Nosferatu: ese amor que insiste

Los vampiros vuelven a ocupar la pantalla grande. Mejor dicho, el vampiro por antonomasia. A partir de la decisión de retratar la oscuridad, más que elegir dar miedo, la película dirigida por Robert Eggers y producida por Chris Columbus es una remake de la Nosferatu de 1922, ícono del cine expresionista alemán. 

Nosferatu es una de las películas más importantes del expresionismo alemán, junto con El gabinete del doctor Caligari y Metrópolis. La cinta es una adaptación libre de la novela Drácula de Bram Stoker de 1897. La anécdota cuenta que el director Friedrich Wilhelm Murnau no quiso pagar los derechos de la novela, por eso tuvo que realizar cambios en su guión de nombres y lugares para apropiarse de la historia. Esto no le evitó tener problemas de derecho de autor con la viuda de Stoker que persiguió la película para que sea eliminada. 

En el caso actual el Conde Orlok lo protagoniza Bill Skarsgård. El trabajo de maquillaje lo empujó a una imagen de vampiro monstruoso y repulsivo lejos de la elegancia de otras representaciones de la pantalla grande, como las de Gary Oldman o Christopher Lee. Nicholas Hoult y Lily-Rose Depp encarnan el matrimonio que se ve interferido por la pasión y el pacto que se interpone entre ellos con las fuerzas oscuras del Conde Orlok. El propio Orlok y Thomas se unen por una transacción inmobiliaria mientras que a su esposa lo une algo mucho más inquebrantable e imposible de eludir. 

Nosferatu nos propone seguir al triángulo amoroso cargado de sensualidad, elementos góticos y la urgencia femenina de ser poseída por esa obsesión incontrolable en medio de ambientes oníricos, castillos solitarios y la romantización melancólica de la muerte. 

Para los Premios Oscar de este 2 de marzo, a pesar de resaltar con las actuaciones de la pareja Hoult-Deep, sólo logró las nominaciones para rubros técnicos, como Mejor Maquillaje y peinado, Mejor Fotografía, Mejor Diseño de vestuario y de Producción. Queda claro que, luego de La bruja, El faro, y El hombre del norte, con su cuarta película, Robert Eggers se sienta cómodamente en el banco de los nuevos directores de terror consolidados.