“Los trenes pintados por los chicos me gustan más que como vienen de fábrica”

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“Los trenes pintados por los chicos me gustan más que como vienen de fábrica”

06 Junio 2014

Por Pablo Russo

El fenómeno, si bien conocido por Rocambole, no deja de ser llamativo: centenares de jóvenes se acercaron a la exposición atraídos por la mítica figura de un ex integrante de la Cofradía de la Flor Solar y autor de casi toda la iconografía ricotera reproducida en remeras, banderas y afiches al por mayor. El arte popular entra al museo, y lo hace de la mano de sus descamisados consumidores. Pibes y pibas que por primera vez pisaban ese lugar, lo hacían vestidos de etiqueta para la ocasión: la simbología de Rocambole estaba no solamente en las paredes sino en los busos, remeras, gorras y mochilas de quienes deambulaban por las salas del recinto público.

En las paredes colgaban reprografías, trabajos en tinta y acrílicos sobre tela del platense, quien actualmente es Prosecretario de Arte y Cultura de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). El Mono se hizo presente, pocos minutos después de las 20 horas del viernes 30 de mayo, en el auditorio colmado del lugar. La introducción oficial estuvo a cargo de Pedro Báez, Ministro de Cultura y Comunicación de Entre Ríos, quien le agradeció su presencia y terminó con un “Aguante Rocambole, aguante Los Redondos”. Ricardo Cohen habló -como quien conversa en una mesa de café con los presentes- sobre la importancia del arte para elevarnos de lo cotidiano y de la vida materia en busca de la felicidad; del dibujo que comienza en la etapa de los dos años y medios de vida pero que luego la educación formal parece atrofiar (al igual que la música, la danza y otras artes); y de la importancia de desarrollar el arte en democracia y defender lo nuestro frente a lo foráneo. Se refirió también a su experiencia con la Cofradía de la Flor Solar, con el grupo Patricio Rey surgido de esa comunidad artística, e hizo alusión a la ecología y a la igualdad de géneros como temas tomados por ellos mucho antes de que pasen a ser “cuestión de Estado”. En ese marco, también opinó sobre la polémica respecto a los grafitis en los trenes, y dijo que “le gustan más pintados por los chicos que cómo vienen de fábrica”, lo que despertó el aplauso de la concurrencia. Finalmente, mostró unos videos de sus trabajos: todas las tapas de los discos de Patricio Rey en las que participó y videos realizados para ser proyectados en los recitales de Skay Beilinson. Mientras algunos seguían la recorrida por sus obras, Rocambole se tomó todo el tiempo del mundo para firmarle discos y afiches y sacarse fotos con los chicos que se le acercaban.

Rocambole y las pantallas

El texto que acompaña la muestra, y sobre el que también reflexionó Rocambole en su charla, hace referencia a la virtualización de la vida y a la invasión de pantallas como prótesis audiovisuales en nuestra contemporaneidad, su relación con el arte y con el olvido. He aquí la transcripción:

El Sol será un recuerdo, la lluvia siempre fue ácida, pensaremos.

Algunos recuerdos se colarán en nuestros cerebros, pero ya no sabremos si son nuestros o implantados, si lo vivimos o sólo lo vimos en una pantalla ya que existimos rodeados de pantallas. O creemos que existimos.

Las prótesis audiovisuales se habrán adherido al cuerpo irremediablemente, lo han prolongado, insensibilizado, hasta hacerlo desaparecer.

El hombre multimedia envuelto en luces y sonidos, fundido en sutiles experiencias táctiles y electrónicas fragancias, ha sido finalmente anestesiado para su atomización.

La niebla producida por las emisiones tóxicas impide ver el amanecer.

La solución es retransmitir el amanecer en pantallas gigantes distribuidas por la ciudad. El amanecer rojo en un fragmento rectangular, entre la niebla gris. Sólo unos segundos para mirarlo, mientras nos encaminamos a ser desmantelados.

¿Se reduce lo virtual únicamente a los mecanismos de simulación impuestos desde los centros de poder en la permutación de signos o hubo una condición propia del arte que estimuló la convivencia entre lo real y lo ficticio? ¿Existieron relaciones de connivencia y complicidad entre este mundo de simulacros amnésicos, las prácticas artísticas y los modos que importó el consumo global? ¿Habrá contribuido a la mixtificación y destrucción de la memoria?

Todos tuvimos pantallas para olvidar. Una vez olvidadas, fue ya imposible la posibilidad de experimentar esas sensaciones que nos daban la vida y que justificaban nuestra existencia como humanos. Una vez aceptada la vida en red y la cultura entretenimiento, todo fue más fácil.