“Los argentinos deberíamos parar la pelota y preguntarnos para qué queremos los bancos”
De cara a las PASO, el Banco Central reincide en aumentar las tasas de referencia para contener una subida del dólar. Durante los cimbronazos cambiarios del año pasado, los bancos argentinos tuvieron un 2018 de ganancias siderales. Pero con tasas de Leliqs que llegaron a promediar un 74% de interés en abril y que se ubicaba al cierre de esta nota en el 62,93% (según web del BCRA), el funcionamiento tradicional de los bancos se desdibuja. Las entidades públicas, semi-intervenidas por el gobierno, asumen los gastos de una política que consiste en apagar el último foco de incendio desatado para llegar a las próximas elecciones con el dólar más barato que se pueda.
No es un secreto que durante la gestión presidencial de Mauricio Macri el sector financiero tuvo un protagonismo pocas veces visto. Con la intención de “abrir el país” a inversiones que acompañaran los movimientos del mercado, no solo se desreguló la circulación de capitales sino que incluso políticas públicas tales como la de vivienda tomaron un cariz mucho más comercial. Alguien podría pensar, sin mucha malicia, que también se promovió la entrada de especuladores. Por error o por conveniencia. Al mismo tiempo los bancos argentinos parecen haberse blindado desde el primer momento ante la posibilidad de que todo saliera mal. Y hasta saber cuál será el nuevo esquema en el mercado financiero tras las elecciones, todos los actores están expectantes, aguantando lo mejor posible para no colapsar antes de ese momento.
Pero debido a que sacar un préstamo es en estos días bastante caro, los bancos no venden sus productos habituales. Café de por medio en una confitería del microcentro porteño, Eduardo Alexandro, miembro de la agrupación gremial “De Frente” del Banco de la Nación Argentina, señala a APU que “si vos entrás a cualquier sucursal ves que está todo vacío, casi nadie viene a pedir un préstamo”. La principal ganancia de los bancos surge de las tasas de interés extraordinarias pagadas por el BCRA a través de las Letras de Liquidez del Banco Central (Leliq), que remplazaron en octubre del año pasado a las Lebac como método para contener el valor del dólar, desincentivando la compra de moneda extranjera con tasas de interés atractivas en pesos.
Sin embargo, los trabajadores de los bancos públicos denuncian que estas entidades han perdido mucho dinero para apuntalar al gobierno de turno, que de otra forma “hubiese salido hace rato por la puerta chica”. Santiago Etchemendi, secretario general de la gremial del Banco Provincia, se muestra muy preocupado. Ceba otro mate en la mesa de reuniones de la gremial y se lamenta por el desfinanciamiento de la banca pública: “Es una deuda más que seguramente la va a tener que pagar el pueblo bonaerense. Porque el banco nunca va a quebrar. Se pasa a una deuda interna, se pone un bono arriba de la mesa y cancelamos todo. El banco sigue funcionando. Pero lo pagan los pobladores con sus impuestos”.
Aunque la opinión de un trader asigna a los bancos comerciales un papel mucho más escueto, no deja de señalar este problema: “Los bancos locales no tienen mucha influencia” dice Sebastián Bartiromo, ex Analista de investigación de renta variable del banco de inversión Cam Capital. “Ellos buscan el negocio. Ahora están atados, no tienen demanda de crédito y solo pueden ganar en la diferencia que sacan de Leliqs contra Plazos Fijos”.
Un negocio de contingencia
Los créditos hipotecarios en UVA, que aparecieron en 2016 como una solución al eterno problema de la casa propia, ajustaron la cuota de acuerdo a su fórmula de actualización de valor por inflación mientras que los salarios permanecían muy por debajo de ese criterio. Esto dejó a cerca de doscientos mil deudores hipotecarios en una situación más que complicada a pesar de que un número escueto de casos hayan tenido un acompañamiento similar al de la evolución de los alquileres.
Federico Wahlberg, economista, docente y miembro de Hipotecados UVA Autoconvocados, nos remarca efusivamente que el problema de los créditos para la vivienda (la relación entre la cuota y el ingreso), se contradice con la forma en que se planteó la política en primera instancia. “Si considerás que el BCRA había sugerido un límite del 30% de esa relación, hay muchos hipotecados que estamos por encima de ese límite, así que los propios criterios del BCRA estarían teniendo un problema”.
