"Para poder ganar vamos a tener que ganar con nosotras adentro"
Por Soledad Allende
Fotografía: Daniela Moran
El feminismo sindical parece ser un fenómeno que está en continuo crecimiento y se inscribe dentro de lo que entendemos como feminismos populares, en un contexto sumamente complejo: un escenario electoral marcado por la violencia política, estatal y paraestatal, y que presenta el desafío de construir una alternativa de poder popular y antineoliberal que requiere de una unidad de la oposición que es muy difícil de materializar. La necesidad urgente de constituir ésta alternativa que desplace al neoliberalismo del poder en octubre, ante el deterioro acelerado de todos los indicadores económicos, y su impacto en las condiciones de vida de la clase trabajadora, pone al feminismo sindical en la búsqueda de una estrategia propia.
Laura Sotelo, secretaria de géneros de ATE Capital, conversó con APU acerca de estas estrategias.
Agencia Paco Urondo: ¿Cuál es el rol del Movimiento Sindical Feminista y de los Feminismos Populares en general en éste contexto?
Laura Sotelo: Lo que está en juego en el mundo es la posibilidad o no de las democracias. Las estructuras y las instituciones de la democracia están implosionando, y eso tiene que ver con una fase de la acumulación del capital y con un mundo que se está debatiendo qué países van a trabajar y qué países no. El otro día escuchaba a Amado Boudou decir que en la etapa del capitalismo financiero un país sin sindicatos es un país esclavo y esto tiene que ver precisamente con este derrumbe del esquema productivo y el derrumbe del trabajo.
Como decimos desde ATE Capital, pensamos que el feminismo es puerta de entrada para democratizar nuestras organizaciones y que ya nada puede ser pensado sin la clave de género. Porque hay un enjambre que tiene que ver con la organización y la movilización, con las redes, con la comunidad organizada que nosotras estamos ejerciendo. No desde los lugares de poder instituidos y clásicos, pero sí desde la necesidad imperante que motoriza nuestro movimiento. Nuestras movilizaciones son casi un ejercicio de democracia directa.
A lo que apunta ésta pretensión del feminismo como ideología integral es precisamente a reconstruir los lazos, a reconstruir lo colectivo para ganarle al odio. Porque lo que también está en riesgo, además del trabajo, es la posibilidad de construir sentidos, imaginarnos el futuro. En un mundo que se plantea esclavo, individual, donde el miedo es la garantía del odio derramado.
Es clave que el feminismo dispute y ahí tenemos también un aporte a la clase, porque nosotras estamos pudiendo plantear la unidad en un gran frente sindical. Nosotras pudimos plantear el primer paro general al neoliberalismo y representar el trabajo gratuito, el trabajo precario, porque estamos en desigualdad en el mercado laboral.
APU: ¿Cómo piensa que puede jugar el feminismo sindical en éste año electoral?
LS: Creo que no es menor que muchas de las disputas electorales, el caso de Brasil es el ejemplo, se corten también por el lado de la reacción neofascista y patriarcal. No es casual que el ataque sea decididamente hacia nosotras en clave con un fundamentalismo peligroso. Junto con el saqueo de la riqueza es el saqueo del poder pensar mañana y ahí nosotras como movimiento estamos pudiendo aparecer como una luz, por eso desde la derecha se arremete contra “la ideología de género”. La estigmatización de todo lo conquistado busca desarticular al movimiento, no sólo a nivel de la Argentina sino a nivel regional, por lo menos.
El Encuentro Nacional de Mujeres va a ser clave en lo que se dispute en octubre. Me parece que la unidad tiene que partir desde nosotras, tiene que partir primero de no hacer una unidad boba porque hay escuchar a las nuevas dialécticas, a las nuevas posibilidades. No va a ser cualquier unidad la que pueda ganar y después gobernar, poder plantarse contra el nuevo plan Cóndor, por la recuperación de nuestra soberanía con la deuda y con el futuro totalmente rifado al extranjero y a ésta nueva recolonialidad.
