Mónica Santino: “Interpretamos el fútbol desde una identidad feminista, villera, barrial y de territorio”
AGENCIA PACO URONDO charló con Mónica Santino, una referenta dentro y fuera de la cancha que nunca dejó de concebir al fútbol como un hecho político. Fue jugadora de All Boys, estudió el Profesorado en Educación Física y se formó como periodista deportiva. Es directora técnica de “La Nuestra Fútbol Feminista” y hace casi 15 años defiende el derecho a jugar de las pibas de la Villa 31.
Agencia Paco Urondo: ¿Qué es el fútbol para vos?
Mónica Santino: Es difícil explicar lo que es el fútbol para mí. Si lo pienso desde una perspectiva muy personal, es mi vida, es el lugar donde soy yo misma, es una posibilidad de libertad, un espacio de resistencia, pero por sobre todas las cosas, es el aire que respiro, es el lugar que me ayuda a decir quién soy. Creo que una de las cosas más maravillosas que tiene el fútbol es la posibilidad que me dio de haber ejercido el derecho a jugar. Muchas de nosotras lo usamos para explicar distintas situaciones de nuestra vida, desde boludeces como cuando te levantas y decís: “la quiero patear afuera” o, por ejemplo, un chiste que tengo con mis hijas que cuando una se cae, le digo “penal” como si estuviéramos adentro de un partido. Es una demencia, pero nos funciona así, como recordar distintas situaciones familiares, vinculadas a dolores o duelos, y en el cual el fútbol nos rescataba o salvaba. Es todo eso.
APU: ¿Por qué fue importante crear un espacio como “La Nuestra”?
MS: Porque todas nosotras, desde distintos lugares, traíamos heridas y citarices con respecto a la práctica del fútbol; el destrato cuando nos tocó jugar en AFA, la pelea permanente para poder jugar. Entonces, tener la posibilidad de trasladar todos esos saberes al barrio, ponerlos en funcionamiento y aprender todavía muchísimo más, porque todo lo que nosotras decimos, transmitimos, metimos en el movimiento de mujeres y en el feminismo fueron producto de los casi quince años que tenemos en el barrio y de lo que aprendimos en conjunto con las pibas. La importancia de “La Nuestra” es haber hecho del fútbol una militancia, desde una perspectiva de derechos y feminista. Y lo hicimos, y nos pone completamente orgullosas. Nos constituimos como una referencia en la forma de interpretar el fútbol desde una identidad feminista, villera, barrial y de territorio.
APU: ¿Con qué obstáculos te encontraste en el mundo del fútbol?
MS: Yo tuve una etapa de mucha felicidad cuando era niña; en el barrio donde vivía me metía a jugar en los partidos de fútbol de los varones. Jugábamos en la calle y hacíamos los arcos con piedras. Cuando vencí la primera vergüenza de entrar a un partido, me transformé en una más. Estoy hablando de los seis a los diez u once años. Los problemas y los obstáculos empezaron cuando crecí, que es lo que nos pasa a la gran mayoría de nosotras, cuando sobre nuestro cuerpo empiezan a pasar otros discursos. Es como si tu cuerpo se te volviera en contra, entonces, empezás a tener miedo de tu propio cuerpo por lo que genera. Ahí comenzaron a llegar los primeros mensajes de que no estaba bien que alguien que se estaba convirtiendo en “señorita”, como se decía antes, jugara la pelota en la calle, tuviera las rodillas sucias, estuviera mayormente con varones. Bueno, eso no era lo esperado.
Entonces, familiarmente quienes me habían apoyado mucho al principio y se vanagloriaba de que jugaba y sabía de fútbol, porque iba a ver Vélez todos los domingos, me empezaron a señalar. Mi viejo y mi abuelo fueron los primeros, particularmente mi abuelo. Eso para mí fue como un estado de locura, y en esa primera adolescencia la pasé muy mal. Ese fue el primer obstáculo concreto y claro, la construcción absoluta de que eso que hacía no estaba bien. Cuando vos recorres relatos de pioneras del fútbol, de mujeres que jugaban al fútbol hace muchos años atrás, más o menos todas coincidimos en ese dolor.
Después de haber jugado en AFA a mitad de los ´90, me encontré con resistencias dirigenciales; siempre peleando por un lugar para entrenar, buscando recursos para poder bancar el micro o intentando conseguir el médico que la asociación te exige para jugar de local. Y lo que encontramos en la villa cuando empezamos fue la misma resistencia, como si no hubiera pasado el tiempo. Todo eso estaba ahí, todavía sumergido. Por ejemplo, una de las principales canchas del barrio, las pibas sólo la podíamos usar muy poquito, o a cuentagotas. Era un fútbol bastardeado. Nos decían: ¿Para qué lo van a hacer? En ese momento, eran un grupo de quince adolescentes que ni siquiera venían a jugar con ropa de fútbol y los varones nos declaraban constantemente un estado de invisibilidad, seguían jugando por más que nosotras estuviéramos ahí. Esa batalla que dimos para conquistar la cancha y el territorio, la dimos parándonos en el medio, yendo cuerpo a cuerpo a pelear con los pibes porque, de alguna manera, todos veníamos de un recorrido de haber peleado en distintos lugares.
