¡Es la restricción externa, estúpido!
Hace pocos días, en una entrevista en Radio con vos, el ex-ministro de economía, Martín Guzmán, indicó según él, cuál había sido el principal desacierto que tuvo su gestión en cuanto a las decisiones de política económica. Compartió que en octubre del 2020, se estableció un régimen cambiario que le permitió a las empresas amortizar sus deudas en dólares, accediendo al dólar oficial. En este sentido, Guzmán subrayó que “fue un tema que se discutió mucho, y no pudimos lograr llegar a una situación en la que se implemente la política que planteamos (...) y eso tiene consecuencias en el por qué el superávit comercial que tuvimos no se tradujo en acumulación de reservas”.
Varias son las definiciones que podemos descomponer de los dichos de Guzmán. El primer análisis rápido, es que se trata de la primera autocrítica pública que realiza el ministro saliente sobre su paso por la gestión de Alberto Fernández, respecto netamente a la política económica aplicada. La segunda, es cómo, de forma reiterada, los gobiernos nacionales y populares con foco en el mercado interno, la creación de empleo, la mejora en la distribución, y en el desarrollo de la industria, cometen sistemáticamente los mismos errores en materia de política económica. Es decir, el rol y la importancia que tiene justamente la acumulación de reservas como premisa fundamental para el crecimiento económico, la estabilidad cambiaria, y la baja de la inflación.
En última instancia, interpretar que hubo dos posturas en referencia a qué régimen cambiario aplicar. Una que planteaba lo que finalmente sucedió, es decir la posibilidad de acceso a dólares oficiales a las empresas, para el pago de sus deudas, y otra que planteaba por lo menos una alternativa menos dañina a priori, en lo que refiere a la sangría de divisas.
¿Qué sucedió?
Durante los años 2020, 2021, y 2022 el saldo comercial de la balanza de bienes alcanzó un superávit de 45.537 millones de dólares. De los cuales 24.677 millones de dólares se usaron para el pago de intereses y préstamos financieros del sector privado, es decir un 54% del superávit fue a parar a las empresas que, tal como indicó Guzman, no solo demandaban dólares por sus tenencias de deudas dolarizadas, sino también debido a la brecha existente entre el dólar paralelo y el oficial, que hacía muy conveniente acceder a dólares “baratos”. Como vemos, gran parte de la falta de acumulación de reservas se debió a este factor. Es vital entonces, conocer las consecuencias que generan los procesos de restricción externa.
¡Es la restricción externa, estúpido!
La historia económica de la Argentina, da cuenta que la restricción externa es, la génesis de los desequilibrios económicos que ha llevado al país a enfrentarse con una realidad que dista de la de su potencial. Existe una parte de la dirigencia política que omite el rol de tal situación, y señala al déficit fiscal, y su financiamiento, como el culpable de todos los males del país. Solo a partir de la eliminación del déficit, y el excesivo gasto del Estado la economía podrá lograr un sendero de crecimiento. Argumento sobre el cual no profundizaremos en esta nota, pero que es contradictorio no si consideramos el comportamiento de países como Japón, EEUU, España, Israel, Chile, México, entre otros, donde en el promedio de los últimos 25 años, tuvieron déficit fiscal, y un desempeño económico mucho mejor que el nuestro.
Por otro lado, existen otros dirigentes que si bien discursivamente tienen presente el fenómeno de la restricción externa, no lo materializan al momento del ejercicio del poder, es decir no establecen un adecuado marco productivo, normativo e institucional, que permita torcer dicha restricción.
Ahora bien, analicemos brevemente cómo funciona la misma en la práctica. Básicamente radica en una insuficiencia de divisas, en comparación con la requerida por la economía. A modo esquemático, las economías en desarrollo como la nuestra, son altamente demandantes de bienes intermedios y de bienes capital del exterior, sobre todo en las etapas de crecimiento económico. Por lo tanto, en ese escenario sucede que las divisas que generan las exportaciones no alcanzan a absorber la cantidad de divisas que demanda la economía en su conjunto (no solo el sector industrial). Las medidas que implementan los sucesivos gobiernos llegado este momento son variadas, pero todas comparten la necesidad de frenar la demanda de divisas, ya sea mediante restricciones a las importaciones, un encarecimiento en el valor del dólar (devaluación), restricciones para el acceso libre a dólares, desdoblamientos cambiarios, etc.
Ahora bien, las consecuencias que puede generar la restricción externa también son variadas: en primer lugar, aumentan las presiones devaluatorias (sobre todo de sectores que se benefician ante saltos devaluatorios bruscos), que genera a su vez una tendencia a la dolarización del excelente de los agentes económicos (empresas, fondos de inversión, particulares, etc.). Aparece la brecha, como efecto de los controles cambiarios que se establecen para evitar los saltos devaluatorios. Por lo que gran parte de la economía, empieza a estar atada a las expectativas de devaluación futura, y esto tiene resultado a su vez, en las remarcaciones de precio, y por consiguiente en la inflación. Como sabemos, el empresariado argentino posee mecanismos de protección frente a escenarios de inestabilidad cambiaría bastante aceitados; en segundo lugar, las restricciones externas generan limitaciones al crecimiento económico, como fruto del endurecimiento del acceso a bienes importados necesarios para el engranaje productivo. Se agrava la situación, en caso de que efectivamente se produzca un salto devaluatorio generando una transferencia de riqueza, entre los sectores que ganan competitividad externa producto de la misma, en detrimento de los trabajadores con ingresos fijos, que ven menguar sus salarios con respecto al dólar. El valor del dólar por lo tanto, incide en forma directa en la distribución del ingreso, y por lo tanto es un factor relevante de la puja distributiva.
Como vemos, es de suma importancia el nivel de reservas para establecer un tipo de cambio estable, en combinación con una tasa de interés real positiva que fomente que los agentes económicos le ganen a la expectativa de devaluación futura, y de esta manera evitar la dolarización de sus tenencias en pesos, ya que no es sostenible que todo excedente que produce la economía doméstica se dolarice.
De esta manera, la necesidad de acumulación de reservas es condición necesaria para lograr que la economía crezca, que mejore el ingreso de los trabajadores, y la distribución del ingreso. Solo de esta manera se logrará la estabilización del tipo de cambio, para bajar la inflación. Es imprescindible entonces, que la dirigencia política, tenga presente las limitaciones al crecimiento que genera, y por lo tanto su correlato en las condiciones de vida de la sociedad Argentina.
* El autor es investigador de IIEP-CONICET