Las entidades bancarias parecen haberse blindado frente a un contexto internacional hostil: “En condiciones normales”, recuerda Bartiromo desde el neutral punto de vista de un inversor, “los bancos prestan a clientes particulares, empresas y son tomadores de letras. Hoy por hoy no tienen otra que intermediar entre plazo fijo y Leliqs”. La postura del mercado externo es de incertidumbre y “los bancos de inversión, que son prácticamente todos extranjeros, hasta antes de la crisis del año pasado le prestaron a la Argentina en exceso. Había casi plata gratis y Argentina tenía bajo nivel de deuda. Ahora estamos navegando todos arriba de un barco a la deriva. Hasta el FMI está remando”.
El mecanismo de Leliqs, coincide Wahlmberg, es lo que ha dado mayores ganancias para el sector financiero. “Incluso grandes inversores extranjeros vinieron con capitales a realizar ganancias con esa tasa de interés tan elevada”.
Sergio Torres, empleado y delegado gremial del banco Patagonia, fue uno de los pocos representantes de la banca privada que se mostró interesado en conversar con APU: “El único rol de los bancos privados”, dice, “es hacer guita. No aplican ningún concepto sobre responsabilidad social. A lo sumo aportes puntuales para limpiar sus rentabilidades. Ese aporte puntual y económico no es ni más ni menos, que lo que tendrían que tributar al fisco”.
“En nuestra carta orgánica dice que nosotros tenemos que financiar a las pequeñas y medianas empresas”, suma Alexandro en relación al rol del Banco Nación. “Nosotros deberíamos estar fomentando a las economías regionales para poner de nuevo en marcha al país. La plata nos la sacaron, así que nosotros no podemos hacer eso. Los bancos privados están en su mejor momento”.
Ya en su salsa, Wahlmberg se refiere a la política de créditos UVA como “un plan de negocios”. Su implementación, afirma, llevó años de discusión previa con el sector inmobiliario y el sector financiero. “Justamente lo que busca es blindarse frente a una contingencia inflacionaria. Con los créditos tradicionales los créditos se licúan con la inflación. En ese sentido el tomador de crédito estaba más protegido y podía acceder a una vivienda sin tener cuotas altísima como los que estamos teniendo los hipotecados UVA hoy”.
Privatizaciones de trinchera
“La realidad es que para instalar el sistema UVA el impulso inicial se hizo desde los bancos públicos”, recuerda Wahlberg. “tienen una lógica pensada desde el punto de vista de la política de vivienda. La lógica es que sea el sector privado el que garantice el acceso de la vivienda a través de estos créditos. De esta forma en teoría se convertiría el crédito hipotecario en un negocio para los bancos que estarían más dispuestos a otorgarlos”.
“Los argentinos deberíamos parar la pelota y preguntarnos para qué queremos los bancos”, reflexiona Etchemendi. “Los bancos acumulan plata. ¿Para qué? ¿Para que cuando hay crisis se la lleven a Ezeiza en camiones? Hay que poner un parate a eso cambiando la ley financiera actual, que puso la dictadura precisamente para facilitar al sector privado que tenga un manejo discrecional de la plata. Algo falla entre el sistema financiero y la sociedad. Los bancos tienen que estar al servicio de la población. Está bien que venga un banco de afuera, invierta plata y quiera tener alguna ganancia. Pero alguien le tiene que decir “¿querés venir a usar la llave de tu banco acá? Dale, vení, pero ¿qué me dejás como sociedad?”
Sergio Torres recalca desde el Patagonia: “Los bancos privados viven en una burbuja que no se corresponde con los dibujos de sus balances de responsabilidad social. Sacan una foto con mucho maquillaje para vender el auto chocado y verse sexis ante la sociedad. El mayor accionista del Banco Patagonia es el Banco do Brasil. Que sí es una empresa que se maneja con estándares basados en responsabilidad social empresaria, pero no replica esas mismas políticas en el resto del mundo”.
