Costa Rica va a las urnas
Por Carlos Iaquinandi Castro*
Poco más de tres millones de costarricenses han sido convocados para elegir el domingo 2 de febrero a su próximo presidente y a los diputados de la Asamblea Legislativa. A menos de una semana de los comicios, su resultado es muy incierto. Las encuestas revelan cambiantes preferencias del electorado en los últimos meses.
De una previsible victoria holgada en primera vuelta del candidato continuista Johnny Araya, del gobernante Partido Liberación Nacional, en agosto del año pasado, se llega a las vísperas de los comicios con una relativa paridad entre al menos dos de los candidatos. Por primera vez en la historia, un movimiento de izquierda tiene posibilidades de ganar unas elecciones presidenciales.
El creciente desafío al continuismo
Las diferentes encuestas coincidieron en señalar el crecimiento de la candidatura de José María Villalta (36 años), aspirante por el Frente Amplio. Este partido agrupa a diversas corrientes de izquierda y cuenta con el apoyo o la simpatía de movimientos sociales, y de corrientes sindicales y populares diversas. Villalta fue dirigente estudiantil, se recibió de abogado en el 2002. Militó activamente en el Frente contra el TLC (Tratado de Libre Comercio) y resultó electo diputado en el 2010, ha sido uno de los legisladores que más propuestas de ley ha presentado.
El avance del Frente Amplio en las preferencias, fue acompañado por una gradual pérdida de puntos en las encuestas del continuista Araya, pero en las últimas semanas estas dos candidaturas parecen relativamente estabilizadas.
En tercer lugar aparece Otto Guevara (Partido Libertario), una opción de derecha con un discurso “cristiano” que intenta apoyarse en el credo religioso que predomina en Costa Rica. El origen de Otto Guevara es la extrema derecha y es la cuarta vez que se presenta a presidenciales. Cuarto en las preferencias que recogen las encuestas, se ubica Luis Guillermo Solís, del Partido de Acción Ciudadana, un profesor con experiencia política y que se autodefine como socialdemócrata. Tras los debates parece haber ganado apoyos que le permitirían superar a Guevara.
Teniendo en cuenta que casi un cuarto de los posibles votantes todavía se muestran indecisos, la opción que finalmente elijan esos cientos de miles de ciudadanos puede alterar las previsiones originales.
Pero, en definitiva, parece difícil que la definición en una hipotética segunda vuelta no sea entre los dos modelos que aparecen más definidos: la continuidad neoliberal de Araya, o el cambio que propone el Frente Amplio de Villalta, con sus “100 propuestas para el bien común” que incluyen derechos individuales, sociales y laborales; de protección medioambiental, o de aumento de la fiscalidad sobre los grandes capitales. Villalta también propone el control de los precios de alquileres o de los medicamentos, la reducción de los latifundios e incluso la renegociación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos.
“Disparen contra Villalta”
Minusvalorado al comienzo de la campaña electoral por su juventud y por la estructura política que sostiene su candidatura -no es un partido “tradicional”-, Villalta se ha convertido en los últimos meses en blanco de los ataques de los sectores partidarios del “stato-quo”. Como es habitual en gran parte de nuestra América Latina, los grandes medios de comunicación son los ejecutores de las campañas mediáticas. Manipulación, omisiones y una abierta parcialidad al analizar los debates son herramientas de la desinformación puesta al servicio del candidato oficialista. El Grupo Nación, ligado a los sectores de poder - capital transnacional, grandes empresas, terratenientes, y núcleos conservadores- ha sido el abanderado desde su principal portavoz -precisamente el diario “La Nación”-. Desde sus editoriales pretende alertar de los riesgos que significan los “seguidores del chavismo y el sandinismo” en Costa Rica. Pero en ese empeño tiene muchos “cómplices” que desde espacios de prensa, radio y televisión intentan meter miedo a los votantes con sus advertencias sobre los “cambios radicales”. Y aplican las recetas que ampararon las campañas contra Chávez, Correa, o Evo Morales y que en el caso de Honduras permitieron el golpe cívico-militar que derrocó al gobierno constitucional de Manuel Zelaya en el 2009. Presagian caos y retroceso en el caso de una victoria del Frente Amplio. Es cierto que aquellos que viven la tranquilidad del “poder heredado” y que consideran que ese es el “orden natural” de las cosas, están nerviosos ante la pretensión del Frente Amplio de disputarles el gobierno. De allí que ordenen “disparar” contra Villalta y su movimiento con toda la artillería de calumnias y malicias disponible.
Y no hay que menospreciar estos esfuerzos por burdos y torpes que parezcan. Las sociedades latinoamericanas, en especial sus clases medias, siguen siendo permeables a esas campañas “del miedo”. A pesar del rechazo de las prácticas neoliberales, de las privatizaciones, de la corrupción, quedan las dudas sobre las posibilidades reales de enfrentar al poder, al poder real, el de quienes controlan los resortes económicos, financieros y políticos del país. Hay denuncias concretas de empresas que de una manera más o menos encubierta han dado indicaciones a sus trabajadores para que no voten al Frente Amplio.
