Peronismo doctrinario: “Tenemos que enfocarnos en el día después de Milei”
Nos toca ser testigos, en estos días, del momento de mayor decadencia institucional que haya vivido jamás el pueblo argentino. Cada semana, una aberración se nos impone como producto de las acciones del Gobierno. Ejemplos sobran: la represión a los jubilados, el recorte de las pensiones por discapacidad, el cierre de cientos de oficinas públicas, las coimas en la ANDIS y tantísimos otros actos de corrupción y temas que salen a la luz día a día.
Si se observa con mínima sensatez, hasta aquí el Gobierno de Milei ha castigado con saña y crueldad al pueblo argentino y a sus instituciones como nadie lo ha hecho en la joven democracia de nuestra Patria. El tiempo explicará con certeza la pasividad de nuestro pueblo ante este sometimiento. Pero, pase lo que pase —sean días, meses o dos años más (que tampoco es mucho tiempo)— este Gobierno termina, y termina mal.
No es casual que, en este contexto, algunos medios de comunicación actúen como cómplices de un plan de destrucción nacional. Instalan una agenda complice y esconden la verdad detrás de titulares complacientes. Esta connivencia mediática es también parte de la decadencia institucional. Por eso, más que nunca, se hace necesaria la organización política, la militancia activa y la voz clara del Peronismo para iluminar el camino de la verdad.
Sin embargo, no es esto lo que quiero reflexionar, sino que lo que no puede volver a pasarle al peronismo es encontrarse en la improvisación o, peor aún, que conduzca el proceso algún cerebro infiltrado y progresista que nos haga chocar la calesita nuevamente.
Ante este escenario, es necesario que los compañeros y las compañeras entiendan y puedan darse cuenta de que después de Milei ya no hay margen para ningún tipo de improvisación ni especulación. Debemos tener la certeza de que hay que hacer lo que hay que hacer. Nuestro Pueblo, sufrido y maltratado, merece un mejor pasar y un marco de realización individual y familiar que le permita volver a soñar. Para ello, es necesario recurrir al mejor y más efectivo criterio que tenemos los peronistas: nuestra doctrina. Porque con la Doctrina sobre la mesa no hay posibilidad de error. No existe doble interpretación. Solo existe la certeza de haber tomado siempre decisiones acertadas en defensa de los intereses del pueblo de la Patria.
La Doctrina contiene principios y valores que tienen que ver con el amor, la lealtad, el humanismo, la fe y la esperanza. No hay posibilidad de fallar cuando se gobierna con las verdades doctrinarias.
En este punto, debemos recordar que el peronismo no nació para retroceder ni conformarse con migajas. Nació para hacer grande a la Argentina, para poner de pie a su pueblo y garantizar justicia social, independencia económica y soberanía política. No hay otro movimiento en la historia nacional que haya tenido semejante mandato histórico ni semejante responsabilidad. Olvidar esa misión es traicionar no solo al Peronismo, sino a la Patria misma.
Debemos centrarnos en la tarea de organizar un programa de gobierno capaz de reconstruir la Argentina, aunque no va a ser sencillo. Seguramente habrá decisiones que toquen intereses de sectores poderosos, pero que son necesarias para que rápidamente el pueblo pueda recuperar la buena economía doméstica y cotidiana, que pueda recuperar su trabajo, su alegría y su esperanza.
Además, es indispensable que en ese programa de gobierno estén claros los ejes estratégicos de desarrollo: la defensa de la industria nacional, la recuperación del salario real, la protección de nuestros recursos naturales, la promoción de la ciencia y la tecnología argentinas, y la construcción de un sistema educativo y sanitario sólido, accesible y de calidad. Un país no se sostiene con discursos vacíos, se sostiene con producción, con trabajo, con justicia social.
En definitiva, que nuestro pueblo vuelva a recuperar la dignidad que hace mucho tiempo le han quitado los distintos gobiernos que han gobernado la Argentina desde 2015. Porque todo lo que vino desde que Cristina Fernández dejó el poder en 2015 fue malo, pésimo y horrible.
Aunque ya hace más de una década que el peronismo no gobierna, aún podemos alzar la mano desde nuestro Partido Principios y Valores y decir: nosotros tenemos memoria viva de gestión pública, como es el caso de nuestro conductor partidario, el ex Sec de Comercio Lic. Guillermo Moreno ó los ex funcionarios como la Lic. Beatriz Paglieri, el Lic. Pablo Challú, o la compañera Lucia ‘Pimpi’ Colombo, todos funcionarios exitosos de la Década Ganada que impulsó el ex Presidente Néstor Kirchner.
Es hora de volver a reivindicar la política como herramienta de transformación. No como una carrera personal ni como un negocio de pocos, sino como lo entendió Perón: la política es la única herramienta capaz de cambiarle la vida al pueblo para mejor. Y si en algún momento se perdió de vista esa premisa, este tiempo oscuro debe servirnos como recordatorio de lo que nunca más debemos permitir.
En este espacio partidario pequeño nos quedan grandes compañeros con esa memoria de gobierno, que es el saber hacer las cosas como corresponden, con criterio y sentido común, con principios y con valores necesarios para que el único beneficiado sea el pueblo. No es muy difícil mirar para atrás y entender que la Década Ganada se logró con gestión, con sentido común, con administración del Estado y, sobre todo, con administración del comercio y la industria para una Argentina productiva y de trabajo.