Maratón de cine: El gato negro, Betibu, El crítico
Por Carla Moriana
El gato negro
Domingo por la tarde, sala llena, cine Gaumont. El gato negro. Narración. Gastón Gallo, el guionista y productor ilustra en la proyección un ingenio azucarero de los años 50. Allí inicia la historia de un provinciano tucumano, que como tantos ve a Buenos Aires como el lugar donde los sueños se hacen realidad. Que sobrepone sus ambiciones por encima de los valores familiares o sociales. En tres escenarios históricos diferentes, pre-dictadura, durante el gobierno militar y en el regreso a la democracia. Tito Pereyra, el protagonista, no está exento de la realidad, aun así su ímpetu y personalidad desplazan a un segundo plano el escenario histórico, es un relato individual, un espíritu noventoso el de Pereyra, frívolo, ambicioso y sin memoria histórica. Mezcla de relatos populares de los ingenios azucareros, mitos folclóricos de el familiar. El viaje en tren, el viaje en avión, el viaje de Tito de la infancia pobre a la adultez millonaria, de la carencia al exceso y las extravagancias. El único compañero cierto y cercano a su personalidad, un gato negro. Una mujer bonita (Leticia Bredice) que es un fetiche más para su visión de paraíso personal. Y finalmente o desde el principio; la tragedia. Como si la riqueza le estuviera vedada a los pobres por excelencia, y poseerla tiene un alto precio, que la salamandra se sabrá cobrar. El relato intenso, los personajes intrigantes, los actores apasionados, el final absurdo y predecible, la película relata con exactitud el sueño provinciano del éxito en la capital nacional de la oportunidad: Buenos Aires.
Betibu
El policial soñado, la continuidad de los parques, Cortazar revolotea en el guion y en la atmosfera. Los romances que no se dan pero que permanecen en el clímax de la película. Los escenarios y la fotografía nos instalan con una cámara tan cercana que somos el cuarto periodista que investiga los hechos. La escena de los perros hacía falta para descomprimir, también la escena de jazz. El relato inconcluso y el suspenso le dan a la película el último giro necesario para quedar atónitos, no le tenía fe, pero Betibu responde a las necesidades cinéfilas de un policial con toques de comedia y con sencillez, sin extravagancias. Los escenarios literarios y el fantasma de los noventa en el espejismo de oasis artificiales que representan los countries completan la escena.
El crítico
Solo para cinéfilos, los demás abstenerse. Pensé en Woody Allen, un homenaje lógico e ineludible para citar el cine con el cine. También Cinema Paradiso se cruza en las citas. El personaje de Dolores Fonzi me recuerda a un Elizabethtown o Todo sucede en Elizabethtown, según la mala traducción que nos siente mejor. El personaje principal pretencioso, intelectualoide y arrogante, llega a atrapar, aburrir también. El final ayuda, el principio también.