La excursión militante al aeropuerto privado de Joe Lewis en Rio Negro

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Marcha por la Soberanía

La excursión militante al aeropuerto privado de Joe Lewis en Rio Negro

01 Marzo 2023

La Séptima Marcha por la Soberanía de Lago Escondido tuvo dos columnas sobre los Andes, y una tercera sobre el mar argentino, donde se denunció la pista privada del empresario inglés Joe Lewis, el mismo que se apropió del espejo de agua en El Bolsón.

Un conjunto de autos se concentra en el pueblo de Sierra Grande, en la provincia de Río Negro. Es la tarde del 31 de enero y salen en caravana con dirección este, como yendo al pueblo de Playas Doradas, pero a mitad de camino doblan a la derecha, rumbo sur. Buscan la entrada del aeropuerto Bahía Dorada, tal como figura en Google Map, a 42 kilómetros de Sierra Grande. No van a viajar en avión, porque se trata de una pista privada, oculta, que está bajo el poder del empresario inglés Joe Lewis. No es una pista pequeña, para avionetas, sino que tiene una extensión cercana a los 2.000 metros de largo, por 30 de ancho, casi similar al tamaño del aeroparque Jorge Newbery de Buenos Aires, lo que permite el desplazamiento de aviones de gran porte. El lugar, que no tiene torre de control, ni aduana, ni autoridades estatales que controle su accionar. Tiene un hangar de 40 x 40 y está vinculado a Joe Lewis a través del gerente de algunas de sus empresas, entre ellas Bahía Dorada y Hidden Lake (Lago Escondido en inglés): Nicolás Van Ditmar.

La caravana de autos, que concentra gente venida de Viedma, Carmen de Patagones, San Antonio Oeste y Sierra Grande, muestra banderas argentinas y de diversas organizaciones sociales como Fipca, CTA, Fetia, y es la tercera columna de la Marcha por la Soberanía. La diferencia de este contingente es que no se dirigen rumbo a Lago Escondido sino que van a 800 kilómetros al este, en línea recta, a la estancia atlántica de Lewis, que da sobre las playas del mar.

Playas Doradas es un pueblo de no más de 200 habitantes, se dedica al turismo, con unas playas con arenas muy finas y brillantes que le dieron nombre a la localidad y no goza con la posibilidad de usar la pista de aviación. Sus pobladores permanentes llenarían un avión comercial Boeing 747. En algunos mapas de Google aparece cerca del pueblo una pista privada bajo la denominación de Aeropuerto Lewis (sic), aunque la empresa que lo regentea es Bahía Dorada. El aeropuerto tiene la autorización de la Fuerza Aérea Argentina para funcionar, pero no existen registros públicos sobre los vuelos que allí salen y llegan, ni las personas que entran o salen del país, y qué elementos se entra o saca del territorio.

La pista tiene la tecnología para recibir aviones comerciales o militares, como los Hércules C 130, y además los propietarios lo tienen radarizados. Los que no tienen control sobre el mismo son las autoridades nacionales ni provinciales, por lo que las organizaciones de la región le están pidiendo a las autoridades nacionales que se instalen de manera inmediata un sistema de radares, para tener control sobre los vuelos clandestinos e irregulares que hay sobre la zona, sobre el continente y sobre el mar Argentino y que usan esa pista como referencia. Desde hace tiempo hay versiones que indican que desde el aeropuerto, que tiene casi 15 años de existencia, se detectaron vuelos que vienen desde la zona del lago Escondido, hacen escala allí, y siguen rumbo a las islas Malvinas, a 1000 kilómetros rumbo sudeste. Muchos de los datos que se manejan en torno a Lewis, una de las 300 personas más ricas del planeta, deja entrever que no se trata de un millonario excéntrico que se apropió de un espejo de agua sino de una movida geopolítica que involucra potencias europeas que están dentro de la OTAN.

La tercera columna

Uno de los organizadores de la marcha atlántica fue Fernando Irigaray, integrante de Fipca (Fundación Interactiva para la Cultura del Agua), ambientalista y vocal de la mesa directiva de CTA de Río Negro. “La idea original era llegar por la costa, pues hay información sobre el cierre de algunas playas en torno a la estancia de Lewis con el objetivo de mantener la intimidad de un complejo de alto nivel turístico con cuatro mansiones, desalojando a antiguos moradores de la zona. Es la réplica, a gran escala, de lo que ocurre en Lago Escondido, donde un privado se apropia de las playas que pertenecen a los argentinos. El camino por playa está cerrado, así que encaramos por la ruta nacional 3, hasta la entrada de la estancia del inglés”, dijo Irigaray.

