Ramonet: "Los gobiernos neoprogresistas deberían reflexionar para que haya un segundo soplo"
En Prensa CTEP
El académico, intercambio opiniones y puntos de vista y se mostró muy interesado en las problemáticas concretas, aportando desde su conocimiento y sus experiencias previas en Bolivia y Venezuela.
P: ¿Cuál es la reflexión que realiza de la CTEP?
Ignacio Ramonet: Me impresionaron mucho los testimonios que dan una imagen de la voluntad de lucha- primero personal- para sobreponerse a un accidente de vida: perder su trabajo, encontrarse en situaciones de marginalidad, que muchas veces pueden paralizar a las personas y conducirlas por las vías de la desesperación: las drogas, el alcoholismo, la delincuencia. Lo que vi aquí son personas que creen en el trabajo, en salir adelante; que no se sale sólo individualmente, sino que creen en la asociación, en la lucha de clases. Es decir, que pertenecen a la clase obrera, aunque esa clase obrera no los quiera. Hay muchos sindicatos que creen que los informales no forman parte de la clase obrera. He escuchado aquí testimonios de éxito, además con una gran lucidez sobre lo que se está reivindicando.
P: Considerando que el capitalismo expulsa trabajadores y estos no regresan al trabajo formal, a nivel mundial: ¿cuál es el rol del estado?
IR: Los gobiernos populares tienen el deber de escuchar lo que yo he escuchado aquí. Reunirse con estas asociaciones, y tendrían que crearse en otros lugares del mundo estas asociaciones, con el modelo argentino, que tiene un gran adelanto en esta materia. Por otro parte, el ejercicio de las profesiones que aquí están representadas tienen que mejorar, para que los derechos sociales sean reconocidos, desde todo punto de vista: educación, salud, vacaciones. Estamos hablando de gobiernos populares que no pueden dejar al margen centenares de miles trabajadores que están prestando un servicio fundamental a la sociedad. Y también, efectivamente, la idea de pensar como es posible que haya crecimiento con desarrollo y que haya menos fuerza laboral: ¿Qué hacemos con esto? Es un problema la robotización, la mecanización, no es un solución social; y sí la hay, tiene que haber una reflexión. Por ejemplo: impuestos que repercutan para los trabajadores que han sido víctimas de ese progreso técnico. Entonces, la primera vía es el diálogo. Hay ejemplos en Venezuela, en Bolivia que puede que no sean satisfactorias para todo el mundo, pero se ha avanzado. Las personas representadas en esta Confederación tienen reivindicaciones, y un gobierno popular tiene que avanzar en esa dirección.
P: En la charla hablaste de 15 años que ya pasaron y que hay que pensar y diagramar los 15 años que se vienen en Latinoamérica. ¿Cómo proyectás esta etapa?
IR: Yo creo que al cabo de 15 años de política hay un desgaste. Las soluciones de hace 15 años no son forzosamente válidas para otra etapa, hace falta renovar un poco. Por el mismo del éxito de las políticas populares la sociedad cambió. Para un nuevo impulso, se necesita una gran autocrítica. Habría que hacer unos “estados generales” donde se escuchasen a los diversas categorías sociales: movimientos populares, sindicatos, asociaciones de mujeres, de campesinos, de estudiantes, y preguntarse: ¿qué es lo que no ha funcionado? Hacer una especie de pausa reflexiva-teórica-autocrítica. Y yo creo que los gobiernos populares de América Latina, los gobiernos neo-progresistas, deberían reflexionar sobre estas ecuaciones para que haya “un segundo soplo”. Hasta ahora siempre ha habido éxito electoral, se han mantenido democráticamente, responden a las aspiraciones de una mayoría de la población, pero eso no va a durar toda la vida. Y para que las cosas duren, tienen que cambiar, es curioso pero es así. Es como la bicicleta: si se para se cae. La revolución es como una bicicleta, mientras se avanza se mantiene.