Entonces, la fundación de “La Nuestra” fue eso; conquistar esa cancha, ese lugar y decir nos pertenece. Este espacio público de barrio, que es tan importante como una cancha de fútbol, que nunca se va a construir una casa por más necesidades que haya, esa línea de cal se va a respetar. Y bueno, acá estamos nosotras, y ese horario histórico de martes y jueves a las siete de la tarde es el que conservamos aún hoy.
Actualmente, somos más de 200 pibas, desde los 5 hasta los 50 años y un cuerpo técnico de 10 entrenadoras. Entonces, de alguna forma fue desensamblar recorridos, o darle un sentido a toda esa batalla que, para la mayoría de nosotras, fue en soledad y armar una red. Nosotras, entendemos como red feminista o red que no se dobla, haber dado vuelta ese lugar y correrse por completo del lugar de víctima, sino más bien transformarte en protagonista del juego que amas y te apasiona. Para las pibas es haber quebrado muchos paradigmas. Pensar que tenemos cuerpos para muchas más cosas que, únicamente, la maternidad, y dividir las tareas de cuidado con los compañeros varones. En los barrios las pibas asumen una conducta de adulta de manera muy temprana, como el cuidado de la casa, de les hijes. Entonces, ese rato que, el varón cuida a los hijos, y ellas juegan es un acto político y revolucionario; toma de cancha en conciencia de vínculo, en conciencia de lenguaje, que usamos también, y en entender que las transformaciones son colectivas. Si hay un deporte que te enseña eso como ningún otro es el fútbol.
APU: ¿Se puede entender al fútbol como un hecho político?
MS: Sí, absolutamente. Todas las actividades y todo lo que hacemos es un hecho político. El problema es que, en la Argentina del último tiempo, se bastardea la política y se entiende que el único espacio donde podés hacer política es un partido, pero, la política la hacemos permanentemente.
El fútbol es un fenómeno cultural que trasciende la cancha; una piba jugando al fútbol en el barrio, parada en un lugar público como es la cancha, con todo lo que eso significa, conquistando ese espacio, generando un entrenamiento de calidad, que no es solamente ir a tirar la pelota, sino intentar ser mejor futbolista, atravesado por la educación popular, por la pregunta permanente, con mujeres que están dirigiendo, con muchas compañeras que vienen del ámbito de la diversidad, que también juegan al fútbol, y que esto es algo del último tiempo que es muy bueno. Llamarlo fútbol feminista, hablar de conciencia de clase, de conciencia 7 Entonces, cuando pasa todo esto en la cancha, evidentemente estamos hablando de política, y, evidentemente, el deporte es un agente de transformación política. Cuando vos pensás en los pilares en los que se basa el patriarcado en el día a día, en la cotidianeidad, estas cosas que nos quedaron instaladas en la cultura, como que el hombre no llora, que tiene que ser el más fuerte, una cantidad de cosas que tienen que ver y son el sostén de la masculinidad hegemónica, así como la vemos y la entendemos, el deporte colaboró mucho a generar esos sentidos.
Entonces, si deconstruimos el deporte, seguramente vamos a generar un efecto contrario y le vamos a ganar una batalla al patriarcado importantísima. Nos podemos organizar, sabemos jugar al fútbol, amamos el fútbol, tenemos nuestro propio equipo de futbol, tenemos nuestro propio día con mucha convicción y defendemos el derecho a jugar con rajatabla. Y es profundamente político, después le podés dar las vueltas que quieras, y pararte de distintos lugares. Hay discursos en torno al deporte que son asistencialistas, meritocráticos, y también son políticos. Depende en que vereda te paras, pero el campo del deporte como herramienta política es fabuloso.
APU: ¿Qué le dirías a las pibas que quieren jugar y no se animan todavía a entrar a una cancha?
MS: Que tienen que buscar en nuestra historia, tienen que ver la vida de “Las Pioneras”, tienen que ver todo lo que se hizo en montones de años por jugar al fútbol, y que ahora las cosas están muchísimo más habilitadas que hace unos años atrás. Hay que animarse y jugar. No importa si lo haces bien o mal, lo importante es jugar, encontrarte con otra, disfrutar lo que estás haciendo, y entender que estás poniendo un granito de arena para que las próximas generaciones jueguen al fútbol de una manera mucho más equitativa, más justa que lo que lo hicimos nosotras. Siempre recomiendo leer la historia de Betty García, de las compañeras que jugaron en el Mundial 71, y de todo lo que hicimos nosotras para poder jugar.