La ubicación de las tierras donde se maneja Lewis son estratégicas pues en el medio, entre lago Escondido y la pista aérea de Bahía Dorada, se encuentra la llanura de Somuncurá (la piedra que suena), donde una empresa australiana quiere llevar adelante un proyecto de hidrógeno verde. A ello se agrega que en Sierra Grande hubo hasta la década de 1990 una explotación de hierro que llevaba adelante la empresa Hipasam, que a su vez proveía materia prima a diversas empresas para producir acero.

La sospecha sobre la triangulación entre las tierras de Lewis en la zona andina, tanto en Chile como en la Argentina (El Bolsón), sumada a la base aérea sobre el Atlántico y la base de la OTAN  en las islas Malvinas permite sospechar que se trata de un enclave estratégico militar para controlar, y en caso de necesidad, ocupar la zona austral que pertenece a la Argentina.

“Nuestra acción mantiene el espíritu sanmartiniano, sin recurrir a acciones violentas pero revelando la pérdida de soberanía con el avance de extranjeros que se apropian de lugares que nos pertenece como país. De hecho nuestra acción no fue una actividad clandestina sino que mandamos un mensaje al municipio de Sierra Grande, para que nos conectara con los dueños de esa pista, para que les contara que nosotros queríamos entrar, entregar un petitorio y hacer tomas aéreas con un dron. Pero la respuesta fue no fuéramos, que no nos iban a recibir y que ni se nos ocurriera filmar porque tenían inhibidores de drones”, subrayó Irigaray.

Los manifestantes llegaron a la tranquera del aeropuerto que construyó el inglés con la intención de llegar a la pista y entregar un petitorio. El acceso tenía dos candados, y no se ve la pista desde allí, solo estepa patagónica, con arbustos, un camino de tierra que se pierde en el horizonte y al costado de la tranquera un cartel señala: Estancias Cerro Bellido y Aguada Chica - Propiedad privada – No ingresar.

Los manifestantes hicieron el acto en la entrada, donde cantaron el himno y desplegaron banderas argentinas. Como si saliera de la nada, apareció una camioneta, cuyos ocupantes se identificaron como de seguridad del campo, dijeron que se trataba de un camino privado, que por lo tanto no podrían ingresar, mientras los filmaban con celulares. Cuando los guardianes se dieron cuenta que ellos también eran filmados por un dron que manejaba la columna, amenazaron con derribarlo si no se lo bajaba de inmediato. Llevaban un petitorio de Fipca a las autoridades del aeropuerto, que no pudieron entregar, y lo mismo ocurrió con el municipio de Sierra Grande, donde nadie los recibió y no pudieron entregar el escrito. De todas maneras la columna realizó las acciones pautadas y, mientras algunos desplegaban la bandera de la Argentina sobre el alambrado, otros armaban carpas frente a la entrada para instalar un acampe. Un tercero plantó un árbol de ceibo, flor nacional, como símbolo de raíz, identidad y defensa de la soberanía argentina.

Ya entrada la noche, durante la madrugada del 1° de febrero, las carpas fueron iluminadas por varias camionetas, cargadas de gente que, de manera intimidante, los obligó a retirarse del lugar. Los manifestantes recurrieron a la policía, para que los amparase en su manifestación, pero el comisario de Sierra Grande los intimó a abandonar el lugar, con la pretensión de revisar bolsos y carpas, demostrando una vez más que las fuerzas de seguridad del Estado provincial le responden a Lewis de manera ciega, a manera de estado paralelo.

“Las manifestaciones por la defensa de la soberanía en Río Negro vienen creciendo año a año, porque las organizaciones sociales y ambientales son conscientes que el suelo no puede pasar a manos extranjeras de manera tan alegre, porque en otros lugares del país ya está ocurriendo y al manejarlas grupos de otros países solo viene a extraer recursos, generar un daño ambiental y dejan el tendal de perjudicados sin aportar nada a las regiones”, explicó el ambientalista.

La versión sobre la venta de las tierras a jeques árabes, con estrechos vínculos con el capitalismo occidental, que invertiría en turismo, busca diluir la realidad actual: que las tierras lo maneja un inglés, lo que lo transforma en una cabecera de playa de la OTAN en el continente.