Amaicha, Tucumán: el turismo como un proyecto comunitario
Por Cristian Fraile
Recorridos 50 kilómetros desde Tafí del Valle (Tucumán), sobre un camino que ofrece una vista increíble en cada curva (son innumerables), con trepadas hasta los 3000 m.s.n.m. en El Infernillo, la Ciru, nuestra casa andante, pedía a gritos un descanso para su pequeño motor. En ese momento una larga recta en bajada nos llevó a las tierras de la Comunidad Indígena de Amaicha del Valle. Un cartel de generosas dimensiones al costado de la ruta presentaba toda una declaración de principios: “Sin territorio una comunidad pierde su pasado y su futuro como pueblo”.
Con la llegada de los españoles (Diego de Almagro -1534), todo este escenario de orden y equilibrio cambió brutalmente. Esclavitud, desarraigo, violaciones y asesinatos en masa, enfermedades extrañas y depredación de la enorme bio-diversidad, fueron los nuevos signos de la civilización. Primero los encomenderos y después los terratenientes, se encargaron de arrasar los bosques para dedicarlos a pasturas y carbón. Por otra parte, la población fue aniquilada y en poco tiempo reducida a 10.000 personas. Al inicio de la República, el territorio fue dividido en cuatros provincias: Salta, Tucumán, Catamarca y La Rioja.
En 1716, la Corona Española decide reconocer a la Comunidad de Amaicha del Valle, un territorio, así como respetar sus usos y costumbres. Este reconocimiento único en Latinoamérica, pretendía “pacificar” e impedir que se extendiera la lucha. Este documento Real, entre otras cosas, acepta como territorio 120.000 Has., incluyendo en ellas a nuestra Ciudad Sagrada de Quilmes. Este hecho trascendental, fue soslayado por los historiadores, relegándolo y minimizándolo. Y es lo que actualmente la enseñanza oficial no nos informa ni siquiera en nuestro propio pueblo.
Lamentablemente, con el pasar del tiempo y por falta de titulación no se respetaron los límites, y la invasión terrateniente siguió bajo nuevas modalidades. Los reclamos de los jefes para la escrituración, así como para el respeto a la Comunidad, nunca fueron tomados en cuenta por las autoridades que se sucedieron durante 290 años. Por el contrario, se quiso hacer desaparecer a la Comunidad y muchas veces los caciques fueron tentados con prebendas para devolver la Cédula Real.
Hoy el territorio y su gobierno comunal son reconocidos por el Estado Argentino, y apoyados a través del acompañamiento en obras como la extensión de la red de agua potable y la entrega de un subsidio para la concreción del Proyecto Agroindustrial Vitivinícola y una Bodega Comunitaria.
En este contexto el desarrollo turístico comunitario es una de las herramientas con las cuales la comunidad proyecta sostenerse y crecer en el tiempo.
Ser propietarios del territorio y de los medios con los que se desarrolla la actividad turística (alojamientos, gastronomía, excursiones, etc.) permite a los integrantes de la comunidad el diseño, el contenido y ejecución de la propuesta presentada al visitante.
La reafirmación de la identidad cultural, social y económica está presente en cada actividad; el día a día en Amaicha del Valle nos permite comer, tanto un pan realizado siguiendo la receta no escrita que está grabada en el recuerdo profundo de las manos de una abuela, como también, disfrutar de comidas ancestrales como la “cazuela de llama” -durante mucho tiempo llamado, por la cultura dominante, el “plato de los pobres”, por ser propio de los indígenas-.
Podemos también hospedarnos en una construcción tradicional de adobe (el ladrillo de adobe es el principal usado en las construcciones de la zona) que por ejemplo, nos permite dormir una siesta fresca sin ventilador, ni acondicionador de aire, mientras afuera el calor de las tres de las tarde derrite el suelo.
Y claro, si recorrer el pueblo nos despierta la curiosidad, tenemos la oportunidad de conocer parte del vasto territorio Amaicha con varias salidas que van desde conocer las Cascadas del Remate, hasta vivir la Historia en La Ciudad Sagrada de los Quilmes.
En Amaicha el pasado es presente y futuro, el tiempo no es lineal sino que sus habitantes han decidido recuperar la lógica de espiral, donde los saberes se transmiten de generación en generación y en esa transmisión se enriquecen y diversifican. El Buen Vivir de los Amaichas apunta al resurgimiento de valores formativos del Ser Humano como la solidaridad, la obligación moral de participar en obras de usufructo comunitario, y el equilibrio para el uso de los recursos naturales teniendo en cuenta su preservación para las generaciones venideras.
Para más datos: www.amaichadelvalleturismo.com y (0381) 15 4436805 Sebastian Pastrana (guía turístico local)