El laberinto español: ¿podrá gobernar la izquierda?
Por Carlos Iaquinandi Castro (*)
Laberinto. Ese fue el término que empleó el propio presidente en funciones, Pedro Sánchez, para describir la complejidad de la situación española y las dificultades para sumar los diputados necesarios para alcanzar la investidura.
Las segundas elecciones generales en un año en el Estado español no han servido para clarificar la posibilidad de formar un gobierno estable. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) volvió a obtener la mayoría, con 120 diputados, aunque perdió tres escaños y unos 800 mil votos con relación a los comicios de abril.
Uno de los cambios más relevantes fue en primer lugar el hundimiento de Ciudadanos, un partido que se autodefine como de “centro liberal” pero que en realidad gobierna en comunidades y municipios en alianza con partidos derechistas. Su ambición tras las elecciones de abril, de girar su política para tratar de encabezar el bloque derechista, lo convirtió en un partido de posiciones erráticas. La suma de errores le provocó una caída en picada en las elecciones de noviembre, en la que perdió dos millones y medio de votos. De las 57 bancas que tenía en el parlamento se quedó con solamente 10. Tras esos resultados, renunció su líder y candidato presidencial Albert Rivera, quien dijo que abandonaba la política. Tras él se fueron otros miembros de la dirección. Veremos si el partido consigue sobrevivir a una derrota tan concluyente. Muchos de esos votos perdidos por Ciudadanos migraron al Partido Popular que aumentó 23 diputados, pasando ahora a tener 89.
El otro resultado relevante el pasado domingo 10 fue el espectacular avance de VOX, un partido de extrema derecha que aumentó casi un millón de votos y tendrá 52 escaños. Su posición contraria a los independentistas catalanes y el rechazo de la inmigración influyeron en alcanzar ese incremento.
Ahora, mas difícil que en abril
Por su parte, Unidas Podemos tuvo una pérdida de más de medio millón de votos. El no haber llegado a un acuerdo los dos partidos de izquierda tras los comicios de abril, penalizó en votos –en apoyo popular- tanto a Podemos como al PSOE, pero de un modo más contundente al partido que lidera Pablo Iglesias que perdió siete escaños (de 33 pasó a 26).
Es cierto que durante las negociaciones tras la buena elección de los partidos de izquierda en abril, se perdió una oportunidad porque entonces era mucho más accesible la posibilidad de reunir los apoyos necesarios para que Sánchez fuera investido. Pero la insistencia de Iglesias de entrar en el gobierno en coalición y la desconfianza de Sánchez determinaron que finalmente el PSOE descartara la posibilidad de acuerdos.
Antes de llegar a esta ruptura, se cruzaron acusaciones públicas y se reprocharon mutuamente la responsabilidad del fracaso. Sánchez quizás pensó entonces que en una nueva convocatoria saldría reforzado. No fue así, no solamente para el PSOE sino para su futuro aliado en la coalición.
Acuerdo exprés
La sorpresa se produjo 48 horas después de los comicios, cuando tras una convocatoria urgente a la prensa, Pedro Sánchez por el PSOE y Pablo Iglesias por Podemos anunciaron que habían llegado a un acuerdo de gobierno. Lo que no habían conseguido en varios meses, lo alcanzaron el tiempo récord. Y en este caso, tras un acuerdo programático ya conversado durante el verano europeo, se anunció que Podemos formaría parte del gobierno. Incluso con la posible designación de Pablo Iglesias como vicepresidente y tres ministerios para su partido, aunque esto solo son trascendidos.
Los puntos principales del documento firmado públicamente, fueron –entre otros- creación de empleo, combatir la corrupción, derecho a una muerte digna -eutanasia-, defensa de la diversidad, mantenimiento del nivel de las pensiones y justicia fiscal (que los que más ganan, más paguen). Y sobre uno de los temas más críticos que tiene España, la situación creada en Cataluña por los partidos independentistas, el acuerdo indica: impulsar la convivencia y buscar una solución política al conflicto. Hay que tener en cuenta que estos dos partidos, PSOE y Podemos son los únicos con posibilidades de gobernar que sostienen que la salida del conflicto debe ser a través del diálogo, siempre dentro de la constitución.