Cualquier política de Estado tiene que que tener perspectiva de géneros. Eso implica las listas que armemos, y las salidas de esta crisis en la que nos zambulleron estos tipos. Porque para distribuir verdaderamente la riqueza hay que pensar en ésta doble opresión que nosotras cargamos, por el rol que nos han asignado históricamente: Las tareas de la reproducción, que sostienen la producción del mundo y la acumulación de la riqueza del mundo, y que también han sido todo un dispositivo de desvalorización. Cuando todo se desmorona, poner en valor lo que sostiene el mundo puede volver a construir ésta posibilidad de que nos encontremos en la trama colectiva
Con la recuperación de las AFJP, una de las políticas más grandes de redistribución de las riquezas del kichnerismo, el 86% de las personas que entraron han sido mujeres, y precisamente ahí se pone sobre la mesa toda esta trama de desigualdad que en primer lugar recae sobre las tareas asignadas para las mujeres y para todos los cuerpos disidentes o para todas las identidades y orientaciones sexuales feminizadas. Esto lo subrayo porque con ésta política se han podido garantizar un montón de otras distribuciones, como la asignación universal por hijo.
APU: Según lo que antes comentaba, existe una lógica patriarcal dentro de los sindicatos que reproduce desigualdades ¿Cómo afecta el feminismo sindical a éstas lógicas?
LS: No es lo mismo cualquier sindicato o cualquier rama. Está claro que hay ramas más feminizadas y ramas más masculinizadas en el mundo laboral y no es casual que en esas ramas donde nosotras estamos se asigne menor salario.
Hay una primera complejidad y es que nosotras participamos más o menos según el sindicato del que hablemos, por una cuestión de cómo se estructura el mundo laboral y cómo eso decanta en la división de las lógicas del poder, por esa división tajante entre lo privado y lo público.
Es una herramienta gremial indispensable tener políticas de género dentro de los sindicatos porque eso amplía la participación y democratiza nuestras estructuras. En este punto creo que sí hay un avance que tiene sus resistencias porque significa una deconstrucción de los sentidos instalados y porque implica ceder algunos lugares, pero que es irreversible. Hay sectores a los que no se llega si no es a través de este tipo de políticas, hay muchas compañeras que quizás no se movilizan por una marcha más clásica y que sí lo hacen con nuestros paros o con la agenda feminista en general, que es una agenda antineoliberal.
APU: ¿Existe una traducción del crecimiento de Movimiento Feminista Sindical en la representatividad de los espacios de decisión tales como la Comisión Directiva de ATE Capital y la CTA?
LS: En ATE Capital se ve en la calle y en lo cotidiano de nuestras juntas internas. La mayoría de los sectores de trabajo tienen comisiones, espacios de género y hemos ganado en delegadas de género. Muchas compañeras que empezaron siendo delegadas de géneros pasaron a ser delegadas gremiales, generales y a eso en ATE Capital apuntamos fuerte desde el Consejo Directivo y desde la Junta Electoral. Necesitamos una refundación de la conducción durante esta etapa, y eso implica que haya compañeras en los primero cargos.
Tener talleres de masculinidades y formación en géneros y trabajo es la bajada de nuestra conducción a los cuerpos de delegados y delegadas.
Respecto de las elecciones del gremio a nivel nacional existe otro desafío: para que haya una verdadera representación del feminismo vamos a tener que hacer algunos movimientos que no van a responder a los esquemas clásicos de la representación y del armado de las listas, que tienen todavía el arrastre de un tipo de construcción más tradicional, patriarcal. Como dijo Néstor "no pasarán a la historia aquellos que especulen" y ya no es posible especular para que todo quede como esté. Así que para poder ganar vamos a tener que ganar con nosotras adentro.
En el armado de la CTA, en las últimas elecciones, que nuestro Secretario General haya sido el adjunto nos pone en un lugar muy fundamental pero ésto es algo muy reciente. Además fuimos dos compañeras acompañando al Tano (Daniel Catalano) y eso también fue una definición de la Verde y Blanca.
Ahora veremos en ATE cómo se traduce esto en el armado de las listas, creo que hay que tener paciencia, pero la paciencia tiene plazo. Así como en la cabeza de la CTA han quedado tres compañeros si en el armado de ATE no queda expresamente reflejado este crecimiento de nosotras, tendremos que poner plazo para que no vuelva a suceder en las próximas elecciones. Falta un montón, pero creo que hacia donde tenemos que ir es hacia la paridad. Para esto no basta con que los compañeros se deconstruyan y a pensarnos a nosotras como una posibilidad de conducción de todes. Está en nosotras, en la capacidad de generarnos nuestras propias estrategias, no perdernos, porque cuando se entra en ciertas lógicas necesarias y propias del sindicalismo puede suceder. Debemos ser un solo puño, y eso es sin dudas un desafío.