Por supuesto, todos quieren que su plan de negocios salga bien y al mismo tiempo la sociedad los recuerde con cariño. Las líneas de crédito a la microempresa, los préstamos por convenio de haberes, las líneas especiales para jubilados y pensionados y otras formas de “crédito barato” otorgados históricamente por los bancos públicos continúan existiendo, pero han pasado a un tercer plano. “En nuestra carta orgánica dice que nosotros tenemos que financiar a las pequeñas y medianas empresas. Nosotros deberíamos estar fomentando a las economías regionales para poner de nuevo en marcha al país”, denuncia Alexandro mientras da golpecitos con su birome del BNA. “El banco no tiene plata. Ahora vivimos con un pulmotor que es el plazo fijo que nos da Hacienda. Y el negocio es tasar el plazo fijo, pagarle tasa de mercado y ponerlo en Leliqs. Eso es todo el laburo que hace. No hay ningún tomador de préstamos, a pesar de que las Pymes estarían desesperadas porque el país está paralizado. Claramente es una decisión política, una decisión del gobierno. El banco es una cosa más dentro de la política de hacer mierda al Estado”.
“Traen muchos asesores que vienen de la banca privada”, analiza Etchemendi. “Denunciamos al principio de la gestión la incorporación del banco Nación y el banco Provincia a la cámara ADEBA. El Nación se salió pero el Provincia sigue. En la página de ADEBA puede uno ver cuáles son sus funciones y metas: el crecimiento del negocio privado. Nosotros estamos durmiendo con el enemigo que siempre pidió que no exista la banca pública con el objetivo de la captación de depósitos, y el manejo de la moneda”.
Según datos relevados en la web del BCRA, la liquidez del Nación era de un 42% en el año 2016. En la actualidad, llega solo al 20%. “Estamos súper preocupados”, acentúa Alexandro, desde un fuerte lugar de pertenencia “y entrevemos un plan para destruir al banco y después tener una excusa para que entren capitales privados. (González) Fraga (en referencia al presidente del BNA), dice que no le preocupa”. El plan del economista, quien afirmaba no tener problema con pasar una época de “estrés financiero” de liquidez, era securitizar las hipotecas de los préstamos UVA, vendiéndolas a terceros, mecanismo que se acerca mucho más a las vías de especulación financiera que provocó la crisis subprime de 2008.
Algunos trabajadores bancarios ven pasar indicios de estas acciones. “Están dibujando balances”, denuncia Etchemendi. “Voltearon al contador principal del banco porque se negó a dibujarlos”. Las acusaciones más graves van de la mano de intentos de intervención encubierta, metiendo en su organigrama a personas que nunca transitaron sus pasillos. En cuanto al plan para desfinanciar al BNA que denuncia, Alexandro explica: “Nosotros tenemos algunos mails de los principales funcionarios del banco (cambiaron a todos los altos mandos del banco apenas asumió el nuevo gobierno), donde se fijan sacar obligaciones negociables en el exterior. El banco en ese momento nadaba en liquidez, estaba parado sobre lebacs”. Además, el Banco Nación ha tenido que aportar 20 millones de dólares al ministerio de hacienda, tras modificar su carta orgánica a fines del año 2018, que representaban aproximadamente el 20% del patrimonio neto de la institución. “No somos los únicos que tenemos esta dificultad”, remarca Alexandro. “Lo tienen todos los organismos estatales, como el CONICET. Quieren destruir el Estado porque prefieren que los negocios pasen por la banca privada. En los noventa se produzco un proceso muy similar”.
“El objetivo”, dice Sergio Torres, “fue destruir la política como herramienta fundamental de transformación social. Los Bancos apoyaron su rentabilidad en operaciones de dólar futuro y dos burbujas económicas como son las Lebac y las Leliq. Este gobierno estableció políticas en los Bancos públicos, provinciales y en el BCRA, que van en contra de sus cartas orgánicas y los motivos que dieron razón a su origen”.
“La caja chica de la política”
Los trabajadores del Banco Provincia fueron protagonistas de las jornadas de paro más extensas que haya tenido el sector. “Al gerente general lo querían nombrar directamente de afuera, lo cual es una semi privatización. El oficialismo trata de dejar una marca dentro y nombrar funcionarios que rápidamente ascienden de golpe para dejar el huevo de la serpiente dentro”. Algo muy similar denuncian desde el Banco Nación, donde el año pasado circulan mails protestando contra la inserción al área de legales de Carlos Augusto Lo Turco, ex secretario Legal y Administrativo del Ministerio de Finanzas quien, además, apareció nombrado en el escándalo de los Panamá Papers.