La coalición necesita apoyos
Lo que ocurre es que las suma de sus escaños (PSOE + Podemos) no es suficiente para lograr la investidura de Sánchez. Cuentan con el respaldo de algunos partidos menores, pero será decisiva la posición de los partidos catalanes. Según se abstengan, voten a favor o en contra, decidirán si esa coalición podrá o no gobernar.
El camino para alcanzar esa mayoría tiene muchos obstáculos: por un lado los independentistas exigen hablar sobre un posible referéndum legal y vinculante, y por otro, dentro mismo del PSOE, antiguos dirigentes como Felipe González o los llamados “barones” (presidentes de algunas comunidades que llevan años en el cargo) se oponen a cualquier acuerdo con los independentistas.
Estamos ante días de consultas y negociaciones, porque la intención de Sánchez es alcanzar un acuerdo rápido como el que hizo con Podemos. Quiere alejar la posibilidad de tener que convocar a unas terceras elecciones generales. Y evitar interferencias de los sectores que temen que el futuro gobierno ponga en riesgo algunas de sus ventajas, entre ellos grandes empresas, corporaciones privadas que controlan servicios básicos como energía o comunicaciones, o los grandes bancos, o especuladores inmobiliarios como los llamados “fondos buitres”.
¿Izquierda, “progresismo”?
Dudas: aunque el bloque se considere “de izquierda”, en realidad el PSOE es un partido que tiene más de un siglo de historia, y que actualmente pertenece al bloque de la socialdemocracia europea. Denominación de origen que tampoco define suficiente, porque esta corriente se ha desdibujado mucho en las últimas décadas, dejando en el camino algunos de sus principios fundacionales. Históricamente cada vez mas lejos de personajes y conductas como las del asesinado Olof Palme en Suecia en 1986.
Por su parte, Unidas Podemos, tras un arranque espectacular en las europeas del 2014, y una entrada al Parlamento español con 69 diputados y más del 20 por ciento de los votos en el 2015, ha ido perdiendo apoyo electoral y su estructura interna se fue debilitando. También se deshicieron algunas de las plataformas que con criterio transversal se habían alcanzado en distintos territorios del estado. Varios de los que acompañaron a Iglesias en la fundación de Podemos, fueron dejando la dirección y alejándose del partido. La organización de base interna no llegó a desarrollarse y en definitiva se consolidó una estructura que a pesar de su apariencia participativa en realidad funciona a partir de un liderazgo que se convierte en dirección vertical, ejercido por Pablo Iglesias.
Se reiteran así los vicios políticos de la antigua Izquierda Unida, prácticamente absorbida ahora por Podemos. A pesar de estas circunstancias, la joven formación que nació con vocación de “tomar el cielo por asalto”, sigue representando un importante espacio político a la izquierda del PSOE. Y aunque con tropiezos, parece haber encontrado “piso” en su caída electoral. Esta posible experiencia de co-gobierno, pondrá a prueba su verdadera capacidad de gestión y su habilidad para pactar. Haciendo referencia a sus prisas verbales, un dirigente vasco le recordó a Iglesias que el cielo no se toma por asalto, “se toma nube por nube”. Puede que en esta nueva etapa, la sugerencia sea útil.
Mientras tanto, Populares, Ciudadanos y Vox, intentan torpedear la posibilidad de investidura de Sánchez, que implicaría el primer gobierno de coalición desde la restauración democrática y parlamentaria de 1978. Y una experiencia progresista similar a la de Portugal, aunque en este caso no con apoyos puntuales, sino en coalición de gobierno. Las próximas semanas desvelarán si hay salida para el laberinto español.
(*) Por el Servicio de Prensa Alternativo (Serpal)