Cristina en el camino de Chávez y Néstor
Hugo Chávez fue un líder político extraordinario. Con justicia, lo lloran los pueblos hermanos de América Latina. Todos nos sentimos solos sin su presencia.
Entre sus virtudes destaca un compromiso férreo con la lucha de las mayorías de Venezuela y la región. “Yo no me pertenezco, pertenezco al pueblo” dijo alguna vez Chávez. Era consciente que los hombres tienen una responsabilidad que va más allá de la propia existencia. Chávez llegó a la presidencia en 1999: desde ese momento su pueblo lo acompañó en cada batalla. La reforma constitucional de ese año, el golpe de 2002 (rescatado por miles de venezolanos), el paro petrolero salvaje, un referéndum revocatorio.
Esa fidelidad popular encontró a un hombre que entendió cuál era su rol histórico. La revolución bolivariana no fue posible sin la lucha popular y sin ese liderazgo que la articuló. Cuando su salud desmejoró, Chávez hizo caso omiso de las recomendaciones médicas para comandar la última campaña presidencial. Había que ganar ese plebiscito y ordenar la sucesión. Chávez arriesgaba su vida para privilegiar la larga historia de lucha de su pueblo. No es casual el llanto de millones de hombres y mujeres que presenciamos estos días.
Imposible no recordar a Néstor Kirchner. Mientras los especialistas debatían sobre lo oportuno de su participación en un acto político en el Luna Park, Néstor los desoyó comprendiendo que lo urgente era seguir construyendo la fuerza política que pudiera continuar el proyecto que emergió en 2003. Se le fue la vida en ello.
Al año siguiente de la despedida a Kirchner, Cristina también tuvo que elegir entre su responsabilidad con la historia y su existencia personal, afectada por la desaparición del compañero de toda su vida. “Siempre supe lo que debía y tenía que hacer”, aseguró en aquella oportunidad.
No hay avance popular sin líder que comande a su Pueblo. Como a Kirchner, como a Chávez, la biografía de Cristina ya no le pertenece. Condúzcanos, compañera presidenta, a nuevas victorias.