Froidevaux: "Los DDHH son la clave para entender y transformar la política presente en la Argentina”
Por Julián Froidevaux, Subsecretario de Derechos Humanos del Gobierno de Entre Ríos.
Las políticas de terror aplicadas para atemorizar a la sociedad entera, y alejarlas de cualquier intento de hacer política subsisten hasta el día de hoy, de la mano de cómplices civiles y económicos de la dictadura. Así como Néstor bajó los cuadros de los dictadores, en este momento es necesario bajar los cuadros de los grupos económicos que sustentaron y se enriquecieron con la dictadura, y que ahora amenazan nuevamente a la democracia.
Por todo eso los Derechos Humanos fueron el punto desde el que Néstor y Cristina decidieron cambiar el eje de la política en nuestro país. Términos como la justicia, la inclusión social, el desarrollo fueron resignificados a la luz de la perspectiva de Derechos Humanos que se instaló en nuestro país a partir del 2003, dejando de lado los tecnicismos neoliberales que acompañaron la destrucción de los lazos de solidaridad desde 1976 hasta 2003.
Hace poco más de diez años la diáspora de conocimientos y trayectorias militantes que constituyen al movimiento nacional y popular, volvió a reunirse en torno a los hechos concretos que llevaron a cabo Néstor y Cristina para alcanzar la vigencia de los Derechos Humanos, la democracia y una patria justa, libre y soberana.
También en Entre Ríos, Sergio Urribarri interpretó las ansias de justicia del pueblo y en honor a la verdad histórica comenzó un ciclo de políticas orientadas a reparar y ampliar derechos, recuperar nuestra identidad de lucha, y llamó a todos y todas a construir la provincia de oportunidades y desarrollo con justicia social.
Volvieron entonces los jóvenes a la política, los sindicatos crecieron en cantidad de afiliados, volvieron los científicos, técnicos y los artistas. Esa fuerza transformadora que es la patria se vio convocada aquel 2003, y el llamado fueron los derechos humanos. Aquel “perdón” de parte del Estado argentino por tantos años de silencio, que enunció Néstor Kirchner, funcionó como una señal.
Luego tuvimos la baja del cuadro de los dictadores, la derogación de las leyes de obediencia debida y punto final, la vuelta a los juicios; el comienzo de los juicios a los cómplices civiles; la transformación de la Ex Esma en un Centro Cultural de la Memoria; la promoción de una vasta producción cultural ligada a la identidad, la memoria y la justicia; la instalación del Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia; 110 nietos recuperados; la Ley de servicios de Comunicación Audiovisual, para recuperar el derecho a la comunicación que nos quitó la dictadura, y mucho más. Porque “Esto recién empieza”, afirmó también Néstor.
Pero el bloque de clases dominantes que impulsó el golpe en 1976 no se rindió, y al día de hoy protagonizan un renovado ataque, no contra Cristina, sino contra el país, contra nuestra democracia, contra nuestra soberanía popular. Y lo hacen a horcajadas de la libertad de expresión que ellos mismos aniquilaron durante la dictadura, o en vistas de una oposición política limitada a expresar variantes del discurso del imperialismo.
La promoción del miedo con el que quieren echar por tierra la reforma del código penal expresa un resabio de la doctrina de seguridad nacional, así como también el intento desesperado de un radicalismo extraviado que intenta ganar protagonismo proponiendo derogar el Día de la Memoria, o buscando interpelar a nuestra presidenta sin demasiados hechos concretos en su haber.
El camino que comenzaron señeramente Madres de Plaza de Mayo, y al que nos sumamos luego el resto de los organismos de Derechos Humanos, organizaciones sociales, políticas, y la sociedad en general tiene hoy nuevos desafíos. Consolidar la democracia, la soberanía popular, las políticas de memoria verdad y justicia, este proceso de redistribución de la riqueza y de ampliación de derechos y de inclusión social son algunos de los principales motivos que nos invitan a marchar nuevamente este 24 de marzo.