“Cobró relevancia la situación de las divisas en un contexto en el que paradójicamente las cuentas externas no están estranguladas”
Por Santiago Asorey
Pablo Manzarelli es doctor en ciencias Sociales, coordinador de CIFRA-CTA. Además, es investigador y docente del área de economía de FLACSO y UNQ. En el marco de las medidas económicas del Gobierno sobre el dólar, ofreció su mirada sobre las problemáticas estructurales que aquejan al país en materia de divisas y advierte. “Se desplegó, así, una política económica que aborda la cuestión indiscriminadamente en términos sociales al afectar al mismo tiempo a sectores medios y a grandes empresas, lo que se convierte en un ´caldo de cultivo´ para la desestabilización y erosiona la capacidad del gobierno para conformar un bloque social alternativo a la salida devaluacionista”.
APU: ¿Cuál es la realidad económica de la Argentina si tuviese que describirla a partir de los distintos procesos económicos que atravesó en los últimos cuatro años del macrismo y ahora con este último año de la gestión del Frente de Todos?
Pablo Manzarelli: La economía argentina está en una situación sumamente crítica por los efectos de las dos pandemias que atraviesa el país, es decir, la de la verdadera “pesada herencia” del gobierno anterior (una economía en caída libre, con un nivel de vencimientos de la deuda insostenible, un régimen de alta inflación, con elevados niveles de desocupación, pobreza e indigencia, entre otras cuestiones) y la que tiene lugar por los efectos del COVID-19 que le pega a las economías de todos los países del mundo independientemente de la estrategia adoptada para enfrentarla. Si bien es innegable que se advierten algunos signos de reactivación obvios ante la profunda recesión que supuso la cuarentena en abril, la profundidad de la crisis y el hecho de que se superponga sobre una anterior, la incertidumbre sobre la resolución de la pandemia, y la contracción del empleo y los salarios reales le ponen límites objetivos al nivel y sostenibilidad de la recuperación.
APU: ¿Cómo evalúa la crisis cambiaria que tiene la Argentina y la decisión del Gobierno de seguir restringiendo el dólar?
PM: El debate económico debería estar dirigido a cómo resolver estas problemáticas acuciantes de la economía real; sin embargo, en la actualidad cobró especial relevancia la situación de las divisas en un contexto en el que paradójicamente las cuentas externas no están estranguladas. El superávit comercial es histórico (va a llegar a 17.000 millones en el año) y se reestructuró la deuda con el sector privado con una reprogramación de los vencimientos que alivia la situación externa para los próximos años. Sin embargo, una no muy fuerte reducción de las reservas internacionales (en lo que va del gobierno fue de 1.300 millones de dólares), terminó presionando el tipo de cambio ante un escenario de escasas reservas netas para enfrentar la demanda de divisas y, fundamentalmente, las expectativas devaluatorias que se expresan en la brecha con el tipo de cambio informal. Se trata, por consiguiente, de una pugna social y política por la forma que adoptará la salida de la crisis más que por que se hayan verificado los límites estructurales por el lado del sector externo.
APU: Hay una porción de los sectores medios que compra dólares para intentar no perder frente a la inflación. ¿En ese sentido, cómo ve el panorama más general del Gobierno en intentar lograr una inflación más baja que la del año pasado?
PM: No veo una situación de desborde acelerado de precios, y su evolución no está atada solo a la emisión sino también a la profundidad de la crisis y la situación cambiaria. En ese sentido quiero hacer una reflexión sobre las medidas que adoptó el gobierno para restringir las maniobras especulativas que abarca tanto el incremento de hecho del dólar ahorro como un conjunto importante de restricciones a las estrategias especulativas de las empresas. Se desplegó, así, una política económica que aborda la cuestión indiscriminadamente en términos sociales al afectar al mismo tiempo a sectores medios y a grandes empresas, lo que se convierte en un “caldo de cultivo” para la desestabilización y erosiona la capacidad del gobierno para conformar un bloque social alternativo a la salida devaluacionista y a la que provenga de las negociaciones con el FMI. La regulación debería estar enfocada, en cambio, a las maniobras especulativas de la cúpula empresarial y, al mismo tiempo dados los niveles de inflación y la incertidumbre cambiaria, habría que impulsar mecanismos alternativos para canalizar el ahorro a la inversión como podría ser el lanzamiento de bonos de empresas estatales con un nivel de interés superior al que ofrece el sistema financiero y con seguro de cambio. Me parece que la dirección de las medidas del gobierno que adoptó el gobierno tiene que ver con las contradicciones inherentes al Frente de Todos ya que se trata de un frente de carácter nacional.
APU: En una perspectiva histórica, como analiza el problema recurrente de la restricción de divisas. Porque uno podría decir que es un problema que aqueja a la Argentina en un momento como este de crisis, pero también en instancias donde logramos construir un perfil industrialista de desarrollo como un embudo que no nos permite industrializarnos. ¿Cómo se encuentra una síntesis superadora a este problema estructural?
PM: El problema de la restricción externa obedece, cómo es sabido, a una estructura productiva desequilibrada por el subdesarrollo del país, y desde mediados de los años setenta por el fenómeno de la fuga de capitales. En ambas cuestiones la punta del ovillo es la inversión, especialmente de las grandes empresas que son las que tienen base tecnológica para impulsar un cambio. Está claro que esto no se resuelve de un día para el otro. Pero la tendencia hacia allí no puede prescindir de una fuerte política industrial de la que carece el país que debería tener al Estado no solo como protagonista del impulso de las iniciativas privadas sino también como productor directo de bienes.
APU: Otro de los problemas vinculados a la economía bimonetaria se puede ver expresado en un mercado inmobiliario dolarizado que dificulta para millones el acceso a la vivienda propia. Hoy lo vemos con las tomas, ¿Pero qué caminos existen para allanar este problema?
PM: El gobierno debería ser mucho más audaz en desplegar políticas expansivas, un verdadero plan de empleo, y fortalecer la construcción de viviendas. También se podría en este caso podría financiarse lanzando activos financieros públicos, pero sería cuidadoso en ese aspecto.