Salir del abismo con una política internacional autónoma, por Pablo Vilas
Por Pablo Vilas
Ya sabemos, la región en general y la República Argentina, en particular, están sumergidas en una crisis sanitaria, económica, social e institucional como nunca antes en su historia. Un país que vuelve a salir de un modelo signado por la aplicación de recetas neoliberales, el alineamiento automático con la potencia hegemónica, la farandulización de la política, el despojo de derechos fundamentales para las clases trabajadoras, los elevados índices de pobreza e indigencia y la corrupción avalada por un sector importante del poder judicial son algunas de las causas que han generado un fuerte clima de inestabilidad lo cual, sumado a la pandemia y al desgaste emocional de la sociedad, nos tienen en un delicado presente.
La nueva administración planteó como objetivos la recuperación del rol activo del Estado, que sea reparador de las desigualdades sociales –a través de la educación, el trabajo, la salud y la vivienda-que proteja a los sectores más vulnerables, y que adopte un rol promotor de políticas activas que, junto al desarrollo y crecimiento económico, busquen generar puestos de trabajo. Todo esto jaqueado por la pandemia.
En el ámbito de la política exterior, estos objetivos se tradujeron en la formulación de estrategias para salir del condicionamiento que padece nuestro país, nuevamente mirando hacia la región pero siguiendo de cerca la reconfiguración del orden mundial, prestando atención a la evolución de la pandemia, pero también recuperando la mirada autónoma de nuestro posicionamiento en el orden global.
De esta manera, el Presidente Fernández se propuso una política exterior que tienda a la autonomía, incrementando los márgenes de decisión y teniendo en consideración las limitaciones del escenario internacional. Por medio de la estrategia de profundización de relaciones con Estados pertenecientes al Sur Global, se tiende a contrapesar a la dependencia en la potencia hegemónica.
El surgimiento del gobierno del Frente de Todos inicia un nuevo ciclo regional, con matices propios, después de la crisis generada por las políticas neoliberales en toda la región. Un nuevo punto de partida que no nos regresa a la Argentina de Néstor Kirchner, pero que avanza en el mismo sentido que ella se planteó.
La Argentina nuevamente endeudada más allá de sus posibilidades de pago, no cuenta hoy con una región propensa a los acuerdos de la primera década del siglo. Sin la confluencia regional de apoyos estratégicos como en su momento lo dieran la Venezuela de Chávez, el Brasil de Lula, el Uruguay de Tabaré y el Paraguay de Duarte Frutos, la Argentina de hoy tiene nuevos desafíos.
Como en los gobiernos kirchneristas, la recuperación de las relaciones político-diplomáticas se ancla en el principio de soberanía, recomponiendo la asociación estratégica alcanzada con Rusia, China e India, sumando además a México y Bolivia. Es nuevamente la oportunidad concreta para salir de la crisis pos gobierno neoliberal y pandemia.
Argentina vuelve a tener la necesidad de contar con divisas para recuperarse del abismo y desarrollar políticas de desarrollo con inclusión social. Si bien la participación en el comercio exterior con países como Rusia e India sigue estando por debajo de su potencial, lo cierto es que la gestión de Kirchner sentó un precedente en las relacionescon estos Estados. Dentro de las posibilidades que ofrece el contexto doméstico e internacional, es imperante saber aprovechar y otorgarle relevancia a la política exterior.
En este sentido, hay que alejarse de las visiones y posturas que predominan en los analistas internacionales, algunos de los cuales afirman que no tenemos política exterior o que la misma se subordina a objetivos de corto plazo y electoralistas.
Por el contrario, concebimos a la política exterior como una política pública que contribuye a la solución de problemas, insuficiencias y prioridades locales, traduciendo necesidades internas en posibilidades externas. La política exterior a partir del gobierno de Néstor Kirchner, expandió sus márgenes de maniobra. Esta afirmación la sustentamos en la doble estrategia de profundización de las relaciones exteriores con Estados sudamericanos y de diversificación de las relaciones exteriores con Estados extra-regionales logrando generar políticas virtuosas que nos otorgaron un mayor espacio de autonomía.
Es esa autonomía la que debe definir a la política exterior actual de la Argentina. Lejos de dogmas ideológicos, o de la visión amigos-enemigos. La Argentina tiene nuevamente la oportunidad de situarse como actor internacional y regional, con capacidad de influir en las políticas que orienten a salir del estado de crisis actual.
Hablamos y escuchamos a todos los Estados que tienen algo que decir, y acordamos con todos los Estados que tengan algo para aportar para salir de la crisis y en beneficio de la Argentina sin prejuicios ideológicos y sin aceptar imposiciones o instrucciones de con quien relacionarnos. En síntesis, es recuperar la tesis de la Tercera posición de Perón y el pragmatismo de Kirchner. Reivindicando como banderas insoslayables: Soberanía, Independencia Económica, Justicia Social, Integración Regional, Defensa de los Derechos Humanos, combate al narcotráfico y al terrorismo.
*Parlamentario del MERCOSUR, militante latinoamericano. Se desempeñó como Director Ejecutivo de Casa Patria Grande “Presidente Néstor Carlos Kirchner”, de 2011 al 2015. Reconocido con la Orden del Libertador de los Esclavos “José Simeón Cañas” en el grado de “Comendador”, por el Gobierno de la República de El Salvador, 2015.