Mostrar las tetas: una batalla más por la subversión de un orden
Por Mauro Benente*
En el día de ayer se leyó y se escuchó en distintos ámbitos y registros que existían causas más importantes que organizarse para mostrar las tetas. Hoy se lee y se escucha que la lucha por la igualdad, o el reconocimiento de las diferencias, no se logra mostrando las tetas puesto que existen otros medios y formas. La existencia misma de estas afirmaciones, que torpe y apresuradamente reducen la protesta a un problema de indumentaria, justifica este y otros “tetazos.” El “tetazo” no fue simplemente una respuesta al ataque que sufrieron tres mujeres en una playa de Necochea, sino que se inscribe en un ciclo de protestas que se desarrollaron alrededor del “Ni una menos” el “Paro de mujeres” y el “Encuentro Nacional de Mujeres.”
De todas maneras aquí quisiera detenerme en un aspecto que creo que pasa desapercibido en aquellos y aquellas que ayer y hoy han olvidado el ciclo de protestas y muestran sus reparos, o peor aún sus reproches, en mostrar las tetas. Me gustaría resaltar que ese “mostrar”, aunque a primera vista parece inofensivo, resulta por demás problemático.
Etimológicamente “mostrar” significa “poner algo a la vista,” en este caso las tetas. Claro está que si se ponen a la vista es porque están ocultas y la pregunta que rápidamente nos deberíamos hacer es ¿por qué están o deberían estar ocultas? Para responder a este interrogante es difícil no apelar a las sagradas escrituras y el propio “Génesis” nos brinda algunas pistas al respecto. De acuerdo con el relato, Adán y Eva ocultan parte de su cuerpo y una lectura apresurada diría que lo hacen porque la desnudez es un pecado. Sin embargo, una lectura más atenta nos muestra que Adán estaba desnudo y Eva desnuda sin sentir vergüenza y sólo tras de la caída, después del pecado, atraviesan un sentimiento de vergüenza que los lleva a cubrirse parte de sus cuerpos con hojas de la higuera. De alguna manera, es la transgresión al orden aquello que explica el pasaje de una desnudez sin vergüenza a otra que sí debe ocultarse, y solo eventual y disciplinadamente “mostrarse.”
Si bien son varias las dimensiones de análisis que se podrían emplear para problematizar aquellos discursos que cuestionan el hecho de protestar mostrando las tetas, por el momento quisiera subrayar que hablar de “mostrar” las tetas implica naturalizar que deben estar ocultas, que deben cubrirse. A contrapelo de esta naturalización, ayer un grupo de mujeres dio una batalla más por la subversión de un orden que no se reduce al uso de cierta vestimenta. Lo hicieron sin vergüenza, pero también sin “mostrar” nada porque no tienen nada que ocultar.
*(CONICET/UBA/UNPAZ)