. La “Clínica de poesía” también nos influencia, en la colección, las temáticas y las formas se cruzan de algún modo, pero cada uno trabaja sobre un libro armado previamente. En mi opinión los talleres terminan siendo una  experiencia de autoayuda (risas).

APU: ¿Qué corrientes contemporáneas de poesía te interesan?

VP: Hay un montón de corrientes independientes, son más genuinas, se respeta la autonomía en esa búsqueda. Pero solamente se leen entre los mismos poetas, no hay una llegada masiva. Los libros circulan en las librerías, pero no sabemos cuál es ese público. Por otra parte, en lo personal, tuve muy malas experiencias con las editoriales independientes, no sé, seré yo (risas). Creo yo, que muchas veces termina siendo una inversión regalada, y algunas sé fehacientemente que no ganan poco. Y no sé si respondo a la pregunta, no creo en una corriente contemporánea que nazca de una propuesta o de una estética compartida, nacen de modos de gestionarse o editarse. La colección miliuna no forma parte de una editorial independiente, somos una cooperativa, todos apostamos para que circule el libro, pero no hay un fin comercial sobre nosotros.

Hay otros canales de difusión, pero no concuerdan con los canales que legitiman un poema, entonces no quedan rastros, sólo una máscara tonta que nadie recuerda. La cuestión de la performance es mucho más interesante, tuvo y tiene su función histórica, pero no todos los poetas tenemos voz y ganas de intervenir en un espacio público, esta cuestión tiene un plus significante que muchas veces paraliza. Es una cuestión delicada. Por ejemplo, para Vicente Zito Lema, entre otros, la poesía tiene que ser pensada para ser recitada: un poema que no se deja recitar hace agua. Está buenísima la idea, pero no todo el mundo tiene esa facilidad. O, incluso, no tiene entre sus prioridades esa búsqueda musical.

Bueno, este libro llevó mucho tiempo, ahora estoy escribiendo un libro completamente distinto. No tiene nada de poema narrativo, pero hay secuencias con pequeñas historias fragmentadas, se llama Perro negro.

APU: ¿Cómo pensás la relación de la poesía con otros géneros y por qué debería diferenciarse de otros géneros?

VP: Esa es una discusión histórica que todavía no se define. Tiene que ver con el valor del poema, la forma en que interviene en un espacio histórico determinado, la fuerza que tiene el poema para provocar alguna movilización, sin grandes pretensiones, se podría pensar en una pequeña intervención en una comunidad o en un barrio. En ese sentido es cuando sucede esa dimensión sagrada, cuando la poesía nos muestra un modo distinto de ver el mundo, y a su vez, una forma de transformarlo, una vieja idea de vanguardia: intervenir y embellecer el mundo. Además, es un trabajo desde lo físico, como cualquier otro.  Cuando se usa la poesía como un adjetivo, se empieza a justificar cualquier tipo de expresión como poesía. Cuando uno justifica que la poesía se use como adjetivo, otorgándola a un buen músico o a un artista, perjudica a los que trabajan sólo en poesía. La poesía no es solamente algo expresivo. Tiene autonomía en su especificidad, en el sentido de que tiene sus propios recursos para decir algo. Expresar un sentimiento de manera poética es hermoso, pero no necesariamente es poesía.

En cuanto a la vieja discusión entre la poesía popular y la elitista, es insoportable, aburrida. Lo único que hace es perjudicar a la poesía en sí misma. Es previa la discusión sobre lo que es “lo popular”, o sea, ¿es lo masivo? ¿lo que está atravesado por el espectáculo?, ¿es lo popular lo que representa la expresión de un grupo social?, ¿qué es lo popular?. Ahí está el problema. La elite cultural tiene determinadas características que no tiene la elite económica. La elite económica hoy es burda y chabacana. Son muchas las discusiones que están detrás. Cuando se traen estas remotas discusiones al hablar de poesía, lo único que se hace es perjudicar el trabajo sobre el lenguaje, que es el material de la poesía, en un sentido superador.

Poesías de Victoria Palacios - Turbantes

Extrañamente, dos niños, comenzaron este diálogo inaudito
sobre la regla y la excepción, en el aire fresco que separaba
las ventanas del hogar del balcón del mundo.
Su dominio inhóspito
se circunscribía a la acuosidad de la lunauterina
y sus manos se estiraban cada día
intentando rasgar, en su caricia desnuda,
el misterio del aquí, el misterio del allí.
-¿De dónde provienen la música?
Conspiraban, tendidas, sus piernas y sus libres piececitos.

Ninguna palabra posterior
podrá encontrar la simetría
necesaria
para surcar
la arquitectura secreta
del descubrimiento del amor.

***

Cuánto sufrimiento
puede entramarse
en los pliegues de lo diferente,
respiración
en este caso
es sustraerse
a una mecánica
de la esfixia
y recordar
tus negros ojos
-oscurecidos-
cerca de la mirada
última

***

Ella intentó prevenirnos
fue marcando el cerco
de fuego
bajo el cual sacrificarse.
¿Quién cerró la puerta?
¿Quién arrojó lo inflamable?
Y ahora, la seuqedad que observas, te mastica el alma
-Ningún río volverá a arrojarte a sus cauces
-Ningún mar te espera
Y nosotras, hermanas, intentamos apagar la hoguera
con nuestras lágrimas.
Ella intentó prevenirnos
fue marcando el cerco
de fuego
bajo el cual sacrificarse.