“La comunidad organizada continúa siendo el más alto nivel de conciencia y organización del pueblo argentino”

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“La comunidad organizada continúa siendo el más alto nivel de conciencia y organización del pueblo argentino”

04 Julio 2022

Por Juan Borges

Iciar Recalde, licenciada en Letras y profesora de literatura argentina del siglo XX y del Seminario de Sociología de la cultura latinoamericana en la UNLP y de Política y Sociedad en la UNAJ, donde dirige también el Centro de Investigaciones Raúl Scalibrini Ortiz. Es Directora de la Editorial del Pensamiento Nacional del Centro de Estudios Estratégicos Suramericanos dependiente de la CGT.

Recalde dialogó con AGENCIA PACO URONDO sobre la reciente experiencia de ser convocada para formar parte de la Escuela Superior Peronista. Asimismo, expreso las características de la experiencia formativa y los debates actuales dentro del pensamiento nacional.

AGENCIA PACO URONDO: ¿Qué significa para usted ser parte de la Escuela Superior Peronista?

Iciar Recalde: La actividad del intelectual y del pensador se afirma en las organizaciones libres del pueblo y en la forja de una conciencia nacional independiente. Es por eso, que formar parte de Escuela Superior Peronista, impulsada por la Juventud Sindical de la Confederación General del Trabajo, significa un honor y una enorme responsabilidad porque allí se encara de manera integral la formación doctrinaria de sus dirigentes.

APU: ¿Qué materia va a dictar en dicha cursada? ¿De qué se trata la materia?

I.R.: Voy a hablar de la importancia y de la vigencia de la última actualización político doctrinaria del Justicialismo, el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional (1974), testamento político del General Perón y herencia medular que legó a los argentinos antes de pasar a la inmortalidad. Constituye una hoja de ruta fundamental donde escudriñar las aristas del Proyecto Nacional independiente que la Argentina, tras el golpe de Estado contra el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón perdió, y que desde el año 1983 a esta parte viene aplazando sea por el primado de agendas liberales y/o progresistas.

APU: ¿Qué debates considera necesarios hoy dentro del pensamiento nacional?

I.R.: Los de siempre, los de los valores trascendentes, los que han pensado los clásicos para encarar los grandes problemas nacionales de su tiempo que son, lamentablemente en función de la involución que ha padecido la Argentina en las últimas décadas, también los nuestros, quizá profundizados y acicalados hoy con nuevos ismos, pero todos concebidos por el aparato del colonialismo cultural puesto al servicio de la profundización de la condición colonial del país y de la postración espiritual de los argentinos. Hoy la Argentina agoniza como resultante de décadas de destrucción de la comunidad organizada, comenzada a sangre y fuego en 1976 y continuada en el devenir de democracias liberales, con matices si se quiere, pero con un mismo basamento: la desaparición de la figura de Dios y de valores humanistas para entronizar en su lugar el reinado del materialismo, de una supuesta libertad sin límites ni responsabilidades de un sujeto individualista, consumista y hedonista y en confrontación constante, que vino a suprimir la noción de persona humana que encontraba en la comunidad su propia realización y la de sus hermanos. Proceso de destrucción de la Argentina, asentado en como mínimo, cuatro aspectos que múltiples pensadores nacionales encararon y que el General Perón había alertado en el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional al que aludí previamente, donde ratificaba la vigencia medular de la comunidad organizada en tiempos de universalismo:

Primero. La destrucción espiritual del hombre argentino en el marco de una bestial transformación del ser nacional que suprimió la tradición y los valores solidarios de nuestro pueblo, para imponer en su lugar el individualismo neocolonial que impera en la actualidad.

Segundo. Avance de esta guerra cultural en la que estamos sumidos a través de la expansión de los medios de comunicación y del avance del narcotráfico. Culto al dinero, a la violencia, al descarte y ruptura radical de los vínculos solidarios entre las personas humanas que fueron el corazón de la comunidad organizada.

Tercero. Disolución de la orgánica popular que dio lugar a la conversión de aquel pueblo de 1974 en la masa inorgánica actual a través de una reinstalación a partir de 1983 de una “democracia liberal representativa” ya superada en nuestra experiencia histórica nacional, que venía a encubrir la continuad de los logros de Martínez de Hoz, la estructura de país colonial que heredamos, generando una supuesta participación popular.

 Cuarto. Claramente, el ataque al país industrial con pleno empleo que habíamos sido se dio hermanado a esta destrucción de las bases espirituales que en la comunidad organizada se sostenían en la familia argentina, en el modelo sindical y en el ataque sistemático a las organizaciones libres del pueblo en sentido amplio.

APU: ¿Cuál es la vigencia del peronismo como movimiento popular y nacional?

I.R.: El peronismo es una doctrina y es una revolución inconclusa. En tal sentido, soy una convencida de que su tesis medular, la comunidad organizada, continúa siendo el más alto nivel de conciencia y organización del pueblo argentino en toda su historia porque es reconocimiento de la integralidad humana en una síntesis cabal e indivisible de fe y política. Se trató de un proyecto de civilización que parió la Argentina como alternativa al capitalismo liberal y al comunismo soviético que habían sumido al mundo en una crisis social, económica y moral sin precedentes, asentado en un programa de democracia social, orgánica y directa, humanista y cristiana, que reconocía y garantizaba derechos y obligaciones de la persona humana cuya realización se daba sólo en una comunidad liberada que ligaba su destino al del conjunto de la colectividad.

Su vigencia es central considerando que la verdadera democracia que debemos restaurar deberá asentarse en la centralidad de las organizaciones libres del pueblo, únicas depositarias del poder nacional, refugio y casa común de realización de la persona humana con centralidad en la familia, los sindicatos y el conjunto de organizaciones libres, basamentos de la comunidad organizada. Segundo. La política debe volver a ser voluntad nacional tras un ideal de justicia, bien común y sentido heroico de la vida y no administración de la dependencia y trampolín de negocios individuales o de facciones. Tercero. Los valores materialistas que priman en esta Argentina que se derrumba devastan los vínculos humanos y conducen a la violencia y la anarquía social, por eso necesitamos restaurar una fe y un ideal de justicia colectiva en el corazón de la actividad política de las organizaciones libres del pueblo. Cuatro. Las tres banderas que motorizaron la comunidad organizada en el marco de la gran Comunidad Organizada Iberoamericana que postuló Perón en 1974, son el marco de realización futura para una Nación que se niega a asumir un destino colonial y que deberá, más temprano que tarde, retomar su revolución inconclusa.