“Roca es una excusa para otras discusiones”
Por Juan Ciucci
APU: En los últimos años, la figura de Roca está siendo discutida socialmente. ¿Cómo analiza esa disputa?
Eduardo Leonardo Hiriart: La discusión social de una persona o momento históricos es un hecho político, no del campo de la historia, necesito definir este concepto, porque para hacer revisionismo histórico uno debe forzosamente conocer los hechos, es decir, haberlos al menos leído.
No me parece que haya interés alguno en el presente en conocer los hechos al momento de las últimas reivindicaciones y declaraciones, y me da la impresión de que hay otras razones para movilizar esto, porque desde algún lugar se lo está movilizando. A la gente en general le importa cada vez menos la historia y eso es un resultado “positivo” de un mal sistema educativo. El encomillado es porque un resultado positivo de un mal sistema, no es un gol a favor.
Partiendo de la hipótesis de que nuestra clase dirigente ha perdido la ética, concepto que puede o no ser compartido por otros, a ningún dirigente político argentino le sirve que sus dirigidos sean independientes y es sabido que una de las primeras libertades del hombre, después de la casi natural de ganarse el sustento con su trabajo, fue aprender a leer y escribir, el abrir la puerta al pensar por uno mismo, a tener cada uno su propia voz.
Esto, que parece no tener que ver con la pregunta, tiene para mí todo que ver, porque el tema de estas preguntas es que una persona que no acostumbra a trabajar con historia podría pensar que son fáciles de responder, pero una que lo hace, necesitaría definir un marco histórico, que en este caso, habiendo aclarado que esta discusión es en términos políticos, sería en realidad un marco ideológico.
Resulta que entiendo que la historia es fundamental en la construcción de las voces del pueblo. El nacionalismo bien entendido como el amor profundo a lo que es de uno, abreva en la historia.
Habiendo definido más o menos el marco comienzo a responder: Roca es, me parece, una excusa para otras discusiones. La base de discusión es considerarlo el responsable de la campaña al desierto dando como hecho que eso ha sido un proyecto personal funesto. Se asocia a nivel comparativo este proceso con la Dictadura del 76/83, elemento que voy a dejar de lado para llegar algún día a una respuesta.
La guerra de fronteras contra el indio es un proceso histórico de tres siglos, con varios períodos el último de los cuales es el avance que comienza en 1876 el Ministro Alsina (ex Gobernador de Buenos, ex Vicepresidente de Sarmiento y ex contrincante de Avellaneda en las elecciones de 1874) y, al fallecimiento de éste, continúa Roca. Este avance de fronteras hasta el Río Negro se hace en cumplimiento con una Ley de Sarmiento de 1868.
No es Roca el que decide este proceso sino la Nación Argentina. El indio en esos años se leía como un enemigo temible que venía mayormente desde Chile a robar ganado para venderlo allá, con la vista gorda del gobierno trasandino, que en esos años no tenía buenas relaciones con Argentina.
No sé si Roca era una mala o una buena persona, sé que hay que saber mucho para hacer un análisis histórico y sé que la mayor parte de quienes discuten socialmente a Roca lo sacan de su contexto histórico y hablan sobre él con lo que saben por haber escuchado que dicen, no historiadores, sino dirigentes políticos en la radio o la televisión.
Para un sector de la dirigencia actual Roca es el prócer emergente de la oligarquía actual, que apoyó el golpe del 76’, y por eso es un genocida.
¿Por qué Rosas, que con más ganas que Roca y mejores resultados numéricos mató indios durante su campaña de 1833 no es considerado un genocida? A mí me parece que por dos razones, una porque no era militar en el sentido que lo era Roca, es decir, la Dictadura no explotó su imagen y su memoria, y otra que Rosas, gran matador de personas que opinaban diferente que él, es actualmente y desde que se repatriaron sus restos, ideológicamente correcto.
APU: ¿Cómo interpreta las reivindicaciones de su figura de líneas historiográficas divergentes como la del liberalismo (La Nación) o la línea nacional popular (Abelardo Ramos)?
ELH: No me consta que estas líneas sean tan historiográficas. Creo que el componente ideológico de esta discusión es tal que supera al histórico. Se están discutiendo otras cosas cuando se discute sobre este tema, el análisis de algunas de ellas está fuera de mi alcance.
APU: ¿Hay elementos positivos de la figura de Roca que le parezca rescatar?
ELH: Creo que fue un personaje de su tiempo y tuvo una visión de País. Noto en su gestión el esfuerzo por llevarlo adelante. Rescato el concepto de la moneda nacional como elemento soberano, el esfuerzo que caracterizó a su generación por sumar los adelantos de la época, la separación de la iglesia en temas de la educación, etc,
Esa época era más ruda que la presente, los instruidos eran casi una clase social, la vida de la gente valía muy poco, especialmente la de los pobres (si es que esto ha cambiado)
Analizar las actitudes de esos tiempos con los códigos de los nuestros es una trampa al entendimiento, precaución que las discusiones sociales o políticas no tienen con los hechos históricos.
Me niego rotundamente a ser pro u opo de los hechos o las personas históricos, dejo eso a los políticos. La historia y nosotros mismos, deberíamos entender que el hombre tiene fortalezas y flaquezas y las sociedades también.
APU: En el marco del trabajo del museo, ¿cuál es el análisis de la campaña? ¿Comparten la noción de genocidio que se le adjudica?
ELH: Trato de no poner los hechos en los planos de bien/mal. Nuestro país hereda las responsabilidades de lo que se ha hecho mal y los vencidos no son “buenos” y los vencedores “malos”. Roca no es el malo de la campaña al desierto, porque si hubo un malo fue Argentina y si hubo un genocidio nosotros somos los responsables. Tengo mucho cuidado al hablar del tema, porque soy un buscador de la verdad utópica, como todo historiador. Entiendo que a la dirigencia actual le interesa mucho fogonear con el tema Roca, pero no le interesa tanto que los indios que actualmente viven en Argentina, que son indiscutiblemente argentinos, vayan siendo lentamente exterminados cultural y físicamente, exfoliados especialmente por el Estado, que hace la vista gorda cuando dirigentes políticos les quitan los DNI para las elecciones, o se les quedan con la propiedad de sus tierras, o matan a sus líderes. Entiendo que eso es un genocidio del cual no hablamos porque de ese no hay Roca que nos salve al momento de señalar culpables, es toda nuestra la responsabilidad, no más.
APU: ¿Cuál es el recuerdo de Roca hoy en los pueblos de lo que era la “frontera”?
ELH: Sobre Roca nadie piensa en estos territorios, solamente se habla de él en estos últimos años en razón de los mecanismos que ya describí, por ejemplo, la presión de algunos militantes por quitarle el nombre Roca a dos calles que hay en el Partido, bajando la línea de Bayer. Mi zona, de hecho, fue ocupada por Argentina antes de que entrara Roca al ruedo. La Dictadura habló de él en el ´79 cuando se cumplió el centenario del avance hacia el Río Negro, que partió de acá. Con los contenidos que se vuelcan desde el sistema educativo en las escuelas y el escaso interés que se inculca en la investigación en general, la historia, que debería ser para todos, es cada vez para menos gente, y la verdad para casi nadie.