APU: ¿Cómo fue que surgió el Día de la Futbolista?
MS: Surgió a raíz de una iniciativa que arrancó en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires cuando Andrea Conde era legisladora de la Ciudad y presidía la Comisión de Mujer, Infancia, Adolescencia y Juventud. Una compañera que es Lucila Sandoval, una arquera de fútbol femenino histórica de Independiente y de muchísimos otros equipos, trajo la propuesta. Hay que decir que ella se cargó al hombro la historia de Las Pioneras del 71, que la conocimos gracias a su tozudez política y militante para que esa historia ganará visibilidad.
Entonces, en esa mesa, se decidió dar la batalla para que el 21 de agosto sea considerado como el Día de la Futbolista, que es el día que Argentina goleó cuatro a uno a Inglaterra en la misma cancha que después Diego hizo todo lo que hizo, en el Estadio Azteca. Nos pareció importantísimo conseguir esto porque es una herramienta fundamental para poner en valor el fútbol de mujeres, para entender de dónde venimos, quienes somos y hacía dónde vamos. Pero también para descubrir que, durante muchísimos años, nos robaron no sólo la posibilidad de jugar sino también nuestra historia. Entonces, este día es fundamental.
Después de esta iniciativa que arrancó en agosto del 2019, que fue cuando hicimos el primer gran festejo, se extendió por muchísimos ámbitos legislativos del país, y a fines del 2020 se consagró como ley nacional. La memoria es un músculo que hay que entrenar permanentemente, que bien entrenado hace justicia. Me parece que fue un día reparador, sobre todo para las compañeras que pasaron los 60, los 70 años e hicieron de todo para poder jugar, y que además es muy importante para las generaciones futuras; para que hoy, una niña que quiere jugar al fútbol, sepa que tiene esa historia, y no solamente tenga que mirarse en Tévez, Messi o el Kun Agüero, que pueda mirarse en otras; en Betty García, en Teresa Suárez, en Angélica Cardozo, en Elba Selva, bueno, la lista es interminable. Es importantísimo, es algo que a nosotras no nos pasaba y que siempre las referencias eran varones. Así que este día es una gran conquista y hay que conmemorarlo como tal.
APU: ¿Cuánto avanzó la legislación en relación al desarrollo del fútbol femenino y qué camino queda por recorrer?
MS: Creo que esta ley también ayudó y empujó a la Ley Micaela, que obliga a capacitarse en cuestiones de género. En la Provincia de Buenos Aires se instó a instituciones deportivas a formarse en cuestiones de género. También fue una gran herramienta en los clubes. Estamos hablando de lugares que, fundamentalmente, son conducidos por varones. Desde tiempos históricos, en la comisión directiva de un club, capaz encontrás una o dos mujeres y, por lo general, como vocales suplentes. No ocupamos lugares en donde se toman las decisiones. Entonces, me parece que la ley ayudó, provocó una cascada en ese sentido, porque desde el 2018 para acá, las áreas de géneros de los clubes ya existen, igual que los protocolos para actuar en situaciones de violencia.
¿Qué falta? Seguir, profundizar todo eso porque la brecha sigue siendo muy grande, porque la profesionalización de la que disfrutan hoy muchas futbolistas es un sueldo que no te alcanza para vivir. Está equiparado a un jugador de Primera C. Algo que creemos fundamental mirando al futuro es cómo se estructuran divisiones inferiores en los clubes; porque hoy una niña que quiere jugar al fútbol muy difícilmente sea alojada en un club y, cada tanto, nos topamos con casos como el de una niña que está a punto de cumplir once años y le quitan la posibilidad de competencia porque las ligas, sobre todo saliendo de Buenos Aires, no aceptan mujeres.
Entonces, creen que ya no pueden jugar más. Jugó de manera mixta hasta los diez años y listo. En estos días está sonando mucho el caso de una niña en Cañuelas. El club decidió escucharla igual y la decisión de la liga fue multar al club y quitarle los puntos que había ganado en las doce fechas anteriores. También, hay un caso muy parecido de una niña cordobesa que, en los últimos años, tuvo mucha repercusión en redes sociales y por el movimiento de su familia. Ahí tenés casos puntuales de niñas que quieren ser futbolistas y que a la mejor edad se quedan sin jugar. Eso hay que cambiarlo. Lo mismo que pensar en una liga o en un torneo organizado por AFA muchísimo más federal del que tenemos. Estamos convencidas de que con todo lo que pasa en el fútbol de mujeres, a lo largo y a lo ancho del país, bien podríamos tener una liga nacional. En el básquet de varones, la generación dorada salió de una liga nacional, producto de una magnífica idea de un dirigente de básquet, León Najnudel, una eminencia. Yo creo que, tranquilamente, en el fútbol de mujeres podríamos hacer algo así, y estaríamos saldando una parte grande de esa brecha, con posibilidad de jugar desde las infancias.