“Nunca Más”
La necesidad de terminar con los ciclos neoliberales, y abrir puertas a la esperanza quedó en evidencia a través de un video realizado por estudiantes de la Universidad de Costa Rica. Su difusión el último día de diciembre, tuvo enorme repercusión en las redes sociales. Muchos jóvenes, incluso quienes se consideran “alejados” de la política, se sintieron parte de su contenido y su propuesta abierta.
Tan breve como preciso y bien realizado, “Nuestro nombre es Costa Rica” caló profundamente en el malestar ciudadano que se vio representado en ese “nunca más” a las políticas neoliberales.
Las transnacionales también hacen campaña
El Tribunal Supremo de Elecciones aceptó un recurso de amparo presentado contra la filial costarricense de la transnacional norteamericana AVON, empresa introducida con sus productos cosméticos en miles de hogares costarricenses. Le prohíbe la distribución de un documento de propaganda política a través de sus colaboradores. El título del panfleto era “Nuestras familias y nuestros negocios están en peligro”. (Obviamente el “peligro” para ellos lo representa una victoria del Frente Amplio.)
Si algo han aprendido las derechas conservadoras para preservar sus privilegios es la estrategia del miedo. Y por eso recurren a ella ante el riesgo de perderlos.
En paralelo, el oficialismo desempolva viejas promesas nunca cumplidas. Ahora hablan de un bono para alimentos, créditos y casa para los sectores que lo necesiten. Araya proclama que si es elegido “la pobreza extrema desaparecería en Costa Rica”. Ha llegado incluso a pedir el voto afirmando que de lo contrario “podríamos perder el país”.
Pero la estela de malestar que deja la presidencia de su correligionaria Laura Chinchilla, es muy gruesa y es difícil cargar con ella. Según los datos del INEC (Instituto Nacional de Estadística y Censos) la desigualdad sigue en aumento. La pobreza alcanzó el índice de 20,7 por ciento en julio pasado. Incluso los obispos han afirmado en un documento que “no podemos acostumbrarnos a un escenario de desigualdad social y a una pobreza creciente como si fuera un fatalismo insuperable.” Por eso, contra las previsiones oficiales, las propuestas de cambio de Villalta han tenido creciente acogida entre la población. Así lo confirmó el acto -recital del último sábado 25 en el Parque Central de San José, donde miles de ciudadanos con las banderas amarillas acompañaron el lema de “Vamos con Esperanza” del Frente Amplio.
Y después del 2 de febrero…
Mencionábamos las encuestas, quizás orientativas, pero siempre dudosas y cuestionables. Más aún en las volátiles condiciones de esta campaña. Pero como decía José Figueres “la encuesta que más tienen que temer los candidatos es la del día de las elecciones”, en este caso la del 2 de febrero.
Como ya mencioné, creo que habrá segunda vuelta, y que en ella confrontarán dos proyectos antagónicos: el del PLN y el del Frente Amplio.
En ese caso, si ningún candidato supera el 40% de los votos, la segunda ronda tendrá que realizarse el domingo 6 de abril.
Algunos estimarán que el Frente no tiene la experiencia, la madurez ni los cuadros suficientes como para ejercer el gobierno. También es incierto el apoyo que tendría en la Asamblea Legislativa. Pero está claro que las elecciones del 2 de febrero constituyen una oportunidad histórica para desplazar a los políticos “hereditarios” que solo se han preocupado por sus propios intereses. Y a la vez, realizar la experiencia apasionante de una participación democrática real, de impulsar cambios verdaderos que permitan una distribución más equitativa de las oportunidades y de la riqueza. Que fortalezca la educación y la sanidad. Que ensamble con los pueblos hermanos del continente que también están diseñando su propio camino.
Para que todo eso sea posible, no será suficiente una victoria electoral, será necesario que los sectores populares, los jóvenes, los movimientos sociales construyan una organización que permita conseguir y consolidar los avances.
“Nos falta una concepción nueva y revolucionaria de la política. Necesitamos un Gobierno de nuevo tipo, un Gobierno realmente del pueblo y dispuesto a apoyarse en el pueblo para enfrentarse a la cobardía y la falta de visión a fin de acabar con los viejos métodos de gobernar”, decía Manuel Mora Valverde.
Los sistemas de poder que conforman las oligarquías y sus aliados externos son poderosas y con raíces; no se desmontan fácilmente. La historia de nuestra América acumula muchos y trágicos ejemplos. Por eso es imprescindible la unidad popular tras objetivos comunes.
El 2 de febrero es una fecha importante para los costarricenses. Pero sean cuales fueren los resultados, siempre será un renovado comienzo de la lucha popular.
*De la redacción de SERPAL, Servicio de Prensa Alternativo.