Recuerdo: A 10 años del corralito

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Recuerdo: A 10 años del corralito

01 Diciembre 2011

"Cavallo: estas decisiones destierran cualquier hipótesis de devaluación", fue el título elegido por Clarín el 2 de diciembre de 2001 para dar cuenta de lo anunciado el día anterior. El ministro de Economía (el mismo que había impuesto la convertibilidad durante el menemismo) había establecido el famoso corralito. ¿De qué se trató? De ahora en más los ciudadanos podían retirar del banco en efectivo sólo 1000 pesos mensuales, 250 por semana. La medida corría para todas las cuentas, incluso la de sueldo.

Domingo Cavallo explicó en exclusiva a Clarín que "no es una medida recesiva, todo lo contrario" y que era provisoria: se extendería durante "90 días". El matutino informó por esas horas que el Gobierno de Fernando De la Rúa (la Alianza entre radicales y frepasistas gobernaba desde 1999) había decidido centralizar en Economía los gastos de todos los restantes ministerios. La tapa del "gran diario argentino" de ese 2 de diciembre fue: "Efectivo: límite de 250 pesos por semana". Muchos, incluso Carlos Chacho Álvarez, que había renunciado a la vicepresidencia tiempo antes, habían apoyado la designación de Cavallo por ser el indicado para resolver problemas derivados la criatura que había creado una década antes. 

Por su parte, Página 12 prefirió el siguiente título central: "El plan del Gobierno: Recesión más irritación". Además de la pronunciada crisis financiera que el país vivía desde 1998 esta medida venía a sumar el malhumor de los sectores medios. Por esos días, Susana Giménez se preguntaba si "Argentina era Cuba". En resumen, el panorama económico de esos meses era el siguiente: larga recesión, caída de la recaudación fiscal y ahora se sumaba una fuga de depósitos. Todo en un contexto de extendida desocupación (que superaba los dos dígitos) y depresión del consumo interno. ¿El radicalismo esperaba salir de esa situación con más ajuste?

El periodista Mario Wainfeld analizaba así el contexto argentino: "Todo induce a imaginar escenarios ominosos, más graves aún que el negro presente. La economía argentina termina, sin gloria y con mucha pena, un ciclo perverso. Y la política da lástima desde hace rato". En términos políticos, la derrota de medio término había dejado al Ejecutivo aún más débil. De la Rúa, en cambio, proponía otra interpretación: que él no había perdido, porque no había participado... Pronto, se daría un baño de realidad. Estaba concluyendo (no sin sufrimientos ni muertes) uno de etapas políticas y económicas más penosas de la historia del país.