Donda, Prat Gay y el jingle Falopa
¡Qué título el de Clarín – ver nota - en la sección Política del Lunes 8 de Julio! En ese título hay un primer elemento que llama la atención: la familiaridad con la que el diario trata hoy a la diputada Donda, otrora "izquierdista cooptada" por el Kirchnerismo y su política de "seducción de los Organismos de DDHH". La verdad, o por lo menos la apreciación de la misma de quien escribe este artículo, es que esa foto, con ese título y en anclaje directo con el tema de la nota (el jingle de Juntos) da un poco de vergüenza por la historia personal de Victoria Donda (haber nacido en un campo de exterminio durante un estado de excepción no asegura coherencia ideológica alguna) y por la pendiente hacia un abismo que parece no tener fin del periodismo versión “iconoclasta de peluche” (Se entiende, como escribió el periodista Ari Lijalad, Periodismo o Lanata).
Sin la rapaz declaración de "honestidad" de De Narváez, replicada por otros opositores- "no importa quién viene en el 2015, lo que importa es quién se tiene que ir" - la táctica/estrategia pragmática de Donda y Libres del Sur desintegra principios ideológicos que no debieran ser vapuleados en acciones de amontonamiento que a su vez deslegitiman la importancia central que posee la política en la organización social de los pueblos. Evidentemente, esta es una alianza falopa, o en tiempos de maniobras especulativas con el trigo y la harina, una pésima "pichicata" - los que posean algunos pirulos más entenderán mejor- ¿Esto era la izquierda que corre al Kirchnerismo ya no se sabe bien por dónde, o sí, por derecha? ¡No hacía falta tanto, muchach@s!
Si la política es el arte de la persuasión los mecanismos de seducción de Juntos (la alianza conformada por Tumini, Gil Lavedra, Prat Gay y Victoria Donda) se asemejan más a un jingle de estudiantina que ha descubierto el "prohibido" placer de los tóxicos que a una estrategia de comunicación. Experimento musical que se recuesta en el género que identifica a los sectores populares pero apelando a una letrística que se emparenta con cierto aroma a rock chabón, el jingle de Juntos, compuesto por Pablo Marchetti y su banda Falopa (escuchar jingle acá), supone - y va un argumento para los retrógrados manipuladores de la vida y los cuerpos de los otros – un intento por plasmar en notaciones musicales y letrística pegadiza los raros efectos colaterales derivados de consumir alcaloides de muy mala calidad. Diría William Burroughs: La elegancia que pierden "mis amigos" cuando (alteración del original) fuman mala marihuana. O más simple, cuando juegan a hacer política. Veamos un poco la rima de la experiencia sónico-cumbística de Marchetti y su Falopa para el conglomerado Juntos: “Juntos bailamos… juntos la bancamos… juntos les ganamos… juntos es lo más... Juntos con Victoria… juntos con Alfonso… juntos con Ricardo… juntos ya sabes. Juntos no transamos… juntos no choreamos… juntos gobernamos como vos querés… Juntos la piloteamos, juntos la flasheamos, juntos gobernamos como vos querés"
Persuadir, convencer, traccionar votos con este tema, que parece brotar luego de haber buscado algún tipo de enseñanza que ni Don Juan puede orientar, choca casi peligrosamente y de frente con la desagradable sensación de haberse comido un mal mambo con falopa muy falopa. Pero exhibe también el lado “B” de las prácticas políticas y el desarrollo de sus dispositivos comunicacionales. Revela la estrechez argumentativa de las alianzas que basan su instalación en la sociedad no a través del despliegue de teoría política traducida al siempre complejo espacio comunicacional, sino de la relación subsidiaria con los dispositivos de la espectacularización de la política en clave musical o farandulesca. Remite directamente al “Alica, alicate” denarvaísta, slogan con el que la caricatura de un candidato le ganó al ex Presidente Néstor Kirchner las elecciones en la Provincia de Buenos Aires en 2009. Intenta implantarle la lógica del sketch cómico, con presunción de convocatoria fresca, juvenil y canchera, a una contienda electoral en la que se juega, para algunos sectores del espectro político opositor, algo más que un determinado número de bancas. Quizás se expone cierto grado de supervivencia política y es allí donde se asienta el echar mano a combinaciones comunicacionales de instalación de frentes que no son tales y que pueden quedar en la anécdota de lo pueril, del asesoramiento que mide caras y que intenta medirle el rostro a sectores sociales de quienes se presupone “jeringueados por la hipodérmica”, o bien, podría transformar el barro en falso oro. Las categorizaciones en abstracto, como lo son la corrupción, la inseguridad (o choreo), la transa o rosca, indican que existe aún una fuerte carencia de debates al interior de la sociedad que abarca desde la acción micro y cotidiana de actos vinculados a alguno de esos tópicos hasta la discusión sobre factores que no se sustraigan del conjunto de categorías de análisis social y político.
Pero por lo que se observa, ese debate no sólo no está saldado sino que apenas comienza a plantearse. De este dato, que inicialmente partió del jingle simpático – aunque escondedor en su lógica de reinserción del discurso no político o antipolítico – se puede conjeturar como inquietud, hasta dónde la apuesta del Kirchnerismo al perfil militante, con una clara marca identitaria, de fuerte discurso político y programático podrá imponerse al de la evanescente retórica de la comicidad – que en modo alguno exhibe puntos de contacto con la sátira política cuya tradición se remonta al Padre Castellani y la gauchipolítica - o a la fugacidad del efecto publicitario que podría quemarse y mal como cuando se enciende aquella hierba de pésima calidad que ha brotado para consumirse en la humareda de una melodía que es puro jingle.
Habrá que esperar para cerciorarse si sólo se trataba de humo sobre el agua.
*Periodista. Dtor. de la Revista Digital La Tecl@ Eñe, Cultura y Política