APU: Cada vez son más las pibas que se acercan a los clubes para jugar al fútbol ¿Están preparadas las instituciones deportivas de nuestro país para fomentar y contener el desarrollo de las jugadoras más jóvenes?
MS: Yo creo que pasa por una cuestión de voluntad política. Pensemos en dirigentes que manejan una cantidad de privilegios para que el fútbol esté como esté, y todo lo que venga de afuera, lo ven como una amenaza y no como un fortalecimiento a la institución, una democratización, un aire fresco para pensar al fútbol de otra manera. Yo creo que es tarea de las áreas de género de los clubes impulsar que se empiece a armar por lo menos una instancia de escuela, que alguno de los clubes las tienen. Yo creo que hay formas, pero hay que empujarlas, porque es una etapa formativa que es central. Cuando mirás las grandes potencias en el fútbol femenino, por lo general, son jugadoras que están jugando desde que son niñas, y que se las trata como deportistas desde esa infancia. Yo creo que ser futbolista es una vocación y veo pibas con vocación de futbolistas, entonces me parece que los clubes deben albergar eso. Creo que es seguir empujando, seguir pensando de qué manera le entramos a esas estructuras que son muy machistas, muy patriarcales, por algún lugar o por otro. Y después, otra solución posible, por lo menos nosotras desde La Nuestra la pensamos, es tener un club propio donde vos puedas estructurar las divisiones inferiores como te parece y entrar a jugar el torneo de AFA desde un club propio.
Nosotras venimos desde hace mucho tiempo luchando por esto, es un sueño, por lo menos mío desde la época que jugaba, porque creo que en un club propio no voy a estar discutiendo con alguien si le generó o no recursos, si entra o no entra plata, porque me parece que la discusión pasa por otro lugar. Entonces, hay que alentar la fundación de clubes de fútbol femenino, así como hace más de cien años los compañeros varones lo hicieron, y eran grupos de amigos donde el estadio lo hacían en terrenos fiscales. Bueno, quizás sea una manera. Nosotras estamos atrás de eso, arañamos alguna posibilidad, al final no resultó, pero estamos en ese camino. Yo creo que esa puede ser una forma. Campeonato nacional y pensar como alojamos a las futbolistas pequeñas, creo que son dos necesidades urgentes.
APU: ¿Cuál es tu opinión sobre el papel que tuvo la selección argentina en la Copa América y cómo la ves de cara al Mundial 2023?
MS: El tercer puesto nos llenó de orgullo. Creo que es un equipo que nos representa en nuestra forma de sentir y vivir el fútbol; de no dar ninguna pelota por perdida y dejar todo en la cancha. A pesar de algunas diferencias que, a veces, son insalvables como jugar con Brasil.
Ver jugadoras que ya vienen de disputar algunas temporadas en Europa, mezcladas con nuevas generaciones que están jugando todavía en Argentina, cuando tenés a la goleadora del torneo, Yamila Rodríguez, y, sobre todo, la forma de pelear, y quizás el cambio en la mentalidad en nuestra selección, que me parece que es fundamental; tuvimos mucho tiempo de sólo defendernos y tirar la pelota para arriba, para decirlo claramente porque la diferencia era muchísima, porque estábamos a años luz de muchas selecciones y, ahora, vos ves un intento por salir jugando de a tres o de a cuatro, de forma asociada y más a lo que seríamos nosotras, como identidad futbolera. Eso es magnífico, ver un partido que se remonta contra Paraguay por el tercer puesto también.
Digamos que la Copa América nos dejó llenas, aun notando muchísimas cosas que la selección tiene que mejorar. De cara al mundial, bueno, con esperanza, sabiendo en qué lugar estamos, pero sabiendo también que hay herramientas para hacer un papel mucho mejor del que hicimos. Se pidió por favor que se pase por televisión abierta, y se logró cuando se llegó a instancia de definición. Ves muchas pibas chiquitas que saben los nombres de las jugadoras de la selección, algo que no pasaba cuando nosotras jugábamos. Eso es maravilloso, que tengan a Banini, a Florencia Bonsegundo, a Aldana Cometti, a Agustina Barroso de referentas. Hay una matriz en ese grupo que se viene repitiendo desde el 2018, cuando se pararon a hacer el Topo Gigio para que las escuchen, que me parece que le da una mística a este grupo. Sabemos que es muy difícil, pero estamos enormemente felices de poder participar nuevamente de un mundial, y creo que es un tiempo histórico para la Selección Argentina.