Con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes
Las últimas revelaciones sobre Alberto Fernández son una bomba atómica en el corazón del peronismo kirchnerista que ya venía muy golpeado por sus sucesivos fracasos en diferentes planos. No hay vuelta atrás para un peronismo que se conformó en modo "Frente de todos" (con la consigna "volver mejores"...), primero, y "Unión por la Patria" después (difícil defender a la patria así).
Ese peronismo encuentra en los escándalos recientes tal vez el peor punto final, en un derrotero que viene de largo alcance y que tiene responsables claros en las tres figuras que organizaron al justicialismo mayoritario en el último tiempo: Cristina Fernández de Kirchner, Alberto Fernández y Sergio Massa.
Los tres son protagonistas y símbolos de fracasos muy evidentes en tres aspectos, el político, el económico y el moral.
En el plano político, el Frente de Todos armó una coalición que solo buscó ganar una elección presidencial, sin importarle el para qué. El slogan "volver mejores" insinuaba cierta autocrítica sobre algunos cuestiones de las gestiones kirchneristas pero la propuesta no avanzó en ningún sentido y eso quedó evidenciado durante la gestión entre 2020 y 2023. Las diferencias entre kirchnerismo y peronismo no k se quisieron resolver habilitando un esquema de vetos internos, sin ningún tipo de síntesis programática.
En el plano económico, esa ausencia de un rumbo consensuado concluyó en un fracaso fenomenal, que empeoró la gran mayoría de los indicadores recibidos. La incorporación de la "agenda de Massa" fue otro fiasco que quedó plasmado en el último año de gestión del Frente de Todos, ya con el líder del Frente Renovador como principal figura del gobierno nacional. Desorientado, Massa terminó acompañado por el ultraliberal Gabriel Rubinstein como mano derecha y por el indescifrable Matías Tombolini en la Secretaria de Comercio. El resultado: se entregó el gobierno con una de las peores herencias desde 1983.
En el plano de los valores, la semana que concluye habla por si sola y expone a un peronismo al que le cabe con mucha certeza el mote de "casta" que le atribuyeron. Así terminan muchos ciclos históricos. En este caso, el final es muy doloroso para mucha militancia peronista porque incluye a la figura de Cristina, quien supo junto a Néstor Kirchner construir una de las décadas más importantes del campo popular en más de medio siglo de historia nacional.
Por último, para el peronismo de a pie, tal vez, el actual contexto ofrezca una posible salida. El ocaso de toda una dirigencia que supo conducir al justicialismo obligará a una renovación, de nombres e ideas. Sea por conciencia del momento o por mera supervivencia, el peronismo tiene que salir a buscar representación política por fuera de la comodidad que le brindaba un sistema organizado alrededor de una elite que tomaba decisiones. Esa elite y ese sistema ya no representan a las mayorías populares.
En una crisis descomunal, el justicialismo enfrenta el desafío de empezar de nuevo, como ya le pasó en otras oportunidades históricas. Si no entiende ese contexto, será la sociedad la que haga tronar su escarmiento. Y como reza una frase histórica de Juan Perón: "El pueblo marchará con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes".