Pilar: desafíos del kirchnerismo frente al regreso de Humberto Zúccaro
Por Silvano Pascuzzo*
El retorno a las filas del Frente para la Victoria (FpV) del Intendente Municipal Humberto Zúccaro, presenta para la militancia del campo nacional y popular una serie de desafíos que es necesario puntualizar, en la medida en que dicho acontecimiento, cambia el escenario de la política local y obliga a tomar posición en torno al mismo, en medio de incertidumbres crecientes, una dosis no menor de desconcierto y la esperanza – compartida por muchos – de que estamos asistiendo al final de un ciclo y al nacimiento en Pilar de una etapa distinta.
En primer término cabe dejar en claro, que la implosión del autodenominado Frente Renovador (FR), liderado por el ex jefe comunal de Tigre y actual diputado nacional Sergio Massa, representa el hecho más significativo de la política bonaerense, por lo menos en el último lustro. Nacido al calor de los múltiples desgajamientos del FPV en los años transcurridos desde 2003, consolidó en el electorado opositor a las políticas públicas del kirchnerismo, la idea de la construcción de un espacio que decía motorizar “el cambio sin disrupciones drásticas”, teñido de ambivalencias ideológicas y un discurso que desde un relato moderadamente crítico de la situación del país, fue evolucionando hacia posiciones marcadamente conservadoras. Fueron pues sus contradicciones internas, el oportunismo descarado de sus principales dirigentes y la obcecación por la disputa en los espacios mediáticos de una cuota creciente de figuración; los datos que jalonaron el camino que lentamente condujo a los hechos que hoy visualizamos y que ratifican la destrucción de un armado territorial que en su momento quiso expresar al peronismo disidente de la Provincia de Buenos Aires.
En segundo lugar, la posición del Gobierno de la Presidenta Cristina Fernández, por boca de varios de sus ministros; y del gobierno bonaerense, ha sido muy clara: la estrategia será polarizar las preferencias del electorado con el Partido de Mauricio Macri y repatriar a los otrora adversarios, bajo la consigna de la competencia local y la convergencia nacional. Una estrategia que a priori aparece como audaz y sorpresiva, pero que al mismo tiempo deja sumidos en el desconcierto a muchos dirigentes de base y militantes, que habían asumido que estos “compañeros de ruta actuales”, eran en verdad enemigos irreconciliables del proyecto implementado en 2003. Toda una paradoja.
Los presupuestos desde los que se venían definiendo públicamente los alineamientos políticos en la Argentina a partir de la emergencia del kirchnerismo, basados en la aceptación o rechazo de un programa de transformaciones económicas, sociales e institucionales, parecen estar mutando de forma brusca hacia otros más pragmatistas, cuyo fundamento parece hallarse en la obtención – lisa y llana – de una victoria electoral en octubre. Algo previsible, en la medida en que la salida de Cristina de la Primera Magistratura, coloca en el centro de la escena el problema de la sucesión presidencial.
Ahora bien: ¿cómo pensar la reconfiguración del escenario político a partir de octubre, en un distrito como Pilar, ya casi incorporado al tercer cordón del conurbano, tanto por su crecimiento demográfico como por su ubicación geográfica? Algo es claro, los que venimos acompañando este Proyecto desde sus orígenes, no queremos ni deseamos la continuidad de Humberto Zúccaro como intendente municipal, más allá del 10 de diciembre de 2015.
La construcción política de un espacio nacional y popular anclado en una fuerte y sólida representación social y vecinal, no ha podido ser realizada por los actores más relevantes del kirchnerismo local en estos años. Zúccaro se ha conservado en el centro de la escena, gracias a su control de la estructura municipal y sobre todo merced a su capacidad para dividir y abortar, todos los intentos tendientes a poner en marcha coaliciones opositoras amplias, capaces de derrotarlo en las urnas. Dato que explica porqué es el único jefe comunal (en Pilar) que desde 1983 ha cumplido casi tres períodos completos.
Las circunstancias actuales, requieren entonces de una respuesta política clara frente al intento del oficialismo municipal de salvar su permanencia en el Poder por medio del “camaleonismo” ideológico. El kirchnerismo local necesita de forma imperiosa articular esfuerzos en torno a la decisión de enfrentar a Zúccaro con energía y determinación, a los efectos de cerrar de modo definitivo un ciclo que ha ayudado a consolidar en Pilar, los valores y los principios del Neoliberalismo y que le ha negado a sus habitantes, el goce pleno de los beneficioso cosechados por otras jurisdicciones, a partir de su salida del Espacio Nacional y Popular en 2013, como resultado de cálculos de corto alcance y ambiciones inconfesables de carácter estrictamente personal.
Entendemos de este modo, que la elección de un candidato alternativo con representación territorial y barrial para enfrentar al Intendente, es a nuestro juicio algo impostergable. Divididos y fraccionados, estaremos entregando cuatro años más de usufructo del Poder a un hombre que no ha sido consecuente en la defensa del Proyecto y que ha abrevado en otras aguas, retornando de modo inocultable al redil, a los efectos de conservar su posición a toda costa, sin otras consideraciones que esa. Es muy claro que la unidad y la solidaridad de las fuerzas que representan en el distrito al kirchnerismo detrás de una figura convocante, es la tarea de la hora.
En síntesis, dos modelos de concebir el país, la provincia de Buenos Aires y el partido de Pilar van a enfrentarse en agosto para representar localmente al FPV. Dos visiones de cómo debe administrarse el interés colectivo y dos maneras divergentes de concebir la Sociedad y el Estado. Cualquiera sea la justificación que encontremos al divisionismo estéril y al sectarismo cómplice, sin representación territorial y sin convocatoria y organización social, el pasado continuará formando parte indisoluble e inescindible del presente.
*Politólogo y militante pilarense.