Razzia policial: ellos la violencia, nosotras la organización
Por Ludmila Sueiro y Paloma Baldi
Tras la movilización enmarcada en el paro internacional de mujeres, un grupo de manifestantes se dirigió a una pizzería en los alrededores de Plaza de Mayo. Mientras algunas comían pizza y otras bailaban, la policía de la Ciudad -algunos uniformados y otros de civil- comenzó a atacarlas. Se llevó adelante una razzia con el objetivo de disciplinar y generar miedo en los movimientos de mujeres que se habían expresado en el #8M. El saldo fueron ocho mujeres en Alcaldía y dos en Comisaría de la Comuna 4, una menor en Instituto Inchausti y nueve (incluídos dos hombres) en la Comisaría 30.
Cual Estado de Sitio, al grito de “circulen”, golpearon y arrastraron por el piso a las compañeras para llevarlas detenidas. La violencia institucional que sufrieron las manifestantes puede verse en el video que se viralizó en redes sociales. Sin embargo, ninguno de los grandes medios de comunicación lo incluyó en la cobertura, porque prefirieron instalar la hipótesis de “las violentas”.
Nos vemos vulneradas ante un accionar policial que viola nuestros derechos por el sólo hecho de ser mujeres. Esta represalia es la respuesta al creciente movimiento feminista que se viene gestando en Argentina. Un movimiento de miles de mujeres que comienzan su camino en la lucha por la igualdad de derechos y contra la violencia machista, en todas sus formas.
Lo sucedido durante la madrugada de hoy no es un hecho aislado, sino una política de estado represiva y sistemática. Que, además, se ve incrementada cuando se trata de mujeres manifestantes: como en los encuentros de mujeres, en el tetazo, o en las pintadas del día anterior y en la razzia. También se vulneró el derecho a la libertad de prensa cuando detuvieron a las compañeras que se encontraban en el lugar registrando el accionar de la policía. En total, durante los últimos tres días, hubo un saldo de 30 mujeres detenidas por luchar.
“Con esto vas a aprender”, le dijo un policía a una joven. Nosotras sabemos bien que este tipo de accionar persigue el objetivo de causar miedo. Pero hay un dato que no debe pasar inadvertido: desde el primer #NiUnaMenos, el número de mujeres movilizadas aumenta. El número de víctimas que se animan denunciar aumenta. El número de jóvenes se suma en la lucha por la igualdad de derechos aumenta. El pedido por la liberación de Milagro Sala aumenta. Lo único que retrocede, que atrasa, son las fuerzas de seguridad y su accionar represivo; enmarcado en el contexto de un gobierno neoliberal que avala todo tipo de represión frente a la protesta social.