La Tupac Amaru y su recuperación de las tradiciones ancestrales

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La Tupac Amaru y su recuperación de las tradiciones ancestrales

30 Enero 2016

 

Por Gabriela Canteros

Uno de los principales rasgos que destaca a la organización social Tupac Amaru es haber recuperado fiestas y tradiciones populares prehispánicas y mixturas de la colonización, supervivencias culturales que solo tenían un lugar aleatorio en la historia de Jujuy, que era la historia hispánica de Jujuy; y ahora cuenta con otra mirada.

Entre las fiestas populares que retomó, fortaleció y, en algunos casos, rescató del olvido están las siguientes:

Arete Guazu. Fiesta Grande, Carnaval de las yungas que renueva la mítica pelea entre el yaguareté y el toro, simboliza la supervivencia de los ritos y las culturas ancestrales ante el toro que representa a la colonización española. La batalla se renueva en una mítica lucha que se representa por dos personas, cada una toma las características de los animales y se realiza una lucha cuerpo a cuerpo, a modo de representación eterna y constante.

La mula ánima: símbolo de la moral, mezcla de culturas españolas y latinoamericanas, encierra la leyenda de que quien se case con su primo o su compadre se convertirá en la mula ánima, una mula gigante sin cabeza que arrastra cadenas durante la noche.

El duende: no es solo un romántico amiguito de los bosques suizos, el duende es el alma del niño que no nació, que viene en la búsqueda de los infantes no bautizados. Mixtura entre tradiciones.

Coquena: es el Dios de las llamas y los camélidos de la región, el los protege. En su representación, es una especie de duende pícaro que esconde armas y juega con los bienes de los cazadores. Hay versiones más drásticas donde el Dios puede cobrarse con vidas humanas la muerte de una llama.

El topamiento de comadres: parte de la celebración principal del carnaval, promueve el vínculo fraternal entre las mujeres de las tribus, el compartir la maternidad y fortalecer la unidad de la comunidad. También plantea la fuerza y fortaleza de las mujeres.

Ofrenda a la Pachamama: se celebra el 1 de agosto. En el año 2015 aún sobreviven, y en algunos lugares renacen con más fuerza, las viejas acciones que llevaban a cabo nuestros pueblos originarios. Agosto era un mes insigne dedicado a la Pachamama, madre tierra. Ahora los eventos se concentran en el primero del mes, pero anteriormente la celebración, como tantas otras, no tenía las fechas fijas del calendario escolarizado, sino que respondía a un ciclo de la vida.

El familiar: es un perro demonio de tres cabezas, o cinco, tal vez más, tal vez sea el mismo mandinga devenido en can. Por una especie de trato diabólico con los ingenios azucareros, el familiar se lleva la vida de un hombre solitario, sin parientes, lo que garantiza una buena cosecha según la leyenda. Tanto cree el pueblo obrero de los ingenios en la leyenda que todos los años, al iniciar la zafra, tiran un muñeco de tamaño humano al trapiche para que sea tragado por el familiar. Una leyenda trágica que está envuelta en misterios y cuenta con múltiples versiones.

Además de las detalladas, también se recuperaron de la tradición oral y tienen su lugar de exhibición en el Museo Tupac Amaru las siguientes tradiciones: la carrera de burros, la ofrenda a la apacheta, la vivienda Humahuaca, la flechada, la manteada, la pastorcita, la peregrinación a la Virgen de Punta Corral, el carnaval quebradeño, el casamiento, la minga, la manca fiesta o fiestas de las ollas, el ucumar, entre otras.

Todas estas tradiciones olvidadas o segmentadas para su estudio por otros espacios son la esencia cultural de la organización Tupac Amaru, y algo trascendental y actual, que ha sabido promover este movimiento inclusivo no solo adhiriéndose, sino organizando todos los años: la marcha del orgullo gay, enfrentando la más burda discriminación social que sufrían y aún sufren en una sociedad tradicional la comunidad gay, trans y lésbica.

La Tupac Amaru no es una organización que hace casas y corta rutas, es un espacio cultural que integró a los jujeños excluidos y personas de otras provincias que necesitaban ser reconocidos como sujetos culturales, con la oportunidad de celebrar y practicar sus tradiciones, en el marco de una comunidad, sin ser perseguidos, sin ser estigmatizados, sin ser señalados por poseer una profunda tradición cultural, diferente a la del resto.

De esto se trata ser parte de una organización social, de una identidad cultural, diversa, única e inclusiva.