"La sexualidad en Foucault no se agota en lo biológico"
Por Enrique de la Calle
APU: La primera pregunta tiene que ver con un nuevo libro que salió sobre Michael Foucault con diferentes entrevistas al filósofo francés hechas en el último período de su vida. Una primera reflexión sobre el libro, qué sensación le quedó, cuáles son las temáticas que aborda.
EC: Ofrece en español textos que están reunidos en "Dichos y escritos", es decir que nunca fueron traducidos. Muchos de esos textos son entrevistas, otros no: son escritos que Foucault publicó por afuera de sus libros, varios de ellos muy importantes porque son parte del proyecto referido a la Historia de la sexualidad. La serie va a continuar con otros textos como, por ejemplo, un curso muy importante de Foucault en la Universidad de Lovaina en el año 1981, que se publicará próximamente. Pero este texto son entrevistas y trabajan en torno al proyecto de Historia de la sexualidad.
APU: ¿Usted es el responsable de elegir cuáles entrevistas van, cuáles no, cómo se el proceso de selección de material?
EC: Siempre tenemos una gran limitación que es qué textos están disponibles por derecho de autor. No todo está disponible porque algunos textos ya existen en otras traducciones, entonces esos ya están descartados. Y de los que quedan, mi trabajo consiste en elegir los textos, hacer la introducción y hacer las notas que contextualizan cada uno de ellos. Yo no los traduzco, los traduce un gran traductor de Foucault, quizás el mejor en la Argentina que es Horacio Pons, pero hacemos la revisión con la gente de la editorial, tratamos de tener una edición lo más cuidada posible.
APU: En este caso, el eje temático gira en torno a la sexualidad ¿Qué implica en la obra de Foucault ese conjunto de problemas?
EC: Gira en torno a la sexualidad y gira en torno a una noción muy importante en Foucault como es el gobierno de uno mismo, o sea las prácticas con las que nosotros finalmente constituimos nuestra subjetividad: pienso de tal modo, hago determinadas cosas, en fin. Otra noción en la que Foucault se interesa mucho en los últimos trabajos es la de veridicción, no es exactamente verdad, sino el decir verdadero. Los contextos, los modos, las prácticas del decir verdadero. La confesión es alguna de las prácticas, pero no la única.
Uno de los problemas que se plantea Foucault es por qué en Occidente estamos como obligados, sobre todo a partir del siglo XVIII, a decir la verdad acerca del sexo, cómo es esa relación entre sexo y verdad. Es interesante esa pregunta porque originariamente el primer tomo de la Historia de la Sexualidad se iba a llamar El Sexo y Verdad. De hecho, ese primer tomo -que es del año 1976- deja abierto como dos aspectos: este de la veridicción, de los modos de decir verdadero y las últimas páginas que plantean, por primera vez en los libros de Foucault, lo que después tomo mucho auge que es la cuestión de la biopolítca. Lo cierto es que después del tomo I de la Historia de la Sexualidad, Foucault retoma y trabaja intensamente el tema de la biopolítica, más o menos hasta los años 79-80. Pero después de ese período biopolitico, por decirlo de algún modo, vuelve sobre el problema de la veridicción y sobre el problema de los modos del decir verdadero y sobre esta noción de gobierno, que es un poco la respuesta de Foucault, una respuesta que buscó mucho Focault y que es el problema del poder. Que el poder no es fundamentalmente una ley, no es solamente represión, no se puede reducir a determinismo económico, sino que es este concepto de gobierno entendido como conducción de conductas. La sexualidad en Foucault no remite a un aspecto simplemente biológico, no se agota en lo biológico, sino que se toma de lo biológico para la construcción de una determinada subjetividad, con técnicas de gobierno y con forma de veridicción.
APU: ¿La sexualidad podría pensarse como una forma, un área de resistencia a este "gobierno de las conductas"?
EC: Algunas formas de la sexualidad, ciertamente. Pero somos mucho más normales de lo que nosotros creemos en ese sentido. ¿Por qué? Foucault decía en algún lugar que somos animales de confesión y es cierto, a la gente le gusta decir lo que le pasa, se encuentra incitada a eso: a contar, a relatar. En ese sentido, la construcción de la sexualidad tiene mucho más que ver con conductas inducidas que con prácticas simplemente represivas, no se trata de eso. En Foucault no hay una crítica grande al concepto de represión, eso no significa que no haya represión pero la tesis de Foucault es que en Occidente la construcción de la sexualidad no se puede explicar simplemente por los mecanismos represivos. Hay una incitación a hablar, sobre todo en el siglo XVIII, siglo XIX, hay lo que Foucault llama “un dispositivo de sexualidad”: la utilización del cuerpo de la mujer, la sexualización de las conductas infantiles, la penalización de las perversiones.
APU: En ese contexto, ¿cómo funciona el concepto de biopolítica?
EC: El concepto de biopolítica está planteado por vez primera en una conferencia en Rio de Janeiro, explícitamente en 1974 y después en sus libros aparece en Historia de la sexualidad I, del 76. En Foucault no hay un único concepto de biopolítica, pero la idea central sobre la que hay variaciones es que la biopolítica consiste en el gobierno de la población. Por ejemplo factores como la natalidad, la mortalidad, pero también las conductas económicas. En una etapa, Foucault superpone biopolítica y gubernamentalidad liberal, por ejemplo. En general, el concepto, refiere a la manera en que el gobierno de la población se convierte en una de las tareas a ejercer por parte del Estado. Ese es el núcleo del concepto de biopolítica. Ahora, el problema es cómo articular el gobierno de la población con el gobierno de sí mismo y es ahí donde la sexualidad cobra en la modernidad una importancia fundamental porque articula los dos problemas: la salud de la población y el manejo del cuerpo propio, individual. Después, sobre todo a partir de 1995, el concepto de biopolítica fue retomado por Georgio Agamben, Roberto Esposito o Toni Negri.
APU: En Francia hay ahora un debate importante sobre el matrimonio igualitario. Temas vinculados con la sexualidad forman parte de la agenda progresista en distintas partes del mundo ¿Volver a Foucault puede servir para pensar esas políticas públicas?
EC: En la conversación que tuvimos antes nosotros en relación con el primer volumen de esta serie de libros, me preguntabas dónde situar a Foucault políticamente. En una de las entrevistas Foucault plantea cuáles son las posibilidades de una política progresista, incluso en relación con su propio pensamiento. Foucault quiere separar algo que nosotros actualmente pensamos como un bloque, progresismo y humanismo. Él considera que su filosofía es anti-humanista: para Foucault el humanismo ha sido, creo que en una posición un poco dura, la prostituta del pensamiento, que no hay ninguna corriente que no se declare humanista. En su anti-humanismo plantea la posibilidad de una política progresista. Para esa política progresista le interesa la historización de las prácticas. Foucault quiere mostrar cómo esas prácticas se han constituido y cómo han cambiado; es la base de una política progresista que no necesita de una idea única de hombre o de un ideal único de humanismo para plantear cambios, para encontrar los problemas concretos.