La rueda que mueve al patriarcado del rock

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La rueda que mueve al patriarcado del rock

05 Marzo 2019

Por Flor Codagnone

Para escribir esto que sigue necesito hacer una referencia personal. Primero, que hace unas semanas publiqué, en este mismo medio, una columna que daba cuenta de las pistas de los abusos en las letras del rock argentino. Bandas cuyos miembros fueron denunciados por acoso, abuso, pederastía y/o violación y que habían escrito cosas como “No existe el abuso / si fue Dios quien quiso / que me besaras en puntas de pie” o “Y, aunque duela, es mi deber probarte así / donde índice y pulgar van a vivir”.

Segundo, que vengo escuchando a Los Espíritus desde hace apenas unos meses y que se me aparecieron como una de las propuestas más interesantes del rock de hoy. Por lo musical, pero, sobre todo, por su poética. Porque supieron recuperar lo barrial, mucho más cercano a la tradición de los ´60 y los ´70, que a la esquina de los ´90. Y además, el fuerte contenido político de sus letras. Versos como “Aunque tu abuela junte cartones / la rueda que mueve al mundo / va a girar y girar” o “Las armas las carga el diablo y las urnas si está de humor / Si le anda la lapicera le agrega un verso a la Constitución” o “El pasaje salió el doble / Y ninguno dijo nada”.

Sin embargo, desde el principio, una letra me hacía ruido y me interpelaba de modos que no supe explicar hasta días antes de que apareciera la primera denuncia contra uno de los líderes de la banda, Maxi Prietto. La canción se llama “Perdida en el fuego” y dice, entre otras cosas: “Ardés / perdida en el fuego / Vos sos / mujer / la hoguera / y te quemás / No te dimos más lugar”. Si la canción parece, a priori, un mea culpa ¿por qué me incomodaba? ¿Qué hacía yo escuchando una letra escrita por un varón que se disculpa por “no darnos el lugar”? ¿Por qué “el lugar” debe ser dado por los hombres? La rueda del patriarcado del rock, parece, también gira y gira, no para de girar.

Entonces, ¿qué hacía yo escuchando a una banda de varones con una canción supuestamente feminista, que en realidad sigue siendo machista, y no los versos feministas de las mujeres que hacen rock? Porque mal que les pese a muchos (músicos y organizadores de festivales), que las hay, rockeras y feministas, las hay.

Por no nombrar a algunas de las que vienen desde hace tiempo posicionándose desde el feminismo (Andrea Álvarez, Barbi Recanti, Paula Maffia y las Kumbia Queers, entre otrxs), Penny Peligro anda reinventando el punk con versos urgentes como: “Si me quedo quieta no tengo que gastar / si me quedo quieta no me van a cobrar / que lleguen los saqueos, por favor”. Basta ver la apuesta de Jaz Pimentely la potencia de su trío Les Presentes. O esos versos con los que Marilina Bertoldi empieza su disco Prender un fuego y que también pueden leerse a la luz de la lucha de las mujeres: “Estaba enojada y ahora estoy preparada”.

Y otra cosa, ¿de qué hablan las mujeres del rock cuando tienen oportunidad más allá de sus letras? “Estamos saliendo del amor romántico y eso nos duele, todos los cambios son incómodos y es muy difícil”, le dice Penny Peligro a Julia González en una entrevista para Página/12. “El concepto del «amor» mutó mucho, para mí y socialmente. Eso pasó. El amor no es algo que está sólo cuando formalizás con alguien, el amor es algo que está siempre en todo lo que hago”, afirmó Bertoldi en una entrevista para La Capital. Llama la atención: el amor. Las chicas están pensando en la deconstrucción del amor. Vienen a mí esos versos que escribió Borges en el poema “El amenazado”: “Es el amor, tendré que ocultarme y huir”. No, hoy es el amor deconstruido por el feminismo: habrá que quedarse y resistir.