Patricia Isasa: “Estamos ante el regreso de discursos negacionistas y la reivindicación de la violencia para resolver conflictos”
Agencia Paco Urondo conversó con Patricia Isasa, sobreviviente del Terrorismo de Estado de la última dictadura militar. La militante de derechos humanos reflexionó sobre el avance del discurso negacionista. Además, habló sobre las charlas que da ante adolescentes en escuelas.
APU: ¿Por qué decidió dedicar gran parte de tu tiempo a comunicar tu historia a los adolescentes?
Patricia Isasa: Porque quizás los adolescentes son quienes más y mejor pueden entender lo que me pasó, justamente tienen la misma edad que yo tenía hace casi 50 años atrás. Son el futuro, y creo que hace falta un conocimiento vívido de la historia. En estos días estamos volviendo a escuchar discursos negacionistas, retornan expresiones de odio contra los jóvenes, reivindican la violencia como la resolución del conflicto y vuelve un modus vivendi en relación a cómo nos relacionamos con la sociedad. Los chicos están eligiendo la forma de vivir, de relacionarse, no solo como pareja sino están eligiendo a sus amigos, su orientación vocacional, hacia donde enfocar su vida productiva, ya sea hacia el arte la cultura, la escultura o la ciencia, de alguna manera la incógnita es “¿Qué te gustaría ser cuando seas grande?” No es lo mismo que uno lea lo que pasó en los 70 a que venga una persona y cuente: “A mí me paso”, porque da la chance de preguntarle, porque pueden hacerle cuestionamientos y reclamos.
APU: ¿Qué lugar tuvo el arte en la formación de su generación?
P.I.: Nosotros en los 70 éramos una corriente que había empezado a militar influenciada por la música. El papá de una amiga nos dio un long-play de los Beatles, él ponía la música y nosotras bailábamos. Ese universo pop impactó el ver y el percibir al mundo de otra manera. Ese impacto de color, ese discurso de la libertad, de la belleza, del amor, todo eso vino con el pop de aquel momento, con aquella generación 60, con el flower power, el poder del pacifismo, el cuestionamiento a las guerras, corría la guerra de Vietnam, como hoy corren otras guerras.
La sensibilidad que nos causó el arte nos convocó a ser transformadores de una realidad, de una sociedad que es cambiante, es inestable, es insuficiente. Porque cada uno tiene su cosa crítica, aunque estés bien. Los adolescentes quieren estar mejor, y eso está bien. Siempre estás proponiendo algo para maximizar, para cambiar, para ampliar, para dejar tal o cual cosa, y empezar o continuar o profundizar. El espíritu transformador es lo que hace que el ser humano sea un ser humano, y esto sucede siempre.
APU: Elige la presencialidad para compartir tu experiencia sobre los crímenes de la dictadura…
P.I.: Yo podría escribir un libro, y desentenderme de poner el cuerpo, evitar incomodidades. Sería más fácil. Pero no. ¿y por qué no? Por esto. Porque en la charla, en el contacto, en la visualización, en ese ida y vuelta único e irrepetible, en ese momento, hay una comunicación.
En ese universo me parece muy rico estar presente y llegar, contar, decir, y sobre todo, escuchar. Quiero destacar que en un colegio viví una experiencia maravillosa porque no fui a dar una charla sino que vinieron a preguntarme, y te preguntan lo que quieren saber. Yo no tengo el contacto diario, semanal con los adolescentes, no tengo hijos, ni nietos, así que me parece que por ese universo de razones, y las pruebas al canto, porque impacta, hay quienes tienen un impacto inmediato, quienes quedan movilizados, quienes ante el discurso diferente se defienden poniendo una barrera y eso no significa que le haga mal, cada uno tiene su manera.
APU: ¿Qué recepción percibís en las escuelas a las que te invitan?
P.I.: Tuve solamente una experiencia, en una escuela de Avellaneda, la Secundaria nro18 donde no me recibió la Dirección por primera vez, lo quiero decir porque me llamó la atención negativamente. Esa directora rompió con el pacto democrático, tiene que haber un pacto democrático.
La fecha del 24 de marzo es parte de una currícula en la cual se recuerda la Memoria, la Verdad y la Justicia y eso es porque hay un pacto democrático en toda la sociedad que tiene que cumplir y que la escuela está obligada a cumplir. Me parece que ser indiferente a una actividad de Derechos Humanos con una sobreviviente, un hijo de un represor condenado a perpetuidad para contar desde adentro su proceso de repudio a los crímenes de su padre, y autoridades que tratan de difundir institucionalmente la palabra social y la visión puntual sobre las temáticas de derechos humanos, ignorar esto, no darle apoyo, no estar presente, que la institución se retire de esto, me parece grave y me parece digno de ser denunciado.
Eso no está bien, y es la diferencia, en general la regla es totalmente otra: te reciben, apoyan y desarrollan las actividades en el marco de una cuestión educativa, de una educación cívica mínima que hay que tener.
APU: ¿Qué lugar piensa que le da la sociedad a los adolescentes?
P.I.: Esta sociedad no le da espacio. ¿Cuáles son los lugares de reunión de los adolescentes? La plaza o las esquinas. Cuando yo era adolescente el espacio de reunión era la escuela o un bar. Teníamos guita para tomar una gaseosa o un licuado y quedarnos hablando en el bar. Eso se perdió hace 30 años por la pauperización de la situación económica y no le hemos reemplazado esos espacios por otros. Entonces en la esquina los denuncian y sufren situaciones de violencia. Los centros culturales tampoco son un espacio de apropiación para los adolescentes, son para jóvenes. La escuela dejó de serlo. Nosotros en la secundaria teníamos una radio dentro del colegio, pasábamos la música que nosotros queríamos. Hacíamos deporte ahí, nos habíamos apropiado del colegio en el mejor sentido de la palabra. Las autoridades nos daban espacio para eso. Teníamos delegados por curso, por año y asambleas, centro de estudiantes con distintas agrupaciones políticas. Entonces cuando había algún tipo de inconveniente se hablaba de acuerdo a la magnitud del conflicto. Esto hacía que los jóvenes nos apropiáramos del espacio. Esto hoy no existe, está mal visto. Hace 50 años sí era novedoso, no se entiende cómo no puede funcionar ahora. Entonces sólo les quedan lugares residuales, porque la esquina es un lugar residual, o la plaza, que debe ser un lugar de esparcimiento, pero según la hora es un lugar residual, y encima los apalean. El problema es nuestro, los pibes tienen que reunirse en un lugar. Hay que preguntarse qué les damos.