No por nada la palabra “autarquía” figura en la carta orgánica de toda entidad pública que se precie. “Al directorio se lo elige en la legislatura. Pero hay un marco de defensa que podemos establecer los trabajadores que tenemos la camiseta puesta para defender nuestro trabajo pero cuidar el banco”, señala Etchemendi. “Dentro de un banco público, la carrera debe ser transparente, oficial, por estudios y por capacidad. Es muy importante para que la política no abuse cuando está en el poder. Pero lamentablemente en esta etapa la gerencia general actual ha cedido a las presiones políticas y trabaja haciendo lo que le baja la política del directorio. Es decir (María Eugenia) Vidal y (Juan) Curuchet (presidente del banco Provincia)”.
Al mismo tiempo, los mecanismos institucionales que estaban organizados para detectar fraudes y lavado de dinero, parecen haberse debilitado. “Hemos descubierto y denunciado algún pasamanos”, denuncia Etchemendi. “El gerente de comunicación institucional y publicidad del banco no solo tiene un manejo discrecional de la plata que le asignan, que es mucha y se ha triplicado en relación a lo que el gobierno anterior tenía como pauta. Además no tiene ningún control del sector de auditoría del banco. Es la única gerencia que no pasa por auditoria”. La gravedad del asunto es aún mayor en cuanto fue denunciado el mes pasado un hecho sospechoso: “El gerente a cargo hoy le pago durante un año a una empresa por publicidad, pero en esta empresa trabajaba como socia la mujer de este gerente. Y esa empresa le pagaba a otra. Pero esa otra le termina pagando a este gerente honorarios por cuatrocientos mil pesos”. Etchemendi agrega que tanto al gerencia general como el directorio del Provincia se negaron a investigar, y que ni siquiera fue abierto un sumario al respecto. “Lo que hay ahí es un maneo de dinero para pauta publicitaria del gobierno de fondos públicos del banco y además robo. Directamente. Denunciamos un robo y nadie lo quiere investigar”.
Los directivos, según quienes integran los bancos y se preocupan por su situación actual, “entraron en la variable de hacer caso a todo. Y va a haber una pérdida de plata muy grande que legalmente tendrían que explicar los funcionarios”. Etchemendi se refiere específicamente a la promoción del 50% de descuento en supermercados, que da unas enormes pérdidas a la entidad pero que ayuda a mantener alta la imagen de la gobernadora María Eugenia Vidal. Reflexiona: “fomentar el consumo para un sector minoritario de la población con una promo del cincuenta por ciento no es el rol del banco. Sino fomentar el trabajo y la industria. Y mucho menos hacer con plata del banco campañas muy ligadas a la electoral. Porque esto es fomentar la candidatura de Vidal”.
De acá a diciembre
Los bancos argentinos parecen haberse blindado desde el primer momento ante la posibilidad de que todo saliera mal. Y hasta saber cuál será el nuevo esquema en el mercado financiero, todos los actores están expectantes, aguantando lo mejor posible para no colapsar antes de ese momento. En este sentido, un inversor como Sebastián Bartiromo expresa que “hoy el tema es coyuntura. La salida se plantea recién desde diciembre”. Por su parte, la agrupación de Hipotecados UVA autoconvocados pide una ley de emergencia UVA. “El otro problema que denunciamos”, dice Wahlberg, “es que hubo publicidad engañosa. Los bancos le dijeron a la gente que la relación cuota-ingreso menor al 30% se iba a mantener y no fue así”.
“¿Qué va a pasar acá?”, anticipa Etchemendi mientras gira el mate entre los dedos. “El Estado nacional, con este gobierno o el que venga, no va a poder pagar la plata que le prestaron los bancos. A los fondos buitres, que son los que vienen, por ahí si les van a poder pagar. Porque son sus amigos, y no importa si un chico no come, es prioritario pagar las deudas contraídas entre ellos. Pero al banco Provincia, o al banco Nación, si tienen bonos públicos como la Leliq, van a decirles “no te mando nada porque no tengo nada”. Y “sí, María Eugenia, le prestaste al Estado nacional y vas a dejar culo al norte al Banco Provincia. El banco no tenía que entrar en esa bicicleta financiera. Es una deuda interna que se está acumulando y que va a explotar”, señala pensativo. Sonríe con melancolía.