Museo de la novela futura: Alberto Vanasco por Jorge Hardmeier
Por Jorge Hardmeier
En 1947 un extraño sello editorial denominado HIGO - Hotel de la Inteligencia, la Gracia y la Originalidad – publicó, en una modesta edición, la novela de un joven escritor, Alberto Vanasco. La obra se titulaba “Sin embargo Juan vivía” y pasó desapercibida. Fue reeditada en 1967, con prólogo de Noé Jitrik y esa sigue siendo, hasta la actualidad, la última edición, hecho que arroja un manto de sospecha sobre el canon de la literatura argentina y sus académicos constructores.
Las dos décadas que separan la primera edición – prácticamente invisible - de la segunda generan ciertos errores de perspectiva. Antonio Di Benedetto, en cierto festival de cine y durante la década de 1960, abordó a Alain Robbe - Grillet, el gran maestre del Nouveau Roman francés, esgrimiendo que los postulados narrativos de dicha escuela habían sido elaborados, previamente, por él, escritor mendocino. En cierto modo, tenía razón. El detalle es que, diez años antes de que Di Benedetto publicara su primer libro, Vanasco, con “Sin embargo Juan vivía”, ya había sentado – sin proponérselo - dichas bases. De todos modos, esto responde a la típica actitud argentina del adelantado, situación que se dio también con Rodolfo Walsh, enarbolado por la crítica vernácula como antecesor de la non - fiction frente a la figura tan norteamericana de Truman Capote. La literatura argentina es periférica. Nada de esto interesaba a Vanasco, precursor silencioso, al fin y al cabo, del tal Nouveau Roman francés.
“Sin embargo Juan vivía” posee ciertas peculiaridades que, más que ubicarla como un antecedente de la escuela francesa, la transforman en una novela de excepción: uno de los procedimientos “experimentales” – Saer: “la literatura es experimental o no es” - de la novela de Vanasco es que está escrita en segunda persona – Michel Butor, otros de los popes del Nouveau Roman ejercitó esta técnica diez años después, en su libro emblemático: “La modificación” – y en tiempo futuro: “Cuando llegues (a las diez menos cuarto) te encontrarás con la muerte de tu hermana, con varios policías y las primeras páginas de la novela”. Por una parte, el narrador va digitando la acción de los personajes, por el otro el tiempo narrativo hace que todo sea posibilidad, por tal motivo Jitrik calificó a esta obra de “novela conjetural”. Vanasco – estudioso de la obra de Hegel – es coherente, entonces, con el epígrafe de su novela, una cita de Martin Heidegger: “La existencia se proyecta en lo posible, elegir es su destino”. Y el protagonista, por otra parte, se encuentra en proceso de escritura de su propia novela, por lo cual la propia obra de Vanasco y el texto del protagonista, oníricamente, se funden hasta hacerse indiscernibles. “Sin embargo Juan vivía” responde a cierta estructura de la novela policial pero pasada por el tamiz del surrealismo – Vanasco era catalogado, en el contexto de su obra poética, como un autor surrealista – y el absurdo. Hay un asesinato: el de Genoveva, hermana del protagonista. Las culpabilidades van variando de uno a otro de los personajes del entorno.
En “Sin embargo Juan vivía” hay un desplazamiento completo de tiempo, personajes, acciones y espacio – de hecho, los hechos transcurren en un lugar que resulta ser, en ciertas ocasiones, la sierra, y en otras, la ciudad.
En esta novela se presenta la multiplicidad de posibilidades del espacio y del tiempo. Todo acontece en diversos planos. Vanasco, tal vez, escribió la novela que Jorge Luis Borges esbozó en varios de sus textos y siempre se abstuvo de escribir. Un cabal ejemplo sería, tal vez, “El jardín de los senderos que se bifurcan”.
Alberto Vanasco escribió esta novela, con ciertos tintes surrealistas, cuando la literatura estaba monopolizada por el realismo. En ella, asimismo – siendo esto, quizás, un legado de Macedonio Fernández – hace explícito el artificio de la construcción literaria, oponiéndose a cierto naturalismo y, también, a la novela psicológica. Esto mismo fue denunciado, décadas después, por Néstor Sánchez: “mentira haber estado cuando se produjo ese diálogo entre los personajes, mentira que esté escribiendo un ferroviario”.
Alberto Vanasco nacerá en 1925 en Buenos Aires y, luego de escribir una serie de novelas, libros de poemas y obras de teatro, relacionarse con el grupo surrealista argentino y contactarse con el Grupo Poesía Buenos Aires, morirá en esa misma ciudad en el año 1993.
Jorge Hardmeier (1968) es escritor. Publicó en colaboración los libros “Artaud para principiantes” (1998) y “Edgar Allan Poe para principiantes” (1999). Editó tres libros de cuentos: “Sobrespejos” (1998), “Animales íntimos” (2002) y “Arquitectura antigua” (2011). Formó parte de la antología “La erótica del relato. Nuevos escritores de la literatura argentina” (Adriana Hidalgo, 2010). Escribió una obra de teatro, “La maniobra”, estrenada en 2010. Colabora con sus entrevistas y ensayos en diversos medios y fue cofundador de las revistas “El Anartista” (1999 – 2006) y “Expreso Nova” (2002-2008) Es el editor de la editorial “Expreso Nova Ediciones”. En breve editará su primer libro de poemas, “Juguetes antiguos”.